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Con Donald Trump vuelven los 80 a las bolsas
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Víctor Alvargonzález

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Con Donald Trump vuelven los 80 a las bolsas

Todo es posible en Norteamérica. Cualquiera que conozca los EE.UU sabe lo rápido que pasan de un extremo a otro. Y no solo en las costumbres: también en el comportamiento económico de los individuos

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (EFE/Sarah Yenesel)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. (EFE/Sarah Yenesel)

Todo es posible en Norteamérica. Cualquiera que conozca los EE.UU sabe lo rápido que pasan de un extremo a otro. Y no solo en las costumbres: también en el comportamiento económico de los individuos. No descarten que la generación Z se convierta en breve en una nueva versión de los “yuppies” de los 80. Norteamérica pasó del puritanismo extremo en los años 50 al amor libre en los 60 y 70, para luego volver al conservadurismo durante los 80, y - ¿finalmente? - considerar que el concepto “mujer” es un estado mental y no biológico. Y que existen 35 géneros.

Norteamérica es un país muy dinámico, muy joven y, comparado con Europa, algo infantil. Y lo digo con una connotación más positiva que negativa. Si no tuvieran esa curiosidad y esa disposición al cambio, no serían tan innovadores y tan emprendedores. De hecho, puestos a elegir, casi prefiero la dificultad de los norteamericanos para saber quiénes son al geriátrico burocrático y lleno de funcionarios en el que se está convirtiendo Europa.

Lo que ocurre en Las Vegas se queda en Las Vegas, pero lo que ocurre en la sociología no se queda en la sociología: se transmite a la economía y a los mercados. No me sorprendería que la presidencia de Donald Trump genere un cambio sociológico que lleve a su vez a un importante cambio económico y, como ya adelanté en los artículos donde decía que era muy probable que ganara Trump, también un cambio bursátil.

La política económica que plantea Trump es la misma que plantearon Ronald Reagan o Margaret Thatcher. La clave es más sociológica que numérica o matemática. Se trata de liberar lo que Keynes denominaba los “animal spirits” del ser humano, refiriéndose obviamente a la parte económica del mismo. Y desde un punto de vista positivo, es decir, liberar la capacidad que tiene el ser humano para mejorar, avanzar e innovar, con el objetivo de mejorar su situación personal. Tanto Reagan como Thatcher tuvieron éxito en la fase inicial de este proceso, porque las sociedades en las que aplicaron su medicina estaban muy deprimidas, no solo económicamente, también sociológicamente. Inicialmente fue como agua de mayo.

Donald Trump ha ganado porque, como dijo Bill Clinton, “es la economía, estúpido”

¿Y cuál es la situación económica de EEUU tras la presidencia de Biden? El partido demócrata dice que la inflación se ha estabilizado, pero eso ha sido después de que el precio de los productos fundamentales haya subido entre el 25 % y el 40 %. Y los alquileres un 50 %. Pero los salarios solo han subido un 15 % en el mismo periodo, por lo que el poder adquisitivo del norteamericano medio - y muy especialmente de las clases a las que les cuesta llegar a fin de mes - se ha reducido en más de la mitad. Que se haya vuelto a niveles de inflación razonables no les sirve de nada, porque no se está recuperando el poder adquisitivo perdido, simplemente ahora se pierde menos. Donald Trump ha ganado porque, como dijo Bill Clinton, “es la economía, estúpido”.

Y si, como dice el refrán, “la historia no se repite, pero rima”, la llegada de Trump a la presidencia cada vez rima más con “años 80”. Fue Reagan el que obligó a los japoneses a fabricar sus coches en Estados Unidos, so pena de pagar fuertes tarifas. Y fue Reagan quien permitió a Norteamérica recuperar el orgullo, geopolítico perdido. Y fue quien dijo que lo mejor que puede hacer el estado es no molestar. No entro en si eso está bien o mal, lo que digo es que rima con lo que dice Trump y que rimará lo que ocurra a nivel económico y bursátil. Tanto para bien como para mal. Cuando se liberan los “animal spirits” sociológicos, les siguen los económicos. Y previamente lo descuentan las bolsas.

La liberación de los “animal spirits” económicos generan alzas bursátiles, tal y como pudimos ver en los años 80. Pero también generan excesos. También lo pudimos ver en los 80. Y no solo excesos de desigualdad social, sino también excesos bursátiles. En el caso norteamericano, esos excesos acabaron en el “crash” bursátil del 87 (aunque, todo hay que decirlo, la recuperación fue relativamente rápida).

La crisis puede tardar, pero lo que va a llegar tan pronto empiece a gobernar Trump será un aumento del nivel de volatilidad

Los excesos bursátiles y económicos se pagan y, si mi teoría es cierta y vamos a vivir excesos financieros, lo primero que hacer es aprovecharlos, no tirarnos meses o años anunciando la siguiente crisis, como hace la mayoría de la gente en los medios y las redes sociales. Pero lo segundo es estar preparados para cuando la avaricia y la especulación hagan que el sistema entre en crisis. Quienes hayan vivido los 12 meses anteriores al “crash” del 87 sabrán a qué me refiero.

La crisis puede tardar, pero lo que va a llegar tan pronto empiece a gobernar Trump será un aumento del nivel de volatilidad. Ya lo vimos en la ocasión anterior. Y tampoco es malo “per se”, es malo para quien no sepa aprovecharlo. Hoy en día, gracias a los fondos de inversión, cualquier inversor puede invertir en cualquier sector o país, incluida la posibilidad de apostar contra cualquiera de ellos, lo que en el mercado se denomina “ponerse corto”.

El “crash” del 87 solo lo pudieron aprovechar los expertos que, además de verlo venir, sabían manejar los productos derivados. Hoy puede hacerlo cualquier inversor que esté bien asesorado y tenga acceso a una plataforma multimarca.

Todo es posible en Norteamérica. Cualquiera que conozca los EE.UU sabe lo rápido que pasan de un extremo a otro. Y no solo en las costumbres: también en el comportamiento económico de los individuos. No descarten que la generación Z se convierta en breve en una nueva versión de los “yuppies” de los 80. Norteamérica pasó del puritanismo extremo en los años 50 al amor libre en los 60 y 70, para luego volver al conservadurismo durante los 80, y - ¿finalmente? - considerar que el concepto “mujer” es un estado mental y no biológico. Y que existen 35 géneros.

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