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Greenwashing, BlackRock y el equilibrio
No han sido pocos los que han puesto en tela de juicio los criterios ESG, señalando con particular interés el rechazo de BlackRock a varias propuestas de accionistas vinculadas a ellos
En estos días, no han sido pocos los que han puesto en tela de juicio los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), señalando con particular interés el rechazo de BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, a varias propuestas de accionistas vinculadas a estos temas. Más allá de las interpretaciones ideológicas que puedan surgir de quienes critican o apoyan estas decisiones, es crucial examinar las razones esgrimidas por BlackRock y su relación con la urgente necesidad de combatir el Greenwashing.
BlackRock ha comunicado que muchas de las resoluciones rechazadas le parecieron exageradas, carentes de mérito económico o enfocadas en resultados que no generarían valor a largo plazo. Algunas, centradas en la gestión de riesgos, ya estaban abordadas en otros documentos o soluciones de las compañías. Por otra parte, en su carta anual, Larry Fink, CEO de BlackRock, ha enfatizado preocupaciones clave como las jubilaciones y un enfoque pragmático en el uso de energías diversas.
Este enfoque, aunque pueda parecer conservador, invita a un debate profundo sobre lo que realmente significa la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa. En primer lugar, destacaría que la búsqueda de resultados a largo plazo es un pilar fundamental de los criterios ESG. Gestionar con una visión a futuro garantiza la estabilidad de las empresas, las personas y, por ende, de los accionistas. Por el contrario, el enfoque en el corto plazo ha demostrado, una y otra vez, generar inseguridad, inestabilidad y, frecuentemente, impactos económicos y sociales negativos que han llevado a grandes crisis. Esta lección aplica no solo a empresas, sino también a gobiernos, instituciones y a la vida cotidiana de las personas.
La búsqueda de valor a largo plazo, entonces, no sólo no está reñida con los principios ESG, sino que es esencial para su verdadera implementación. Y creo que no me equivoco mucho si afirmo que el conjunto de la sociedad (empresas, ciudadanos, Instituciones etc..) es hoy más cortoplacista que nunca, viviendo en un cambio constante en el que no da tiempo a nada.
En este contexto, parece razonable plantear las dos cuestiones de enorme relevancia económica y social a las que Larry Fink hace referencia: las jubilaciones y la generación y uso de la energía. En Occidente, la crisis demográfica y la casi inexistente tasa de reemplazo plantean un reto monumental. ¿Quién puede negar que encontrar soluciones a la continuidad de la actividad económica y al envejecimiento de la población deba ser un tema central en la agenda ESG? Sin embargo, el debate hasta ahora ha sido superficial, reduciéndose a la edad de jubilación y no yendo más allá de tratar a las personas como simples números.
Por otro lado, la transición energética que vivimos es un proceso complejo que no debería guiarse por ideologías, sino por soluciones reales y plazos razonables que no dejen a nadie atrás. La sostenibilidad, en su esencia, no puede permitirse excluir a sectores o comunidades enteras. BlackRock no niega la importancia de las energías renovables, sino que insiste en la urgencia de desarrollar proyectos viables que consideren todos los recursos y actores involucrados.
En resumen, creo que la postura de BlackRock no es la de un rechazo a los principios ESG, sino una llamada a la seriedad y al realismo en su aplicación. Lo que la firma rechaza en realidad es el Greenwashing, esa peligrosa tendencia a presentar como sostenibles iniciativas que, en realidad, no aportan valor tangible, generan costes sin retorno o carecen de una visión integral de los impactos. Simplemente se alejan de la realidad. Comunicar tales proyectos como sostenibles es un ejercicio de falsa retórica al que ciertamente nos hemos acostumbrado pero solo sirve para empañar la verdadera causa de la sostenibilidad.
Esta postura es muy cercana de la directiva europea de Greenwashing, que insta a nombrar las cosas por su nombre, sin exagerar atributos o impactos positivos, y a comunicar con datos ciertos y rigurosos metas, planes y recursos eliminando lo que es irrelevante.
En un mundo donde la comunicación a menudo se desvía de la rigurosidad, volver a los básicos, reflexionar y ser escrupulosos se ha convertido en una necesidad impostergable.
Nieves Álvarez es la Directora Senior & Europe ESG Lead de LLYC.
En estos días, no han sido pocos los que han puesto en tela de juicio los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), señalando con particular interés el rechazo de BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, a varias propuestas de accionistas vinculadas a estos temas. Más allá de las interpretaciones ideológicas que puedan surgir de quienes critican o apoyan estas decisiones, es crucial examinar las razones esgrimidas por BlackRock y su relación con la urgente necesidad de combatir el Greenwashing.
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