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¿Quién será el nuevo miembro de la Zona Euro?
Bulgaria ha dejado atrás un periodo de inestabilidad mostrando una amplia voluntad política de llevar a cabo las reformas necesarias con el objetivo de lograr la estabilidad económica y optar a los fondos de la UE
El año 2023 sirvió para dar la bienvenida a Croacia a la Unión Europea y Monetaria convirtiéndose en la vigésima economía que pasaba a formar parte de la moneda común. La inclusión suponía una novedad, ya que la última incorporación había sido hace casi una década antes, con la entrada de Lituania. La inclusión de Croacia ha abierto la veda para que otras candidaturas ganen peso como es el caso de Bulgaria. El país eslavo ha dejado atrás un periodo de inestabilidad mostrando una amplia voluntad política de llevar a cabo las reformas necesarias con el objetivo de lograr la estabilidad económica y optar a los fondos de la UE.
Actualmente, Bulgaria es el país más pobre de la UE en base a renta per cápita (13.270 €). Con su incorporación al Euro busca impulsar la inversión y mejorar la seguridad crediticia tras una prolongada crisis política visibilizada en cinco elecciones al Parlamento en un plazo de dos años. La corrupción ha sido la principal lacra del sistema político búlgaro como se ha podido ver en que el Parlamento búlgaro no ha logrado aprobar las modificaciones de leyes contra el blanqueo de dinero, la Ley de Seguros y la Ley de Comercio necesarias para la adhesión al euro. Aquí está la principal asignatura pendiente de los búlgaros, citándose en el informe bienal del BCE en el cual se evaluaba negativamente la convergencia legal necesaria.
La consolidación de un sistema político fiable es primordial para los objetivos de integración y en esto se ha apreciado una mejora gracias a la formación de una coalición política llevada a cabo entre los grandes partidos políticos que parece estar estabilizándose. Igualmente importante era el consenso hacia la adhesión europea. Salvo la escasa representación de los partidos prorrusos, la mayoría de las formaciones se han mostrado a favor de la adopción del euro como divisa y la aprobación de las leyes necesarias para converger legalmente con el resto de los países de la Eurozona. El mejor ejemplo ha sido la presentación a la Comisión Europa de la solicitud de pago basada en la consecución de los veintidós hitos y objetivos seleccionados para las subvenciones en el marco del Fondo de Recuperación y Resiliencia. El plan contará con el apoyo de 5,7 M € en subvenciones.
Aunque Bulgaria tiene camino por recorrer, hay ciertos aspectos que avalan la senda de mejora. En el índice de facilidad de negocios del banco mundial, Bulgaria ocupa el lugar 61º de 190 no muy alejada de la economía italiana (58) y por encima de países como Grecia (79). En cuanto a índice de libertad económica, en el estudio elaborado por Heritage, la economía búlgara ocupa el puesto 32º, por encima de España (51º), Francia (57º) e Italia (69º). Un aspecto bastante reseñable de su economía es que la deuda pública del país búlgaro es bastante baja, superando ligeramente el 20% de deuda pública sobre el PIB, pero como vemos, muy por debajo de la media de los países de la zona euro.
En cuanto a índice de libertad económica, la economía búlgara ocupa el puesto 32, por encima de España (51), Francia (57) e Italia (69)
Estos niveles de deuda pública ayudan a que Bulgaria se beneficie de una favorable calificación de riesgo crediticios (Baa1/BBB/BBB), pero que sólo la entrada en el euro debería provocar casi automáticamente una mejora de dos niveles en un período de tiempo relativamente corto. Lo mismo podemos decir de la inflación, la cual se encuentra bastante controlada, situándose en el momento actual en torno al 4,0% y apuntándose a un nivel de llegada del 3,0% para finales del presente año. En cuanto al comercio exterior, la inclusión de Bulgaria en la UEM sería un gran impulsor en un país donde las exportaciones representan casi el 50% del PIB. Aquí, el país eslavo se beneficiaría de su relación con Alemania, destinatario de cerca del 15% de las exportaciones totales. Cobre refinado, trigo, electricidad y petróleo refinado son los principales puntos fuertes en el comercio búlgaro y su inclusión también favorecería el sector productivo de la pirita. Bulgaria fue el mayor exportador mundial de piritas de hierro representando un 50% del total y cuyo destino es en su totalidad China.
Bulgaria también ha avanzado en sus deberes concernientes a la moneda para su integración, participando desde julio de 2020 en el Mecanismo de Tipos de Cambio (ERM II): para formar parte del mecanismo se debe cumplir una serie de requisitos de estabilidad de divisas, como no devaluar el tipo de cambio central frente al euro durante al menos dos años. En lo que se refiere a este aspecto, el BCE ha venido avisando que el lev búlgaro no se ha desviado de su paridad central y su promedio de cotización se ha mantenido de manera recurrente en el 1,95 EURBGN.
Desde finales del siglo pasado, cuando se implantó un mecanismo independiente llamado Currency Board, para gestionar la política monetaria, la historia monetaria de Bulgaria ha sido de relativa responsabilidad y ortodoxia, que escasamente se ve economías de su tamaño. Después de la implantación de esta junta monetaria el 1 de julio de 1997, la inflación y los tipos de interés se desplomaron inmediatamente. Desde entonces, los búlgaros han abrazado firmemente su junta monetaria cuyo resultado ha sido la estabilidad, incluso frente a la crisis del rublo ruso de 1998.
La familia del euro sigue creciendo, y bienvenidos deben ser aquellos países que están dispuestos a renunciar a una política monetaria propia a cambio de los beneficios que para sus ciudadanos y empresas acarrea el uso de una moneda sólida. Los búlgaros ya fueron ejemplo de eso a finales de los 90, abriendo el camino a otros países en su situación para resolver sus problemas hiperinflacionarios. Esperemos que la adopción de la moneda única les traiga el mismo buen resultado en términos de estabilidad monetaria.
*Rodrigo Floro Soler, analista macroeconómico de Intermoney
El año 2023 sirvió para dar la bienvenida a Croacia a la Unión Europea y Monetaria convirtiéndose en la vigésima economía que pasaba a formar parte de la moneda común. La inclusión suponía una novedad, ya que la última incorporación había sido hace casi una década antes, con la entrada de Lituania. La inclusión de Croacia ha abierto la veda para que otras candidaturas ganen peso como es el caso de Bulgaria. El país eslavo ha dejado atrás un periodo de inestabilidad mostrando una amplia voluntad política de llevar a cabo las reformas necesarias con el objetivo de lograr la estabilidad económica y optar a los fondos de la UE.