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Prepárense para pagar Patrimonio el año que viene
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Alberto Artero

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Prepárense para pagar Patrimonio el año que viene

Comentaba hace un par de días José Luis Lobo en la casa madre de Cotizalia, El Confidencial, que nuestro nunca suficientemente bien ponderado presidente empezaba a

Comentaba hace un par de días José Luis Lobo en la casa madre de Cotizalia, El Confidencial, que nuestro nunca suficientemente bien ponderado presidente empezaba a sufrir lo que los psicólogos han bautizado como Síndrome de la Moncloa, esa suerte de encantamiento que lleva a quien lo padece a creerse la mamá de Tarzán, sobreestimar su rol urbi et orbe, escuchar únicamente a los aduladores profesionales que le bailan el agua y alejarse peligrosamente de la realidad. Una ilusión de trascendencia histórica que no se ha podido producir en peor momento, la verdad. Está bien defender el derecho de España a contribuir en ese intento colectivo, veremos si frustrado o no, por definir el nuevo escenario que va a regir el sistema financiero mundial a partir de ahora, iniciativa de Sarkozy. Pero es mucho más importante, no les quepa ninguna duda, cumplir con las promesas realizadas. Especialmente cuando éstas tienen por objeto aumentar la renta disponible de las familias y evitar la asfixia financiera de las pequeñas y medianas compañías. A día de hoy, ni está aprobada la supresión del Impuesto de Patrimonio, ni tampoco la devolución mensual del IVA a las empresas que con tanto artificio anunciara el Gobierno hace ahora más de seis meses. Tirón de orejas para él.

En efecto, fue el pasado mes de abril. Solbes y De la Vega salieron a la palestra con una batería de medidas que, bajo la premisa de “mantener la estabilidad presupuestaria a lo largo del ciclo”, primera en la frente, incluían la ineficaz devolución de los 400 euros, una serie de ayudas al sector inmobiliario, premonitorios cambios en la fiscalidad de los rendimientos de la deuda pública en manos de los no residentes (con especial referencia a la titularidad por firmas domiciliadas en paraísos fiscales) y, entre otras, las dos iniciativas que hemos comentado con anterioridad, tal y como recoge la propia web de Moncloa. Se articularían a través tanto de un Real Decreto Ley como de un Acuerdo del Consejo de Ministros. El primero tardó poco tiempo en ver la luz. Apenas un fin de semana. El RDL 2/2008 de medidas de impulso a la actividad económica nació, en efecto, tres días más tarde, el 21 de abril. En él ninguna referencia explícita al Impuesto del Patrimonio, ni para bien ni para mal, y aprobación de reformas en la fiscalidad indirecta que poco o nada tenían que ver con el plan de reintegros por la vía rápida proclamado a bombo y platillo el viernes anterior. Por exclusión debía de tratarse de materia que requiriera acuerdo gubernamental y tratamiento parlamentario.

Lo que nadie se podía imaginar es que, con la que empezaba a caer tanto en España como fuera de nuestras fronteras, tuvieran que pasar cuatro meses para que hubiera un atisbo de interés real por parte de nuestro poder ejecutivo en implantar las medidas objeto de este artículo. O es que, simplemente, eran, ya nos vamos acostumbrando, bocetos de algo que buscaba simular acción pero que carecía entonces de sustancia real. En su defensa cabe argüir que su materialización, prevista para 2009, permitía dilatar los plazos. Pero aún así. A Dios rogando y con el mazo dando, ¿no? Es en el Consejo de Ministros extraordinario de 14 de agosto de 2008 cuando, a la vez que se ponen sobre la mesa otras 24 ideas de “reforma estructural e impulso a la financiación de pequeñas y medianas empresas” españolas,  se aprueba (sic) la eliminación del Impuesto de Patrimonio (que ya en abril había encontrado hasta carácter retroactivo a 1 de enero de 2008, toma ya) y las devoluciones mensuales de IVA, proposiciones ambas que permitirían inyectar hasta 7.800 millones de euros de liquidez a nuestra economía el año que viene. Se aprueba lo aprobado y tiro porque me ha tocado: proyecto de ley al canto y a disfrutar al sueño congresual y senatorial de los justos.

