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¿Por qué la gente confía en su banco para invertir su dinero?
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¿Por qué la gente confía en su banco para invertir su dinero?

Hemos podido leer en prensa diferentes testimonios de inversores que han perdido gran parte de sus ahorros e incluso clientes que han perdido dinero que ni siquiera tenían

Foto: Afectados por las preferentes de Bankia.
Afectados por las preferentes de Bankia.

En una tribuna anterior nos preguntábamos si era posible que los servicios de inversión digitales pudieran generar confianza. A la vista de lo sucedido en el caso del Banco Popular, la pregunta obligada es: ¿por qué los servicios de inversión proporcionados por entidades financieras generan confianza?

En las últimas semanas, hemos podido leer en prensa diferentes testimonios de inversores que han perdido gran parte de sus ahorros e incluso clientes que han perdido dinero que ni siquiera tenían. Es el caso del dinero prestado para acudir a la última ampliación de capital que el Popular realizó.

Normalmente, hacer afirmaciones contundentes en finanzas suele ser problemático, porque las finanzas son una ciencia social y por tanto no existen leyes o principios inamovibles. Toda afirmación está sujeta a circunstancias y momentos concretos en los que podría ser correcta. Sin embargo, creo que hay una recomendación que podemos hacer de forma taxativa: no es una buena idea invertir de forma apalancada en acciones individuales, especialmente si quien te ofrece la financiación es la propia entidad financiera cuya acción estás pensando comprar. Es más, no es recomendable invertir una gran parte de tu patrimonio en una sola acción. Está claro que la ganancia potencial es elevadísima, pero los riesgos asociados hacen que no sea una estrategia adecuada.

La lista de inversiones ofrecidas por entidades financieras cuestionables por su concentración de riesgos es larguísima: acciones preferentes, deuda subordinada, emisiones obligatoriamente convertibles, bonos garantizados… Todas estas inversiones deberían representar en el mejor de los casos una muy reducida parte del patrimonio del ahorrador, de tal forma que en caso de que la entidad emisora sufriera algún contratiempo, el ahorro del inversor apenas si se viera afectado.

La lista de inversiones ofrecidas por entidades cuestionables por su concentración de riesgos es larga: preferentes, subordinada, convertibles...

Este principio de diversificación es algo que todos los inversores institucionales tenemos grabado a fuego. Es más, el regulador también se preocupa por este principio de diversificación y obliga, por ejemplo en los fondos de inversión, a no tener más de un 5% de exposición a una empresa en concreto o más de un 10% a un grupo societario. Sin embargo, esta diversificación es una regla que no cumplen muchos inversores particulares.

Con la llegada de la crisis, hemos comprobado cómo las entidades financieras no han dudado en utilizar a sus clientes como fuente de financiación barata (tanto del capital como de financiación ajena), olvidando en este proceso las mínimas reglas de diversificación. Esto de nuevo nos hace preguntarnos la razón por la que las entidades financieras siguen generando confianza en sus clientes de cara a gestionar sus patrimonios. Las causas que podemos identificar son:

1. Su potentísima red de distribución: las entidades financieras españolas tienen una estructura comercial envidiada en otras geografías.
2. La comodidad o el 'cross selling': la entidad financiera provee muchos servicios bancarios a su cliente (financiación, servicio de pago) y de paso también gestiona su patrimonio.
3. La marca: las entidades financieras tienen marcas perfectamente reconocibles.

A la vista de estas causas, antes de suscribir una inversión con su entidad financiera, reflexione y procure tomar su decisión sabiendo que está tratando con un experimentado vendedor (que no asesor), que además es la decisión de menor esfuerzo y que se siente seguro porque ha visto muchas veces la marca de la entidad. Analice con una sana dosis de escepticismo cualquier recomendación de inversión que le llegue, si tiene la oportunidad pida una segunda opinión sobre la propuesta en otra entidad y valore ante todo la diversificación y los costes.

En una tribuna anterior nos preguntábamos si era posible que los servicios de inversión digitales pudieran generar confianza. A la vista de lo sucedido en el caso del Banco Popular, la pregunta obligada es: ¿por qué los servicios de inversión proporcionados por entidades financieras generan confianza?

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