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Dos informes que han hecho temblar a las Cajas esta semana
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Alberto Artero

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Dos informes que han hecho temblar a las Cajas esta semana

Cosa curiosa la acontecida en el principio de semana. No es extraño que dos bancos de inversión de los llamados grandes publiquen de forma simultánea informes

Cosa curiosa la acontecida en el principio de semana. No es extraño que dos bancos de inversión de los llamados grandes publiquen de forma simultánea informes acerca de la economía española, en general, y de su sector financiero en particular. Y menos coincidiendo con el periodo de publicación de resultados que acaba de inaugurar Banesto. Sin embargo, sí que resulta noticiable el hecho de que el objeto principal de su análisis sea el segmento de las cajas de ahorro que, como es sabido y con la honrosa excepción de la CAM, son entidades no cotizadas y, por tanto, no sujetas al escrutinio diario de los mercados. Algo que hay que interpretar, sin duda, en términos de advertencia. El tiempo se acaba y los acontecimientos pueden precipitarse. No en vano me comentaba un banquero esta semana que los viernes los pasa de guardia esperando esa intervención “de una grande” que no termina de llegar. Avisados quedan.

Aunque algunos estrategas tienen una visión negativa sobre España, nosotros somos aún más pesimistas que la mayoría”. Con esta desbordante esperanza sobre el futuro de España, comenzaba su informe de coyuntura del pasado 12 de abril Morgan Stanley, nota dividida en dos grandes partes: los riesgos inmobiliarios y de política fiscal patrios, por un lado, y la cuestión pendiente de la restructuración de las cajas, por otro. Yendo directamente a la segunda materia, la que hoy nos ocupa (a las 12.15 hemos tenido que quitar el enlace al documento, que tenemos, por cuestiones de privacidad; snif), sus conclusiones sobre el particular no pueden ser más obvias en cuanto a su diagnóstico (exceso de exposición al sector ladrillero –un 273% sobre activos tangibles contra el 123% de los bancos comerciales-, sobre capacidad instalada y baja productividad, como prueba la impactante comparativa del cuadro 28 de la página 13. Demoledora)… y terribles por lo que a su curación respecta. A su juicio, y de acuerdo con el test de fuerza que realiza sobre la solvencia de las firmas estudiadas, el remedio pasaría por aplicar al subsector 43.000 millones del FROB en el escenario más pesimista que, entiende, es el que será impuesto por el Banco de España.

¿Cómo llega a esas cifras? Agárrense que vienen curvas. 72.500 millones de recursos propios a cierre de 2009. 76.000 millones de pérdidas previstas en el periodo 2010-2012. Por tanto, equity negativo, millón arriba, millón abajo, de 3.500 millones de euros al final del trienio. Requisito mínimo de solvencia requerido por el supervisor, 5% sobre el activo ponderado por el riesgo -porcentaje conservador ya que el suelo está actualmente en el 4% y la normativa tiende a endurecerse y no al revés-  que son 39.500 millones. Gap final, 43.000. Puede que las mermas sean exageradas y finalmente menores, vale. Pero casi seguro que el requisito de core capital será más alto. Y cada puntito adicional son 8.000 kilitos de nada. La única duda que tengo, porque no se explicita, es dónde queda la cobertura de mora actual, un elemento sustancial a la hora de interpretar unas cifras que obvian igualmente la posibilidad de disponer de la cartera industrial de algunas entidades. En cualquier caso resulta curioso que, frente al 13,8% del que hablaba recientemente AFI como tasa de mora pico en 2011, Morgan Stanley sitúa tal porcentaje en el 14,24% de los activos (adjudicados, subestándar y morosos) ¡ya, a finales de 2008!

Tampoco es que sea la alegría de la huerta Sergio Gámez, el analista de BoA/Merrill Lynch que firma ayer un documento llamado Roadmap to the Cajas (a las 11.30 hemos tenido que quitar el enlace al documento, que tenemos, por cuestiones de privacidad; snif), en lo que pretende ser una aproximación global al segmento de las Cajas de Ahorro. En su opinión, pueden desaparecer entre un 35% y un 45% de las entidades existentes en la actualidad con un impacto en términos de sucursales y plantilla del 24% y el 17% del total respectivamente. Y es que, señala, si el 44% de ellas sufrieron pérdidas en el último trimestre de 2009, la suma agregada no ofrecerá beneficios en 2010 (pág. 10). Por lo que respecta a la mora, el autor coloca el nivel actual en el 12,5% y no es tan agorero en términos del impacto que la actual coyuntura va a tener sobre la cuenta de resultados del conjunto de estas instituciones financieras. Entre otras cosas porque tiene en cuenta el concepto que se ha convertido en tabla de salvación para muchas firmas estos días: la pérdida final esperada. El problema es lo que ocurre por el camino hasta que se produce la recuperación de lo contablemente reflejado que, dada la dimensión del problema, dudo mucho que se ajuste a los estándares tradicionales. Una pregunta sin resolver sin duda esencial.

Sea como fuere hay un hecho cierto. Frente a la actuación decidida que ha primado en el mundo anglosajón, España, su gobierno y su Banco Central continúan contemporizando por lo que a la restructuración de bancos y cajas se refiere. Uno por acción (tolerancia con las tasaciones, provisionamiento lento, ley del suelo...) y el otro por omisión de su dogma de independencia. Equivocaron de inicio la dimensión del problema; trataron después de evitar, por un mero interés electoral, que se manifestaran sus primeras grietas; actuaron precipitadamente en la caída de CCM, sentando precedentes que se han convertido en compromisos futuros adicionales; continuaron imponiendo la conveniencia política a una realidad cada vez más evidente; y se ven ahora abocados a tomar decisiones dolorosas en el momento más inoportuno: cuando los ojos de la comunidad internacional están vueltos sobre nuestro país. Un despropósito de principio a fin. No en vano, más allá de nuestras fronteras, analistas más o menos fundados siguen gritando que el rey de nuestro sistema financiero está desnudo. ¿Hasta cuándo?

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Cosa curiosa la acontecida en el principio de semana. No es extraño que dos bancos de inversión de los llamados grandes publiquen de forma simultánea informes acerca de la economía española, en general, y de su sector financiero en particular. Y menos coincidiendo con el periodo de publicación de resultados que acaba de inaugurar Banesto. Sin embargo, sí que resulta noticiable el hecho de que el objeto principal de su análisis sea el segmento de las cajas de ahorro que, como es sabido y con la honrosa excepción de la CAM, son entidades no cotizadas y, por tanto, no sujetas al escrutinio diario de los mercados. Algo que hay que interpretar, sin duda, en términos de advertencia. El tiempo se acaba y los acontecimientos pueden precipitarse. No en vano me comentaba un banquero esta semana que los viernes los pasa de guardia esperando esa intervención “de una grande” que no termina de llegar. Avisados quedan.