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Inviertan, la inflación no escucha a los influencers
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Víctor Alvargonzález

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Inviertan, la inflación no escucha a los influencers

Si quienes opinan en las redes sobre temas de inversión acertaran, tanto ellos como sus seguidores serían ricos. Pero no solo no es el caso sino que, hecho, es más bien a la inversa

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Si quienes opinan en las redes sobre temas de inversión acertaran, tanto ellos como sus seguidores serían ricos. Pero no solo no es el caso sino que, hecho, es más bien a la inversa.

En las redes sociales se da un fenómeno muy curioso: la mayoría de los que opinan no invierten. Ya sea por miedo o indecisión, opinan, pero no invierten. Ni su dinero ni el de terceros. Muchos economistas incluidos. Y como no han dado el paso, cada día que sube la bolsa es una oportunidad perdida y otra punzada al orgullo. Así que la reacción es subir a las redes comentarios que, directa o indirectamente, justifiquen su posición bajista.

El método es casi siempre el mismo: esa mayoría que no invierte crea un mantra que, con la ayuda de los medios de comunicación – que una buena noticia, no te arruine un buen titular -, rápidamente se asume como una verdad absoluta. Aunque vaya claramente en dirección opuesta a la realidad. Que si la inflación se mantendrá “alta por mucho tiempo”, que si “hay una burbuja en ……….” (rellenar por la línea de puntos lo que se le ocurra), que viene “la crisis” (vale cualquiera), etc.

En cada momento hay un “mantra” que funciona en las redes, pero que siempre falla en los mercados. La inflación estuvo alta bastante tiempo, pero, justo desde que se instaló el karma de “alta por mucho tiempo”, no ha hecho más que bajar. Especialmente en Europa.

"Inflan su ego, pero no su bolsillo. Ni el de sus seguidores"

La burbuja parece ser de inflado lento, porque llevan hablando de ella 10 años y no ha explotado. Es más: las empresas que la forman no hacen más que ganar dinero. Y, aunque por supuesto habrá “una crisis”, pues es parte del funcionamiento de los mercados, de momento brilla por su ausencia. Es más: la crisis que nosotros vemos más probable - una crisis de deuda motivada por los excesos de gasto de los políticos - es precisamente de la que menos se habla en las redes. Y en cualquier caso no es inminente.

Estos opinadores no ganan dinero, ganan seguidores (nada atrae más que un “tuit” negativo). Y generan “likes”, porque la mayoría de la gente tampoco invierte y cuando leen estas justificaciones se sienten moralmente justificados en su decisión de no invertir. Inflan su ego, pero no su bolsillo. Ni el de sus seguidores. El problema es que, para la gente con capacidad de invertir, esos “tuiteros” son tóxicos. Hacen que personas que pueden evitar que la inflación se coma sus ahorros, lea esas cosas y no invierta. Y la inflación no escucha a los influencers.

Aunque suene a crítica, todo lo anterior tiene más ánimo de ayuda que de crítica. En este caso, ayudar a los inversores a abstraerse de la confusión que generan las redes y los medios de comunicación a la hora de tomar decisiones de inversión. Por supuesto, también se produce la situación contraria: los optimistas patológicos que, pase lo que pase, recomiendan invertir. O los gestores automatizados, que proponen mantener siempre las posiciones porque a largo plazo siempre se gana. Aunque venga una guerra y la inflación se esté disparando, como ocurrió en 2022. Pero no hay mucha gente preparada para tirarse un año – o varios - perdiendo más del 25 %.

Un buen “time line” en X es más útil que una suscripción al Financial Times

En los mercados lo que “mola” es la objetividad. Los datos frente a los relatos, la información frente a las opiniones, la realidad frente a los cantos de sirena, el pragmatismo frente a la teoría y las leyes del mercado frente a la arrogancia académica. Las redes sociales son el paradigma del bien y del mal en lo que información se refiere. Siguiendo las cuentas adecuadas, puedes tener una información de enorme calidad, mientras que, siguiendo las inadecuadas, solo vas a obtener confusión. Un buen “time line” en X es más útil que una suscripción al Financial Times (sobre todo ahora que ha perdido mucho). Pero uno malo es una bomba de relojería.

Si en el mundo de las inversiones la información es poder, la información objetiva, independiente y de calidad es poder en esteroides. Huya de los vendedores de miedo y de quienes solo buscan llamar la atención para vender libros o ganar seguidores. Evite las cuentas que prometen riquezas o el fuego del infierno. Busque seriedad, profesionalidad, independencia y objetividad. Le va mucho dinero en ello.

Si quienes opinan en las redes sobre temas de inversión acertaran, tanto ellos como sus seguidores serían ricos. Pero no solo no es el caso sino que, hecho, es más bien a la inversa.

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