Porque no se crean que esos representantes parlamentarios que ustedes y yo hemos elegido, mal que bien, y cuya retribución sale de nuestros impuestos, se han matado. Oiga, que va. Cerrado por vacaciones hasta el 5 de septiembre que es cuando la iniciativa legislativa el publicada por el Congreso. 25 días más por si el retraso acumulado fuera poco. Y, a partir de ahí, a la Comisión de Economía y Hacienda. Una comisión que espera  al  14 de octubre, mes y medio más tarde de su recepción, para corregir las erratas del texto original y que no ha hecho sino ampliar sucesivamente el plazo de enmiendas a través de prórrogas cuyo último vencimiento es de 16 de octubre, seis días atrás, y ya sólo en relación con el articulado, pues las objeciones a la totalidad fueron objeto de debate el día anterior. No esperen nada con el follón de los presupuestos de por medio. Sigue corriendo el reloj. Tic-tac, tic-tac. Total que, más de seis meses más tarde, de momento y no sé por cuanto tiempo,  si usted era sujeto pasivo del Impuesto de Patrimonio en 2007, lo sigue siendo en 2008, aunque le digan lo contrario, y si el pago del IVA le tenía en la cuerda floja un trimestre sí y otro también, su panorama no ha cambiado sustancialmente.

Si uno es mal pensado y ve la situación financiera tanto de las cuentas del Estado como de alguna Comunidad Autónoma puede llegar a pensar en una dilación consciente y consensuada por parte de los principales grupos políticos del país. ¡Qué cosas tienes McCoy, que te van a salir cuernos y rabo!  Bueno, se trata de una sospecha infundada, seguro, pero factible a día de hoy. Y ese pecado, el de la desidia administrativa, es el que debe llevar la penitencia de la denuncia que hoy realizamos. Si la norma hubiera sido ya aprobada, no habría razón para este artículo. El puedo prometer y prometo es propio de otra época. Si usted va a actuar, actúe. Y cuanto antes mejor. Los ciudadanos, unos más y otros menos, hacen una delegación de confianza en sus iniciativas públicas. Malo si tienen que hacer un seguimiento exhaustivo de su tramitación. A dos meses del cierre del ejercicio natural, mantener la incertidumbre sobre la materia que hoy nos ocupa no sólo es un ejercicio de irresponsabilidad sino de doblez política absolutamente reprobable. Por parte tanto del proponente como del contendiente. No es la hora de la pusilanimidad sino de la acción. Just do it. 

Comentaba hace un par de días José Luis Lobo en la casa madre de Cotizalia, El Confidencial, que nuestro nunca suficientemente bien ponderado presidente empezaba a sufrir lo que los psicólogos han bautizado como Síndrome de la Moncloa, esa suerte de encantamiento que lleva a quien lo padece a creerse la mamá de Tarzán, sobreestimar su rol urbi et orbe, escuchar únicamente a los aduladores profesionales que le bailan el agua y alejarse peligrosamente de la realidad. Una ilusión de trascendencia histórica que no se ha podido producir en peor momento, la verdad. Está bien defender el derecho de España a contribuir en ese intento colectivo, veremos si frustrado o no, por definir el nuevo escenario que va a regir el sistema financiero mundial a partir de ahora, iniciativa de Sarkozy. Pero es mucho más importante, no les quepa ninguna duda, cumplir con las promesas realizadas. Especialmente cuando éstas tienen por objeto aumentar la renta disponible de las familias y evitar la asfixia financiera de las pequeñas y medianas compañías. A día de hoy, ni está aprobada la supresión del Impuesto de Patrimonio, ni tampoco la devolución mensual del IVA a las empresas que con tanto artificio anunciara el Gobierno hace ahora más de seis meses. Tirón de orejas para él.

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