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El significado de la última revisión de las perspectivas del FMI
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Gonzalo de Cadenas-Santiago

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El significado de la última revisión de las perspectivas del FMI

La revisión de enero de 2022 del organismo obliga una vez más a no ser demasiado optimista y darle probabilidad a lo que se maneja como 'escenario estresado'

Foto: Directora del FMI, Kristalina Georgieva (EFE)
Directora del FMI, Kristalina Georgieva (EFE)

La revisión realizada en enero de 2022 por parte del FMI en comparación con una visión de consenso obliga una vez más a no ser demasiado optimista y darle probabilidad a lo que normalmente manejamos como un escenario estresado en términos del agregado del crecimiento, no solo por la colección de riesgos que sesgan la visión a la baja sino por un esperado retorno lento hacia normalidad acompañado de shocks epidemiológicos que se mantienen hasta bien entrado 2023.

El nuevo escenario del organismo contempla un crecimiento mundial del 4,4% en 2022, es decir, medio punto porcentual menos en 2022 de lo previsto en octubre. Para 2023, espera el 3,8%, 0,2 puntos porcentuales más, un repunte que viene acompañado por la desaparición de los factores que inducen un menor crecimiento en el segundo semestre de 2022 y como consecuencia de la normalización de la situación de la pandemia.

El grueso de la corrección ocurre en las economías desarrolladas y, fundamentalmente, en EEUU, donde el crecimiento pasó del 5,2% en 2022 y 2,2% en 2023 al 4,0% y 2,6%, respectivamente. En las economías emergentes esperan un crecimiento promedio cercano al 4,8% durante los próximos dos años, con lo que la aportación al crecimiento global será inferior al de los años anteriores.

Foto: EC.
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En términos de las vías conductuales del nuevo escenario del FMI obtenemos una serie de conclusiones. Por un lado, a medida que avanza la nueva variante ómicron, los países han vuelto a instituir restricciones a la movilidad y esto hace descontar un impacto en la actividad. A su vez, se produce un menor crecimiento en las dos economías más grandes, EEUU y China. Como tercera conclusión, añadiría que, en el caso de Estado Unidos, el repliegue anticipado de la política monetaria acomodaticia y los continuos trastornos del suministro son los principales factores que han generado una revisión a la baja de 1,2 puntos porcentuales en las expectativas de crecimiento. En el caso de China, los trastornos atribuibles a la pandemia en el contexto de una política de tolerancia cero de la COVID-19 y las prolongadas tensiones financieras entre los urbanizadores se tradujeron en un recorte de las proyecciones de 0,8 puntos porcentuales.

Por otro lado, la inflación es más alta y generalizada de lo previsto, sobre todo en Estados Unidos y en numerosas economías de mercados emergentes y en desarrollo. Se prevé, de hecho, que la inflación elevada continuará más de lo contemplado en octubre y que los cortes en las cadenas de suministro y los altos precios de la energía persistirán en 2022. Se espera una tasa promedio del 3,9% en las economías avanzadas en 2022 y del 5,9%, en mercados emergentes y en desarrollo.

Foto: Costa del congestionado puerto de Los Ángeles. (Reuters)

En este sentido, el escenario inflacionario es más parecido del punto de vista conceptual al que contemplo en un escenario estresado. De hecho, se acerca a nuestra estimaciones. Este escenario estresado es para nosotros aquel en el que el impacto sobre los niveles de actividad económica es mayor, ya que, si bien no se alcanza el nivel de restricciones del inicio de la pandemia, resulta ser un escenario sustancialmente peor, ya sea por ineficacia de las vacunas, saturación de los sistemas de salud (por severidad o por transmisibilidad), y porque los contagios obligan a reimponer medidas más severas y prolongadas que tienen impacto sobre la actividad. Esto supone un retorno a la normalidad más tardía, con shocks epidemiológicos que se mantienen hasta bien entrado 2023, aunque de forma progresiva impliquen medidas económicas menos lesivas. De forma relevante, en este escenario el impacto de las cadenas de suministro se torna más adverso, con disrupciones que se propagan a un abanico mayor de bienes y servicios, impulsando la inflación al alza hasta finales de 2022.

En el escenario base del FMI, dan un menor peso a los factores geopolíticos en los precios de la energía, siendo muy coyuntural al alza para luego retroceder en 2023 a medida que se han ido corrigiendo los desequilibrios entre la oferta y la demanda. En su escenario estresado, sin embargo, se incide en la aparición de nuevas variantes del virus, mientras que se intensifican las perturbaciones de las cadenas de suministro, la volatilidad de los precios de la energía y presiones salariales específicas generan mayor incertidumbre en torno a la trayectoria de la inflación y de las políticas. Esto impulsaría aún más las tasas de política monetaria de las economías avanzadas, pudiendo surgir riesgos para la estabilidad financiera, así como para los flujos de capital, monedas y la situación fiscal de las economías de mercados emergentes. Y provocaría una mayor fragilidad financiera por los incrementos significativos en los niveles de deuda en los dos últimos años.

La revisión realizada en enero de 2022 por parte del FMI en comparación con una visión de consenso obliga una vez más a no ser demasiado optimista y darle probabilidad a lo que normalmente manejamos como un escenario estresado en términos del agregado del crecimiento, no solo por la colección de riesgos que sesgan la visión a la baja sino por un esperado retorno lento hacia normalidad acompañado de shocks epidemiológicos que se mantienen hasta bien entrado 2023.

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