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Por qué la banca tiembla ante 2010
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Alberto Artero

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Por qué la banca tiembla ante 2010

Resulta irrelevante a estas alturas el debate acerca de la veracidad o no de las cuentas de las entidades financieras. Es una obviedad que la banca

Resulta irrelevante a estas alturas el debate acerca de la veracidad o no de las cuentas de las entidades financieras. Es una obviedad que la banca y las cajas están haciendo lo que pueden para maquillar su cuenta de resultados y su balance. Igual que es evidente que tal manipulación, por sutil o explícita que sea, se hace con la connivencia de un Banco de España y un Gobierno que han decidido, penosa ocurrencia en el momento actual, intercambiar sus roles: mientras que MAFO habla de ajustar el déficit fiscal y acometer la reforma laboral, la consolidación bancaria gira en torno a un fondo de control administrativo como es el FROB. De locos.

Se trata, por tanto, la del maquillaje de una irregularidad flagrante asumida colectivamente. Miren si no donde coloca Banesto sus saneamientos en la página 7 de su cuenta de resultados. Total, deben pensar, el orden de los factores no altera el producto, como nos enseñaban en el cole (CNMV, Resultados de Banesto Q3). O que los demás nos chupamos el dedo, que también puede ser. Pero bueno, más allá de lo anecdótico, es de todos sabido que la mentira tiene las piernas muy cortas y será 2010 donde se vea la verdadera realidad de las cuentas anuales del sector en España. Y es que convergen, especialmente en su primer semestre, factores operativos, por una parte, y de activo y pasivo, por otra, que están llamados a convertirse en el particular Rubicón a cruzar por el sector. A partir de eso momento, como dijo en su momento Julio César, la suerte estará echada y veremos quién sigue y quién se queda por el camino.

En efecto, se espera en el negocio ordinario una fuerte contracción del margen de intereses. ¿Cuánto? Alrededor del 15%. Será el resultado de un doble fenómeno: la revisión a la baja del precio de los créditos que aún no se han beneficiado de la caída del Euribor y el previsible repunte de los costes de financiación. La tabla de salvación a la que se ha aferrado hasta ahora la banca comercial hará aguas, sin que quepa el asidero ni de las comisiones ni de los resultados por operaciones financieras que, en el mejor de los casos, se mantendrán como están. Obviamente el impacto será menor en aquellas firmas más diversificadas geográficamente, que cuenten con negocios complementarios al minorista de cierta relevancia o tengan un sistema de floors en la financiación concedida que limite la caída de sus ingresos. Pero aún así, el conjunto de la industria sufrirá, y mucho, toda vez que la mejora adicional de eficiencia se antoja limitada salvo que se acometan procesos de concentración que ayuden a reducir la capacidad del sistema.

Por el lado del activo, a los problemas acumulados en los últimos meses, activos inmobiliarios,  sostenimiento artificial de créditos zombies o disminución en el valor de las participadas,  entre otros, se une ahora la temida morosidad empresarial una vez que se vea que los planes de contingencia previstos por muchos acreditados quedan en agua de borrajas. Un tipo de impago de muy baja recuperabilidad ya que el valor residual de los bienes que pueden servir como garantía a los créditos afectados suele ser simbólico. Paradójicamente será la propia banca la que incentive tal fenómeno como consecuencia de su negativa a aportar financiación adicional al sistema ante las dudas, precisamente, sobre su propia solvencia.

De hecho, y entramos ya de lleno en el pasivo del balance, se avecinan en 2010 dos realidades que convergerán simultáneamente en el tiempo. Por el lado de los recursos ajenos, la necesidad de hacer frente a vencimientos tanto de financiación concedida por los Bancos Centrales (70.000 millones) como por otras entidades o el mercado (130.000 millones entre pagarés y deuda). La crisis ha impuesto el corto plazo en el pasivo y con él el riesgo de su posible renovación en cuantía y precio. En cuanto a los recursos propios, el deterioro de las cuentas de resultados, y su menor aportación consiguiente al equity de las entidades, viene acompañado de unos nuevos requisitos, en cantidad y calidad, que amenazan con hacer de las ampliaciones de capital el pan nuestro de cada día. Cualquiera se atreve, y vuelvo al párrafo anterior, ante un panorama así a hacer crecer el balance. El ROE quedará muy lejos de los 20% por los que transitaba hace no mucho.

Un, dos, tres aquí estamos con usted otra vez. No es de extrañar ante tal panorama que el Banco de España haya instruido severamente a las entidades para que guarden un colchón de provisiones en las cuentas de 2009 con objeto de poder aflorarlas y mitigar parte del impacto de su deterioro operativo y de balance en 2010. Los más listos de la clase, como Botín, están aprovechando la bonanza del mercado para hacerlo de manera más agresiva que otros. Este señor sabe de qué va esto y más vale seguirle la pista. El consenso de mercado es que para 2011, las genéricas habrán quedado en el recuerdo y si la actividad económica no tira puede que estemos hablando en términos no de sobrellevar sino de sobrevivir a la crisis. Pero no anticipemos acontecimientos que quince meses, en el entorno actual, son muchos meses. Buen fin de semana a todos.

Resulta irrelevante a estas alturas el debate acerca de la veracidad o no de las cuentas de las entidades financieras. Es una obviedad que la banca y las cajas están haciendo lo que pueden para maquillar su cuenta de resultados y su balance. Igual que es evidente que tal manipulación, por sutil o explícita que sea, se hace con la connivencia de un Banco de España y un Gobierno que han decidido, penosa ocurrencia en el momento actual, intercambiar sus roles: mientras que MAFO habla de ajustar el déficit fiscal y acometer la reforma laboral, la consolidación bancaria gira en torno a un fondo de control administrativo como es el FROB. De locos.

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