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Tribuna Mercados
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¿Qué nos cuesta cerrar las nucleares en España?
El Informe Draghi recomienda extender la vida a largo plazo de las centrales en operación, como solución más económica e inmediata, y promover el desarrollo de una nueva generación de reactores nucleares avanzados
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La Unión Europea se encuentra en un peligroso proceso de estancamiento económico en relación con otras economías: EE.UU y China, fundamentalmente. En el periodo comprendido entre 2008 y 2024, la productividad en Europa ha crecido 11 puntos menos que en los EE.UU; mientras que en España lo hacía 5 puntos menos que la media de la UE: nos deslizamos hacia la irrelevancia. Alemania tiene una “renta per cápita” un 20% inferior a la de los EE.UU, y España, un 40%. Estas desviaciones se han venido ampliando en los últimos 20 años. No es de extrañar que la presidenta de la Comisión Europea encargase un informe sobre este tema al prestigioso economista italiano Mario Draghi, con el resultado de un excelente documento de análisis de causas y propuesta de soluciones. Entre otras, el Informe Draghi trata el problema de la energía en Europa, con una excesiva dependencia de combustibles fósiles, que en gran proporción debemos importar. La electricidad acaba siendo bastante más cara en Europa que en los EEUU y el gas lo hemos estado pagando más de 4 veces el precio en ese país.
Como solución al problema de la energía, el Informe Draghi recomienda la transición del actual sistema energético europeo, hacia otro, seguro, fiable, competitivo y descarbonizado, basado en energías renovables y nuclear, en paralelo con un criterio de electrificación de procesos industriales para reducir el consumo de gas como fuente de calor. El objetivo, alcanzar la neutralidad en emisiones de CO2 en 2050, según los compromisos de París en relación con el cambio climático, con la duplicación de la capacidad del sistema eléctrico europeo en esa fecha; al tiempo que resolvemos nuestros actuales problemas de dependencia exterior y costos de la energía. Draghi insiste en la necesidad de abordar decididamente la descarbonización de la energía, pero sobre bases de respetar la competitividad, y es por ello que plantea mantener la nuclear como solución para la generación eléctrica de base (no emite CO2 y puede funcionar hasta 8.000 horas al año a plena carga, contra 2.000 horas la eólica y 1.600 la fotovoltaica).
Además, siguiendo un consenso generalizado a nivel internacional, recomienda extender la vida a largo plazo de las centrales en operación, como solución más económica e inmediata, y promover el desarrollo de una nueva generación de reactores nucleares avanzados. En los EEUU hay ya 8 centrales como las nuestras, incluyendo North Anna, Referencia de Almaraz y Ascó, que tienen licencia para operar 80 años, y otras 7 en el proceso de extender la que poseen para 60 años, a 80. Nuestras centrales, al igual que las americanas, han venido siendo actualizadas de manera permanente, de modo que todas ellas se encuentran en “el estado del arte”, dentro de su tecnología inicial. La nueva generación de centrales se beneficiará de la acumulación de experiencias obtenidas de las que ahora funcionan, junto al uso de nuevos ciclos del combustible con ventajas importantes, así como de criterios de diseño y ejecución que harán más fiables los cumplimientos de plazos y presupuestos, como se espera que sea el caso con los denominados SMR (Small Modular Reactors, en el rango de los 10 a los 350 MW, con versiones para generar calor para la industria).
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En España tenemos el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC 2021 – 2023), que, en su revisión 2024, plantea la descarbonización de nuestro Sistema Energético, de conformidad, como en el caso del Informe Draghi, con el criterio de neutralidad en carbono en 2050. Sin embargo, el PNIEC no respeta uno de los criterios fundamentales de ese Informe para la transición energética, como es la competitividad: cierra el parque nuclear actual (7,4 GW), que podría generar electricidad a un costo por debajo de los 40 euros por MWh, y lo sustituye por una ingente combinación de eólica y fotovoltaica (33 GW, que comprenden unos 5.000 generadores eólicos y 32 millones de paneles fotovoltaicos), que precisan una importante extensión de la red eléctrica y la construcción de 6 GW de almacenamiento en bombeo reversible. Este planteamiento conlleva una inversión, innecesaria, de más de 60.000 millones de euros, lo que sitúa el costo de sustitución de la generación nuclear por renovables, en el entorno de los 70 euros por MWh, con la dificultad añadida de un sistema difícil de gestionar.
