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El movimiento es vida
En este mundo aceleradamente cambiante, es relevante reevaluar periódicamente y con pragmatismo los caminos que nos hemos marcado para alcanzar nuestras metas
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Ningún hombre puede cruzar dos veces el mismo río, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos. Esta realidad de cambio continuo la resumía un antiguo filósofo en una sencilla frase: el movimiento es vida. Y, aunque sobra decirlo, cuánta razón tenía.
En este mundo aceleradamente cambiante, es relevante reevaluar periódicamente y con pragmatismo los caminos que nos hemos marcado para alcanzar nuestras metas. Porque ni las aguas que tendremos que cruzar ni nosotros seremos los mismos que cuando los definimos. Y esto aplica también a los planes que trazamos para alcanzar los objetivos en materia de energía y clima.
En lo que respecta a objetivos, el de neutralidad climática a 2050 es irrenunciable, y la transición energética necesaria para lograrlo es una enorme oportunidad para España. Porque contamos con uno de los tejidos industriales, tecnológicos y empresariales más competitivos del mundo en materia de energía, y porque nuestro territorio y recursos autóctonos (sol, viento, agua, residuos…) nos sitúan a la cabeza de Europa para conseguirlo.
Pero es necesario reevaluar cuáles son los caminos que nos hemos marcado y sus avances, qué es preciso hacer de aquí a 2050 y cómo impactará en la competitividad y autonomía energética nacional, que tan críticos han demostrado ser en los últimos tiempos.
En España, esos caminos los establece el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-30, con un primer horizonte en 2030; más allá, no hay camino definido.
Según un reciente informe publicado por Exolum y Deloitte*, en el que se analiza la probabilidad de cumplimiento del PNIEC, se han producido grandes avances en la reducción de la intensidad energética y en la evolución del mix de generación eléctrica (incluyendo autoconsumo), pero, en sectores como el transporte y la movilidad o la climatización de los hogares, no se está consiguiendo la necesaria penetración de los nuevos vectores energéticos sostenibles. De la aplicación de políticas que incentiven la adopción de estas tecnologías, como los combustibles renovables, dependerá que podamos cruzar ese primer río de 2030 y, además, que lo hagamos sin lastrar la competitividad de la industria y sin poner en riesgo la meta de alcanzar la neutralidad climática en 2050.
A estas alturas no es necesario decir que desde la industria del combustible estamos firmemente comprometidos con alcanzar el objetivo de neutralidad climática en 2050. Pero lo que no está de más, quizás, es insistir en que nuestro compromiso es hacerlo de la forma más eficiente posible, con visión país.
Como industria, suministramos más del 50% de la energía final que se consume en España
Como industria, suministramos más del 50% de la energía final que se consume en España y garantizamos la movilidad nacional de una forma cada vez más sostenible, con una penetración creciente de combustibles renovables, producidos principalmente a partir de residuos (cada litro de combustible que se suministre en España en 2025 para transporte en carretera va a contener de media un 11% de combustible renovable). Contamos con nueve refinerías para hacerlo posible, las más flexibles y competitivas de Europa, y más de 12.300 estaciones de servicio, de las cuales casi 900 ofrecen combustible 100% renovable. Estos combustibles renovables ya se utilizan también en otros modos de transporte, como la aviación y el transporte marítimo. Nuestro sector genera más de 200.000 puestos de trabajo y los profesionales con los que cuenta tienen un empleo de calidad y están comprometidos con el servicio esencial que representamos, e invertimos, desde hace una década, cerca de 700 millones de euros al año en la descarbonización y la reducción de emisiones. Y queremos, además, acelerar esta tendencia hacia la descarbonización de nuestros procesos y productos.
Desplegar todo este potencial requiere certeza y claridad regulatoria, incentivos fiscales para promover su consumo y pragmatismo al definir los caminos con los que llegar a nuestros objetivos nacionales de descarbonización, permitiendo que sea el usuario quien decida cuál es la solución sostenible más eficiente en cada caso y que mejor se adapta a sus necesidades. Esto es lo que se conoce como neutralidad tecnológica, pero también puede llamarse sentido común.
Contamos con nueve refinerías para hacerlo posible, las más flexibles y competitivas de Europa, y más de 12.300 estaciones de servicio
Las principales compañías de nuestra industria han aplicado ese sentido común y se han transformado, para permitir afrontar la transición energética de una forma descarbonizadamente eficiente como país. Han desplegado planes estratégicos con fuertes inversiones en proyectos de reducción de emisiones, como la producción de combustibles renovables a partir de residuos, combustibles sintéticos, hidrógeno verde y captura de carbono. Y nuestra Asociación, como reflejo de una industria que ha diseñado su propio futuro, ha evolucionado también.
Nos hemos transformado y queremos seguir transformando el país, sumando a todos aquellos que necesiten nuestras soluciones, ya sea porque no tienen alternativa de descarbonización o porque, aun teniéndola, no se adapta lo suficiente a sus necesidades. Por tierra, mar y aire. De una forma eficiente y competitiva. Para que todos podamos cruzar con garantías el río de la neutralidad climática en 2050, siendo un país más sostenible, más competitivo y más autosuficiente, con mayor empleo e industria. En definitiva, con mayor riqueza.
De todo ello conversaremos el próximo 24 de abril en "Una industria en movimiento: Sostenibilidad y seguridad suministro en el presente y el futuro": una cita donde hablaremos sobre los retos de nuestra industria, visibilizando que nuestro movimiento, mueve el país. Y ya sabemos que el movimiento, ahora y en el futuro, siempre es vida.
* I Observatorio de Tendencias en el contexto de la Transición Energética
*Elena Mateos, directora general de AOP
Ningún hombre puede cruzar dos veces el mismo río, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos. Esta realidad de cambio continuo la resumía un antiguo filósofo en una sencilla frase: el movimiento es vida. Y, aunque sobra decirlo, cuánta razón tenía.