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De ilusión también se vive: la imposible venta de Repsol a Total
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Alberto Artero

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De ilusión también se vive: la imposible venta de Repsol a Total

Hace pocos días, al comentar con el responsable de una entidad financiera los rumores que existían sobre su posible fusión con otra, zanjó el tema de

Hace pocos días, al comentar con el responsable de una entidad financiera los rumores que existían sobre su posible fusión con otra, zanjó el tema de raíz al espetarme: “puede que nosotros queramos comprar; pero lo que es seguro es que ellos no quieren vender”. Esto pasa hoy día con Repsol. Por distintos motivos ni a Sacyr, ni al gobierno ni, en menor medida, a La Caixa les interesa una operación sobre la compañía petrolera. Y cualquier intento de un tercero por hacerse con la joya de la corona energética española, sin pasar por alguno de estos tres actores principales, tiene muchas papeletas para terminar en un sonoro fracaso. Toda la rumorología que ha suscitado la salida de Total del capital de Cepsa, no son más que ganas de marear la perdiz y construir castillos en el aire. Ni a la francesa le interesa estratégicamente Repsol ni los múltiplos a los que ha vendido a los árabes serían en ningún caso de aplicación a la firma presidida por Antonio Brufau. Siento ser aguafiestas.

En primer lugar está el papel del gobierno. A un año vista de las elecciones generales, si es que no se produce un adelanto de las mismas, tratará por todos los medios de evitar la apertura de un nuevo frente empresarial sobre un activo tan estratégico como éste, especialmente en una España cuya dependencia energética del exterior es más que evidente. No se puede permitir volver a mostrar la ambigüedad de principios y la debilidad negociadora que puso de manifiesto en la compra de Endesa por parte de los italianos de la semi pública Enel.

De ahí que Miguel Sebastián haya lanzado un mensaje inequívoco de defensa de la españolidad de la compañía a los posibles interesados, reservándose tácitamente el derecho a veto y limitando cualquier compra foránea a “la mitad de lo que tenga el mayor accionista español”. Es verdad que el mercado es libre y soberano y que nadie está privado de antemano de lanzar una oferta sobre Repsol. Pero por elementos disuasorios de partida, no va a quedar a nivel administrativo.

Es precisamente esa condición a la que acabamos de hacer referencia la que ha convertido el paquete del 13% de La Caixa en objeto de deseo para las empresas que han querido aterrizar en nuestro país mediante la toma de una participación en la mayor petrolera española. De hecho fue coincidiendo con la aproximación de la india Essar que la caja catalana incrementó en más de un 1% su porcentaje en el capital de la compañía. Una transacción que se quedó en fase preliminar puesto que ya por aquel entonces, otoño de 2010, la institución con sede en Barcelona estaba perfilando la llamada “operación ascensor” por mor de la cual, y a través de los correspondientes movimientos de participadas hacia arriba y hacia abajo, de ahí su nombre, Criteria pasaría a convertirse en el banco cotizado de La Caixa.

La necesidad de guardarse parte del “jamón” para el caso de que la normativa de capital deviniera más dura de lo que se esperaba en un principio, como así ha sucedido, invitaba a la prudencia. Una adecuada campaña de desprestigio sobre las intenciones de la petrolera  emergente hizo el resto. Sin  embargo, la consideración como no estratégico de su paquete por parte de Fainé, Nin y los suyos pueden hacer que las negociaciones se reactiven en el momento en que Criteria Bank lo necesite y el mensaje lanzado al mercado con la operación esté suficientemente bien armado como para que no le penalice. Algo muy importante en el entorno actual. Será un recurso de última instancia en función del precio de una acción que tienen en balance alrededor de los 16 euros y que no solucionaría el problema del control a un potencial comprador.

El papel de Sacyr: Repsol no está en venta

Sacyr es quizá la que más motivos tendría para poner en el mercado su 20% en la petrolera española. No en vano es a finales de este año cuando le vence el crédito, superior a los 5.000 millones de euros, que en su día tomara para comprar dicha participación –prorrogable un año con adhesión voluntaria de los financiadores- y, en caso de renovación, es evidente que las condiciones no podrán ser las mismas de las que entonces disfrutara (y que son de carácter público, toda vez que el contrato está depositado en la SEC americanas). Además son públicas son desavenencias con el primer ejecutivo de la compañía a cuenta tanto de la forma en poner en valor los activos brasileños, como por la alusión que éste hiciera en su día con motivo de este hecho a la debilidad financiera de sus socios, que fue entendida como un acto de deslealtad.