La transición a un Sistema Energético Descarbonizado es una oportunidad muy importante para Europa, pero de manera especial lo es para España. Disponemos de espacio para desplegar renovables y grandes consumidores, nivel de insolación, viento, y climatología agradable para ubicarse, así como un sistema eléctrico moderno, y operadores muy cualificados. Solo nos falta que su transformación sea sobre criterios de competitividad, manteniendo la nuclear como base y extendiendo a largo plazo la vida de las actuales, como se está haciendo en todas partes. Si así lo hacemos, seremos el sitio ideal en Europa para acoger grandes consumidores: centros de datos, que conllevan la implantación de tecnológicas, hidrolizadores, para generar hidrógeno, el vehículo eléctrico, y otras actividades industriales de diversa índole que requieren energía barata. El cierre de las nucleares tiene, además, un impacto negativo muy importante sobre nuestra industria nuclear, que vive del apoyo que proporciona al parque nuclear actual y de la exportación, precisamente en un momento en que se reactiva el uso de la tecnología nuclear en todo el mundo (hay anunciadas unas 500 intenciones de construir nuevas centrales nucleares, de las que 60 se encuentran ya en construcción). Nuestra industria nuclear se ha podido mantener, pese a la Moratoria Nuclear de 1983, pero ahora quedará limitada a su capacidad exportadora, difícil de defender si “en casa” renegamos de lo nuclear.
Único país en el mundo que cierra sus nucleares
La transición hacia un Sistema Energético Excelente en España, es una posibilidad que podría contribuir a resolver muchos de nuestros problemas: el paro estructural elevado, los bajos salarios de los jóvenes, la baja productividad, la ordenación del territorio. Estamos hablando de inversiones muy elevadas, 308.000 millones de euros sólo en el periodo 2021 – 2030. Evidentemente habría que abordar otros problemas endémicos, como es el de la escasa inversión en I&D, que sufrimos de siempre, pero que ningún gobierno hasta ahora ha tomado medidas eficaces al respecto, y que es la causa principal de nuestra falta de productividad: no llegamos al 1,5% del PIB en I&D, cuando deberíamos prepararnos para poder gestionar bien hasta el 3%, para ir recuperando retrasos. Necesitamos una reforma universitaria eficaz, que aporte fondos para I&D a las Universidades y a los Centros de Investigación, que se interrelacionen con una industria con futuro y en base a ello, y a una financiación asequible, se vaya creando un vivero de empresas tecnológicas innovadoras, los “Unicornios”, hasta ahora desconocidos en nuestro país. No hace falta tener un gran tamaño para ello, lo ha hecho Israel, que en lo que va de siglo nos ha sacado 20 puntos de ventaja en “renta per cápita”.
Nos encontramos ante una excelente oportunidad, pero con la amenaza de no poder aprovecharla. El cierre de las nucleares trae consigo enterrar un activo con un valor residual superior a los 30.000 millones de euros, invertir innecesariamente 60.000 millones para sustituir su generación con renovables, y movilizar con cuarenta años de anticipación los 12.000 millones acumulados por el Fondo de ENRESA al cierre programado (para su desmantelamiento y la custodia del combustible consumido). Todo ello junto a un impacto muy negativo en un área tan prometedora como es hoy día el de la tecnología nuclear y otras aplicaciones de la física nuclear, de lo que vamos a estar ausentes. Pero, ¿quién pagará esa abultada factura, las eléctricas, la banca? No, la vamos a pagar los ciudadanos de a pie, como pagamos en su día la Moratoria Nuclear. ¿Lo recuerdan?, durante años, en la “factura de la luz”. Ah, y en la economía en general. Adicionalmente, si el cierre de las nucleares se cumple rigurosamente, como parece, y las previsiones en construcción de renovables, almacenamiento y red se incumplen, como viene ocurriendo, el resultado será un aumento de gas natural importado, y con ello un mayor costo de la electricidad para el consumidor, junto al incumplimiento de nuestros vertidos de CO2. No es de extrañar que en estos momentos seamos el único país en el mundo que cierra sus nucleares.
La Unión Europea se encuentra en un peligroso proceso de estancamiento económico en relación con otras economías: EE.UU y China, fundamentalmente. En el periodo comprendido entre 2008 y 2024, la productividad en Europa ha crecido 11 puntos menos que en los EE.UU; mientras que en España lo hacía 5 puntos menos que la media de la UE: nos deslizamos hacia la irrelevancia. Alemania tiene una “renta per cápita” un 20% inferior a la de los EE.UU, y España, un 40%. Estas desviaciones se han venido ampliando en los últimos 20 años. No es de extrañar que la presidenta de la Comisión Europea encargase un informe sobre este tema al prestigioso economista italiano Mario Draghi, con el resultado de un excelente documento de análisis de causas y propuesta de soluciones. Entre otras, el Informe Draghi trata el problema de la energía en Europa, con una excesiva dependencia de combustibles fósiles, que en gran proporción debemos importar. La electricidad acaba siendo bastante más cara en Europa que en los EEUU y el gas lo hemos estado pagando más de 4 veces el precio en ese país.