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Barclays España, ese oscuro objeto de deseo
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Alberto Artero

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Barclays España, ese oscuro objeto de deseo

La filial española del banco británico Barclays se enfrenta en los próximos meses a una complicada encrucijada que le puede llevar a jugar un papel esencial

La filial española del banco británico Barclays se enfrenta en los próximos meses a una complicada encrucijada que le puede llevar a jugar un papel esencial en la reordenación del sistema financiero español. Que sea entidad compradora o se le cuelgue el cartel de Se Vende dependerá de la revisión que, de las distintas unidades de negocio a nivel mundial, está llevando a cabo el nuevo directivo liderado en Londres por Bob Diamond, un proceso que se prevé concluya en un plazo máximo de dos meses. A falta de conocer el veredicto definitivo, los banqueros de la entidad ya han comenzado a sondear el mercado. ¿Su objetivo? Saber de primera mano la realidad y oportunidades de la banca minorista en España.

Según ha podido confirmar Cotizalia, cualquier operación afectaría al negocio de Western Europe (WE), esto es: España, Francia, Italia y Portugal, naciones estas dos últimas donde se ha crecido intensamente en los últimos años a base de nuevas aperturas. Un hecho que, añadido al deterioro tanto del margen de intermediación como de la cartera crediticia en nuestro país, habría provocado que el Return on Equity para el conjunto del área sea sustancialmente inferior a su Coste de Capital. Los máximos dirigentes de la matriz en Londres ya han anunciado en repetidas ocasiones que todas aquellas divisiones no rentables serán objeto de un severo análisis sobre la conveniencia o no de su continuidad en el seno del Grupo que presentará resultados el próximo 15 de febrero.

Argumentos a favor y en contra de la venta

“Frente a lo que hay por ahí, ahora mismo es una joyita”, comenta un directivo del sector, “tiene un perfil atractivo de clientes y, sobre todo, un balance niquelado tras las fuertes provisiones acometidas en los últimos años”. De hecho, según fuentes del sector, a los 870 millones de euros provisionados a septiembre se unirán otros 250 a cierre de ejercicio lo que dejará reducido el beneficio del ejercicio a la mínima expresión. “Esta conservadora política, dolorosa a corto, tiene dos ventajas ahora mismo en caso de que se decida proceder a su enajenación: permite al vendedor apuntarse unas suculentas plusvalías si se deshace del negocio por encima de su valor actual en libros y supone un plus de transparencia para un potencial comprador”, concluye.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. De acuerdo con distintos expertos consultados, la venta de Barclays no es una operación fácil. Son tres los hándicaps principales que se enumeran. En primer lugar, la dificultad de llevar a cabo un ajuste al alza en el precio de su cartera hipotecaria. No hay que olvidar que el coste de financiación de Barclays no es el de la banca española. En segundo término, la dificultad para disfrutar de las ayudas y el aval público por su consideración general, que no formal al estar inscrita a todos los efectos como entidad española, de foránea. Una cuestión que le penaliza frente a las cajas. Por último, la política ejercida en el pasado de ingresos frontales o anticipados ha provocado que en la cartera de la institución existan algunas titulizaciones recompradas de difícil salida al mercado en las circunstancias actuales.

De todo lo anterior se deriva que resulta un bocado mucho más apetitoso para una firma extranjera que tenga deseos de implantarse y/o crecer en España. Un Deutsche Bank, que se ha beneficiado en 2010 de la asociación alemán-seguridad que se deriva de su propia denominación, o un BES que encuentra en España su mercado de expansión natural, podrían ser dos de los posibles interesados junto con alguna entidad española de tamaño medio a la que le encaje el perfil mass afluent de su clientela, parte alta del mercado con un fuerte potencial de venta cruzada. Barclays es el sexto grupo bancario nacional, cuenta con 590 oficinas y cerca de un millón de clientes de los que una tercera parte son de Barclaycard.

Participar en el proceso de concentración mediante compras

“Puede que lo que ocurra sea exactamente lo contrario”, señala un profesional próximo a la casa. “El peso de la banca mayorista en el conjunto del Grupo es muy relevante y hay un firme voluntad de reforzar la parte recurrente de la cuenta de resultados. Eso pasa por el retail. Una apuesta que se verá aún más necesitada por los nuevos consumos de capital que impone Basilea III a las actividades de Barclays Cap. En Reino Unido no pueden crecer más y en WE tienen la ventaja de que existe una plataforma ya montada razonablemente reciente”, continúa. “Si consideran la coyuntura actual como temporal, verán la manera de ganar masa crítica participando en el proceso de concentración. Pero en el lado comprador. Ahora mismo no les queda más remedio que seguir a los grandes del mercado local, una dinámica que condiciona toda su operativa y con la quieren romper… como ha hecho Santander en Reino Unido”, concluye.

Desde ese punto de vista, Barclays podría aprovechar las necesidades de capital de alguno de los nuevos bancos creados por las cajas para reforzar su posición en España. Una decisión, no obstante, muy condicionada a precio por varios motivos. Por una parte, los bajos múltiplos a los que cotiza la matriz (0,8 veces valor en libros) exigen ajustar cualquier compra al máximo en términos de valoración. Existe además una fuerte competencia interna por los recursos de la entidad entre sus distintas unidades de negocio, lo que obliga a presentar una historia creíble y rentable internamente, algo a lo que no contribuye la particular situación del conjunto de la actividad de banca minorista en España, sobredimensionada y deficitaria con carácter general. Por último, la enorme rentabilidad obtenida con la compra de Lehman ha establecido un precedente difícil de repetir en el futuro.

Sea como fuere, Barclays España ha acometido ya un severo proceso de redefinición estratégica parte de un máxima principal, control, control y control y que gira alrededor de tres ejes: mejora de  ingresos vía diferenciales y comisiones, captación de nuevos clientes y venta cruzada. Dicha revisión está siendo tutelada por Deanna Oppenheimer como nueva responsable regional que se ha puesto como una de sus primeras prioridades, aprender español. Una profesional con fama de dura que, tras su aterrizaje, se dio 100 días para revisar las secciones que colgaban directamente de ella, plazo que venció ayer domingo 6 de febrero. Este hecho y la cercanía de los resultados hacen temer a más de uno que cualquier anuncio que se produzca no se demore mucho en el tiempo. “Bob Diamond está trufado de pasta y si ha aceptado el reto de dirigir un monstruo como éste, después de tres años pasando las de Caín, no es para hacer más de lo mismo sino para convertir a la firma en un líder global en un mundo de ganadores y perdedores”, afirma un ex directivo del banco. En ese mundo binario, ¿en cuál de las dos categorías entra España? 

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La filial española del banco británico Barclays se enfrenta en los próximos meses a una complicada encrucijada que le puede llevar a jugar un papel esencial en la reordenación del sistema financiero español. Que sea entidad compradora o se le cuelgue el cartel de Se Vende dependerá de la revisión que, de las distintas unidades de negocio a nivel mundial, está llevando a cabo el nuevo directivo liderado en Londres por Bob Diamond, un proceso que se prevé concluya en un plazo máximo de dos meses. A falta de conocer el veredicto definitivo, los banqueros de la entidad ya han comenzado a sondear el mercado. ¿Su objetivo? Saber de primera mano la realidad y oportunidades de la banca minorista en España.

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