Sin embargo, Del Rivero repite por activa y por pasiva, a quien le quiera oír, que él no vende, que ya dicen por Texas que “el mejor negocio del mundo es una petrolera bien gestionada y el segundo mejor una petrolera mal gestionada”, que en breve veremos a la petrolera sin deuda y con un EBITDA de cinco dígitos en millones de euros y que en cuanto se quite la píldora envenenada de Argentina la firma va a estar más que niquelada para darle en el futuro alegrías más que notables. No en vano este año se meterán cerca de 700 millones por puesta en equivalencia, dividendos aparte –que se compensan contablemente con el test de deterioro que está obligado a realizar por cotizar el valor por debajo de su valor en libros-. “¿Cómo nos vamos a quitar de encima a la joya de la corona del grupo?”, es el mensaje que sale de la constructora cuando se les pregunta.

La operación Total-Cepsa alimenta los rumores

Ha sido la venta de CEPSA por parte de Total a IPIC la que ha vuelto a encender la llama de las posibles operaciones sobre Repsol, en este caso a causa de un posible interés de la vendedora por el que es uno de sus mercados naturales de expansión. Sin embargo, muchos de los que alimentan tales rumores olvidan que su salida forma parte de un plan estratégico en virtud del cual los franceses quieren reducir peso en el sobre dimensionado y escasamente rentable negocio del refino europeo para crecer en exploración y producción en nuevas áreas como el Africa Occidental. Al final, el peso del procesamiento de crudo en la cuenta de resultados de la líder española sigue siendo muy elevado y su presencia extranjera, a día de hoy, es más bien un compendio de participaciones financieras con socios de lo más dispar, características ambas que supondrían un hándicap para una firma como Total. Cualquier intento de aproximación a Repsol podría penalizar severamente su cotización. Queda descartada.

¿Caben extrapolar, en cualquier caso, los números pagados por Abu Dhabi a Repsol? Pues según algún analista con el que he tenido oportunidad de hablar, tampoco. Se trata de múltiplos que el sector ha contemplado como excepcionales. Prueba de ello es la escasa reacción de compañías similares a Cepsa como Petroplus o Saras. Estamos hablando de una industria en la que las ratios no varían sustancialmente. Los árabes han querido comprar una ficha para conocer de primera mano el negocio del refino, para “echar un vistazo a la tienda”, aprovechándose de la inelasticidad o falta de sensibilidad de la demanda a las variaciones del precio de la gasolina en España lo que les daría un cierto colchón. El objetivo no es ganar dinero, como prueba el precio al que compraron al Santander su paquete. Algo parecido a lo que hizo Kuwait con la austriaca OMV donde pierde un pastizal.

La venta de Repsol, por tanto, parece imposible, al menos, hasta que se produzcan las elecciones generales de marzo de 2012. Y después, Rajoy o a quien le toque dirá, aunque parece poco probable que varíe sustancialmente la percepción sobre la defensa de la españolidad de la firma. El único elemento que podría alterar tal predicción sería que se produjera, antes de dicha fecha, una oferta desorbitada, imposible de no aceptar por parte de La Caixa y/o Sacyr, que metiera presión de abajo arriba y pusiera en un brete los deseos de la administración socialista. No parece que vaya a ser el caso en la empresa energética, que ya cotiza a unos números superiores a los de sus comparables internacionales. Pero, ¿quién sabe? Cosas más extrañas se han visto. Buena semana a todos.

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Hace pocos días, al comentar con el responsable de una entidad financiera los rumores que existían sobre su posible fusión con otra, zanjó el tema de raíz al espetarme: “puede que nosotros queramos comprar; pero lo que es seguro es que ellos no quieren vender”. Esto pasa hoy día con Repsol. Por distintos motivos ni a Sacyr, ni al gobierno ni, en menor medida, a La Caixa les interesa una operación sobre la compañía petrolera. Y cualquier intento de un tercero por hacerse con la joya de la corona energética española, sin pasar por alguno de estos tres actores principales, tiene muchas papeletas para terminar en un sonoro fracaso. Toda la rumorología que ha suscitado la salida de Total del capital de Cepsa, no son más que ganas de marear la perdiz y construir castillos en el aire. Ni a la francesa le interesa estratégicamente Repsol ni los múltiplos a los que ha vendido a los árabes serían en ningún caso de aplicación a la firma presidida por Antonio Brufau. Siento ser aguafiestas.

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