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Covid-19 y la amenaza sobre emergentes
Los gobiernos están respondiendo con medidas fiscales, aunque de momento con carácter local, que suponen inyectar en la economía cantidades ingentes de dinero
El foco del virus se encuentra actualmente en Europa y los gobiernos están respondiendo con medidas fiscales, aunque de momento con carácter local, que suponen inyectar en la economía cantidades ingentes de dinero para que la crisis económica que se avecina, producto de la crisis sanitaria, tenga carácter coyuntural. Pero la pandemia, como consecuencia de la construcción de una sociedad global y un mundo cada vez más interconectado, se está expandiendo a una velocidad de vértigo, afectando también a los países emergentes que, sin duda, no van a tener esa capacidad de respuesta.
En la última década, los países emergentes han experimentado un aumento de su vulnerabilidad financiera y de la deuda en un contexto de crecimiento económico tibio, ralentización del comercio, lentitud de las inversiones reales y crecientes desigualdades de ingresos. Países que ya corrían un alto riesgo de sufrir problemas de deuda externa soberana a finales de 2019 han llegado a la fecha de hoy con una carga de la deuda insostenible. Se estima que la deuda total roza el 200% del PIB de los mercados emergentes, siendo la deuda privada cercana a tres cuartas partes de esta, en su mayor parte debido a la expansión del apalancamiento de las empresas privadas.
Además, la creciente proporción de deuda soberana, que es propiedad de instituciones extranjeras no bancarias, ha supuesto un aumento de los costos del servicio de la deuda y un alud de obligaciones sobre bonos internacionales con plazos de vencimiento relativamente cercanos en el tiempo que acaecerán a lo largo de la próxima década. A esto se suma que se estima que una gran parte de la deuda de las empresas privadas no financieras de los países en desarrollo (alrededor del 35%) está en manos de acreedores externos, y denominada en moneda extranjera. Y, por último, pero no menos importante, la deuda corporativa en muchos mercados emergentes se está expandiendo mucho más rápidamente que la inversión en capital físico, lo que sugiere un sesgo especulativo sin visos de poder aumentar el potencial de crecimiento y, por lo tanto, la capacidad de amortización en el futuro.
Este endeudamiento, cada vez más complejo, peligroso y de rápido crecimiento, no augura nada bueno para la capacidad de soportar otro choque externo como el causado por el Covid-19, máxime cuando la posición de liquidez de estos mercados está tan gravemente amenazada. Las razones son tanto de “stock” como de “flujo”. Por un lado, la relación entre las reservas internacionales y la deuda (stock) a corto plazo ha venido disminuyendo desde 2009 de manera constante hasta la fecha y, por otro, la desaceleración del crecimiento experimentada desde mediados de 2019 ha visto una reducción de los ingresos de exportación (flujo), tanto por el menor volumen comercial como por el deterioro de los términos de intercambio.
Es por ello que los ingresos de exportación y las reservas directas no parecen ser suficientes para frenar los desequilibrios acumulados, por no hablar de los efectos del Covid-19. Por último, entendiendo que esta crisis también conlleva un choque del lado de la oferta, es necesario anticipar lo que sucederá en el futuro de una región tan profundamente integrada comercialmente y en términos de financiación con China, un país que ha quedado tocado.
Los países en desarrollo ya se enfrentan al deterioro de sus posiciones de deuda, carecen de ingresos procedentes de los productos básicos y el comercio, mientras que la financiación de China y los mercados desarrollados sigue siendo deficientes. Y ahora se suma el Covid-19. Con los niveles actuales de reservas, la capacidad de los mercados emergentes para amortiguar el retroceso de esta crisis parece más que limitada.
El foco del virus se encuentra actualmente en Europa y los gobiernos están respondiendo con medidas fiscales, aunque de momento con carácter local, que suponen inyectar en la economía cantidades ingentes de dinero para que la crisis económica que se avecina, producto de la crisis sanitaria, tenga carácter coyuntural. Pero la pandemia, como consecuencia de la construcción de una sociedad global y un mundo cada vez más interconectado, se está expandiendo a una velocidad de vértigo, afectando también a los países emergentes que, sin duda, no van a tener esa capacidad de respuesta.