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Dinio metido a político: la banca me confunde
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Alberto Artero

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Dinio metido a político: la banca me confunde

Existe una suerte de efecto Dinio que está abduciendo las posibilidades intelectuales de buena parte de la dirigencia internacional en general y de la UE en

Existe una suerte de efecto Dinio que está abduciendo las posibilidades intelectuales de buena parte de la dirigencia internacional en general y de la UE en particular. La noche les confunde y el día para qué contarles. Viven en una permanente contradicción que les lleva a pedir una cosa y la contraria sin apenas solución de continuidad. Da igual signo político y ubicación geográfica. Al primar el interés electoral y no el general, lo importante es el momento y no la consistencia. Ya saben. De coherencia no vamos a hablar que lleva Curro un buen tiempo buscándola en el Caribe.

En los últimos días las autoridades comunitarias han rizado el rizo. A través de la exigencia de mayores ratios de solvencia, entre el 7% y el 9% frente al 5% de los stress test, y del ajuste a la baja del valor de la deuda soberana de los países de la Europa Periférica, se obliga a la banca, para cumplir con los nuevos requisitos de fortaleza financiera, bien a actuar sobre el numerador o core capital –a través de la captación de fondos o la consolidación de beneficios-, bien a hacerlo en el denominador, activo ajustado al riesgo –disminuyendo su tamaño-. O sobre ambos a la vez. Unas medidas irracionales, en cualquier caso. Y es que son múltiples las paradojas y círculos viciosos que de ellas se desprenden. Están locos estos europeos…

Uno, hay una resistencia de la banca a ampliar capital a estos múltiplos y de los inversores a comprar títulos del sector dadas las incertidumbres que pesan sobre él. La contracción de los parámetros esenciales de la industria está provocando una minoración sustancial de resultados. Cerradas las dos vías de refuerzo de solvencia tradicionales, y denegado el cómputo de convertibles o genérica, ¿qué hacer? Acudir a los estados, grandes deudores en el marco internacional. Su aterrizaje en los términos requeridos deterioraría aún más la percepción sobre su posición financiera. Nuevo ajuste a la baja de la valoración de sus emisiones y vuelta a empezar. A ver quién es el guapo que rompe este bucle. Acudir al fondo supranacional plantearía no pocos problemas de titularidad y soberanía. Complicado.

Dos, se exige a las entidades financieras más fondos propios por el posible quebranto de unos valores públicos en su balance que, sin embargo, siguen con ponderación cero en el cómputo del riesgo por parte del supervisor. Así se desprende de las normas de Basilea. Curioso. No se actúa, como debiera ser, sobre el activo sino directamente sobre el capital real, que sufre el impacto de unas pérdidas contables calculadas, además, para un escenario estresado de incierta materialización a vencimiento. Lo lógico sería que se modificara, en función del rating, el consumo de recursos de la deuda soberana, modo razonable de tener en cuenta el riesgo global del balance de cualquier entidad. ¿Por qué no se ha hecho así? Toca penalizar a los de siempre.

Y tres, no solo eso, si damos por válido que el criterio de aquél que fija las reglas es susceptible de ser alterado en función de la arbitrariedad política y sus oscuros intereses, apaga y vámonos. Cualquier observador podría concluir que lo que ha ocurrido con la renta fija pública es extrapolable al resto de los componentes del activo de la banca. Y exigir entonces, que es hacia donde nos dirigimos, que para hallar el nivel mínimo requerido de capital se elimine el ajuste por la incertidumbre asociada a cada partida y se obtenga por comparación con tamaño total del balance. Un supuesto que, en caso de materializarse, llevaría a una conclusión ya advertida en alguna otra ocasión en Valor Añadido: el sector está quebrado. Vaya por Dios.

Así está el patio. Esquizofrenia política colectiva en cuya cima se sitúa esa constante apelación a la reactivación del crédito que propuestas como las descritas hacen inviable. Más bien al contrario. Vistas las dificultades para recapitalizarse, la manera más rápida y “limpia” que tienen las instituciones financieras para mejorar sus ratios es liquidando activos o no renovando vencimientos (Bloomberg, EU Banks vow to slash assets by $1tn., 19-10-2011). De ahí las noticias que sobre el particular han circulado en los últimos días, operaciones de miles de millones. No hay cabida para nueva producción crediticia. A este enfermo terminal le han quitado la sonda por una temporada. ¿Sobrevivirá?

Existe una suerte de efecto Dinio que está abduciendo las posibilidades intelectuales de buena parte de la dirigencia internacional en general y de la UE en particular. La noche les confunde y el día para qué contarles. Viven en una permanente contradicción que les lleva a pedir una cosa y la contraria sin apenas solución de continuidad. Da igual signo político y ubicación geográfica. Al primar el interés electoral y no el general, lo importante es el momento y no la consistencia. Ya saben. De coherencia no vamos a hablar que lleva Curro un buen tiempo buscándola en el Caribe.