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De mayor quiero ser Emilio Botín Jr.
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Alberto Artero

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De mayor quiero ser Emilio Botín Jr.

Harto trabajo me está constando convencer a mis hijos de que el futuro no pasa por el fútbol, ni por extinguir incendios, ni siquiera por el

Harto trabajo me está constando convencer a mis hijos de que el futuro no pasa por el fútbol, ni por extinguir incendios, ni siquiera por el tan patrio menester de lidiar reses bravas, metas propias de los seis años que contemplan al mayor de ellos. “Que va, mi vida. Tú lo que tienes que ser de mayor es un remedo de Emilio Botín, pero del junior, que tiene la cintura del futbolista, la valentía controlada del bombero y el gusto por el riesgo del torero. Tres en uno. Qué más se puede pedir. Y además las cosas le salen bien. Mira para Santander, cariño, y aprende, que ahí está el futuro. Y a ver si de ésta me retiras”.

Por que hay un hecho cierto. Lo ha vuelto a hacer. El “he did it, again”, es el comentario generalizado en los foros internacionales respecto a la operación sobre Antovenetta anunciada ayer por el ahora patriarca de la saga. Antes de poner un pie en la entidad italiana, ya le ha dado el pase con unas plusvalías de casi 3.500 millones de euros y si dije estratégico ni me acuerdo, pies para que os quiero, si encuentro otra mejor. Así es la forma de actuar de don Emilio, claro triunfador de la Operación ABN. Miren los gráficos de Fortis, Royal Bank of Scotland, y hasta de la misma Barclays, y descubrirán por qué hay razones para preocuparse sobre el sector financiero. Caídas en picado que cuestionan hasta las ampliaciones de capital que tenían preparadas. Sin embargo, en Boadilla del Mundo, como se le empieza a conocer, sólo se escuchan sonrisas taimadas, que no hay que hacer leña del árbol caído. Nobleza obliga.

Y es que la operación es redonda. No interesa estar en un mercado tan maduro, fragmentado e intervenido políticamente como el italiano, a través, además, de una entidad que no cuadra con la Ley de los Grandes Números que maneja Botín con su 3% de cuota. Ergo, donde dije digo, digo Diego y a otra cosa butterfly, guiño del ojo a un Abbey con el que espera romper el oligopolizado mercado retail británico. Y Monte Paschi que apechugue una compra por debajo del 6% ROI que supone el 75% de su capitalización actual, apuesta por el tamaño frente a la rentabilidad. Más al contrario, el crecimiento del Santander ha de venir por oportunidades geográficas, como el Real de Brasil (ay si el BBVA sacara partido de su mejicano Bancomer) o de negocio como el crédito al consumo. Y ahí es donde va a poner su ojo el banquero. Eso sí. Con un 1% más de core capital, hasta cerca del 6,5%, en un momento en el que la crisis de liquidez empieza a apellidarse de solvencia, como prueba el colapso de unas bolsas americanas y europeas donde sólo los más cándidos podían pensar que las aproximaciones iniciales de los bancos sobre productos tan poco líquidos y transparentes como los afectados eran ciertas. Triunfo que fue, again, de la esperanza (con minúscula) frente a la experiencia.

Una transacción rápida, no planificada de antemano y precipitada por el interés de Monte Paschi, como prueba la precariedad de la presentación a los analistas, pero que permite al Santander sentarse a ver los toros desde la barrera con el zurrón forrado no sólo por los 9.000 millones en metálico que se mete para la buchaca (que permiten aumentar la rentabilidad de la inversión en ABN en un 6% a 2010 hasta el 19%, según la entidad), sino también por los 7.000 de las obligaciones convertibles, los 4.000 de la deuda subordinada, los ingresos derivados de la venta del paquete de Telefónica y lo que pueda sacar de la subasta de los inmuebles. No está mal. Un exceso de recursos que puede rondar los 6.000 millones de euros a la espera del mar de oportunidades que en el sector financiero puede generar la crisis actual. Habrá nuevas compras que cumplan con el fit estratégico y financiero exigido por Botín et altri. Seguro. Pongo mi mano en ello.

“Por eso, hijo mío, no te enceles en profesiones que no van a ninguna parte. Tú, mi amor, de banquero. Pero no de uno cualquiera, sino de Botín. Talla Junior. Que se equivoca, como con Sovereign, nadie es perfecto, pero que cuando los demás van, él viene; cuando todos venden, él compra; cuando nadie duerme, él sueña con un futuro mejor para sus accionistas. Aunque le tiemble el pulso en la carta dirigida a los mismos, eso sí”. A controlar un banquito con un porcentaje mínimo pero dando guerra. Y que alguien venga a chistarte. Trader o no, lo que importa es que gane dinero. Y en eso don Emilio, es, definitivamente, un auténtico crack. Buen fin de semana, cariño, y a todos ustedes, amados lectores, también. Dulces sueños.

Harto trabajo me está constando convencer a mis hijos de que el futuro no pasa por el fútbol, ni por extinguir incendios, ni siquiera por el tan patrio menester de lidiar reses bravas, metas propias de los seis años que contemplan al mayor de ellos. “Que va, mi vida. Tú lo que tienes que ser de mayor es un remedo de Emilio Botín, pero del junior, que tiene la cintura del futbolista, la valentía controlada del bombero y el gusto por el riesgo del torero. Tres en uno. Qué más se puede pedir. Y además las cosas le salen bien. Mira para Santander, cariño, y aprende, que ahí está el futuro. Y a ver si de ésta me retiras”.

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