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Un artículo especial, con una dedicatoria también especial
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Alberto Artero

Valor Añadido

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Un artículo especial, con una dedicatoria también especial

Permítanme que hoy me salga por la tangente. Voy a hablar de temas personales que tienen poco que ver con el contenido habitual de Valor Añadido.

Permítanme que hoy me salga por la tangente. Voy a hablar de temas personales que tienen poco que ver con el contenido habitual de Valor Añadido. Enseguida les explico el por qué. Seguro que lo entienden. Eso sí, a partir de este punto quien continúe leyendo este post lo hace at its own risk. Ya está advertido. Para cruzar esta frontera hay que quitarse el gorro económico y renunciar expresamente al derecho al pataleo. Dicho esto, todo viene de un encuentro casual que viví el pasado 26 de noviembre. Acababa de dar una conferencia en Castellón y se me acercó una pareja de esas que ya ves de lejos que, si te cogen por banda y te descuidas, ya no te sueltan. Ella me saludó un tanto azorada y me espetó: “Señor Artero, no sabe el bien que nos ha hecho con sus artículos”. Marido sonriente, bien tieso a su lado. Sorpresa por mi parte. No sabía que causaran tan entusiasta repercusión anímica los ladrillos que diariamente vierto a la web, la verdad. 

Permítanme que hoy me salga por la tangente. Voy a hablar de temas personales que tienen poco que ver con el contenido habitual de Valor Añadido. Enseguida les explico el por qué. Seguro que lo entienden. Eso sí, a partir de este punto quien continúe leyendo este post lo hace at its own risk. Ya está advertido. Para cruzar esta frontera hay que quitarse el gorro económico y renunciar expresamente al derecho al pataleo. Dicho esto, todo viene de un encuentro casual que viví el pasado 26 de noviembre. Acababa de dar una conferencia en Castellón y se me acercó una pareja de esas que ya ves de lejos que, si te cogen por banda y te descuidas, ya no te sueltan. Ella me saludó un tanto azorada y me espetó: “Señor Artero, no sabe el bien que nos ha hecho con sus artículos”. Marido sonriente, bien tieso a su lado. Sorpresa por mi parte. No sabía que causaran tan entusiasta repercusión anímica los ladrillos que diariamente vierto a la web, la verdad.