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Tres muertos: semana trágica en las finanzas más salvajes
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Alberto Artero

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Tres muertos: semana trágica en las finanzas más salvajes

Ha sido una semana trágica para la economía financiera. Aquella que, habiendo nacido como respaldo de la actividad productiva, cobró vida propia con el paso de

Ha sido una semana trágica para la economía financiera. Aquella que, habiendo nacido como respaldo de la actividad productiva, cobró vida propia con el paso de los años. Esa que dijo adiós a la intermediación como razón única de su existencia, canalización del ahorro a la inversión y viceversa. Y que dio la bienvenida a la originación, la innovación bancaria, el apalancamiento frenético, la diversificación aparente del riesgo, el derivado del derivado del subyacente residual. Juego de piratas de suma cero, donde unos pierden para que otros ganen, no va más. Finanzas virtuales que multiplican con creces el tamaño de las reales hasta convertirlas apenas en un mal necesario, en la excusa para justificar ese universo de boyantes ganancias nacido de la nada; humo capaz de llevarse por delante naciones completas.

Tres hijos han sido devorados por este particular Saturno en los últimos siete días. Uno de ellos ha copado portadas en los medios de comunicación. El deceso de los otros dos ha pasado casi desapercibido. Son ejemplo de distintos perfiles en ese universo, de pecados concretos que han conducido al infierno de esos 'listos' que se creyeron los 'más listos'. La falsa omnipotencia de un banco de inversión con solera; el engaño sistemático del ejecutivo presuntuoso; los errores de gestión de un mito de la industria. Todos ponen de manifiesto la vulnerabilidad de un sistema construido sobre pilares de barro, donde la realidad siempre supera cualquier modelo que la ficción de una hoja de cálculo pueda sustentar. Cuando el actor secundario tratar de ocupar el papel protagonista, situándose por encima de sus propias debilidades y del resto de los figurantes, llámese regulador o mercado, ocurren esta cosas.

¿Aprenderán la lección? Lo dudo. Buen fin de semana a todos.

J.P. Morgan-Bruno Iskil.

Conocido como ‘la gran ballena’ por su capacidad de mover los precios de determinados activos cotizados con sus decisiones, siempre bajo la cercana tutela de la directora financiera Ina Drew. Su tarea no solo era conocida sino alabada por los directivos de la firma estadounidense. A mediados de 2011 ambos decidieron, ante el deterioro del entorno, cubrir el riesgo de crédito del balance de la entidad a través de un esquema que reducía coste y volatilidad y que tenía un solo ‘pero’: dejaba la posición abierta por una de las patas, aquella precisamente contra la que el trader apostaba, la mejora de la solvencia de un centenar de empresas norteamericanas.

Con la inyección de liquidez de los bancos centrales a finales de 2011, y el consecuente estrechamiento de los diferenciales de muchas compañías, ese desequilibrio inicialmente menor se acentuó, el boquete se abría. Saltaron las voces de alarma del resto de las contrapartidas, advertencias despreciadas por el CEO del banco de inversión Jamie Dimon: ‘están haciendo una tormenta en una taza de té’. Cuando el mercado se dio la vuelta en el mes de abril, la situación devino insostenible. 3.000 millones de dólares de pérdidas y sumando, en seis semanas, y 38.000 millones de menor capitalización desde el anuncio han sido los frutos, hasta ahora, de tan ‘segura´ apuesta (Financial Times, How a storm in a teapot became a tidal wave, 17-05-2012).

¿Estamos hablando de agujeros 'repentinos' como en Bankia?

Audrey McClendon-Chesapeake Energy.

Un visionario que impulsó la industria del gas pizarra o shale gas en Estados Unidos hasta el punto de convertir su sociedad en la segunda mayor productora de esta materia prima en aquel país. Todo iba bien pero sus propias dificultades financieras le llevaron a crear un entramado en el que lo personal y lo social iban de la mano, en perjuicio del resto de los accionistas de la cotizada y con la sorprendente aquiescencia de un extraordinariamente bien pagado consejo de administración, fiel a la máxima de ‘ver, oír y callar’. De bien nacidos es ser agradecido.

La lista de actuaciones disparatadas es casi interminable: venta a la compañía de su colección privada de mapas a precios estratosféricos; bonus ingentes pese al deterioro de los resultados de la sociedad; coinversión con la firma en cada explotación, poniendo estos activos como garantía; negociación de líneas de financiación paralelas para él como Presidente y para la empresa; actividades personales de trading en commodities y así sucesivamente. Por el camino, un agujero de 6.000 millones de dólares, fruto de su voracidad crediticia, que ha conducido a un proceso acelerado de venta de activos y refinanciación de deuda. ¿Lo sorprendente?  Pese a haber convertido Chesapeake en un gigantesco hedge fund, McClendon sigue como CEO. En todas partes… (WSJ, What Cheasepeake owes shareholders, 10-05-2012).

¿Estamos hablando de buena parte de los hiperendeudados constructores españoles?

LightSquared-Philip Falcone.

Vedette de la industria de la gestión alternativa en Estados Unidos, uno de los cuatro indomables que acudieron al Congreso de Estados Unidos en 2008 para explicar el funcionamiento y la influencia en los mercados de los hedge funds, icono de un modelo de éxito, ha visto como una de sus apuestas más importantes ha entrado en bancarrota. En efecto, LightSquared, que pretendía convertirse en una de las redes inalámbricas de alta velocidad de referencia de la primera potencia del mundo, fue incapaz de llegar a un acuerdo con sus acreedores, muchos de ellos otros hedges de referencia, el pasado lunes. Las deudas ascienden a 2.000 millones de dólares.

Falcone, propietario del 96% de las acciones (Bloomberg reduce la participación al 74%), había puesto en los últimos años casi todos sus huevos en esta cesta y, aun ahora, se aferra a la posibilidad de que su sueño salga adelante. Sin embargo, pinta mal toda vez que las autoridades USA han probado que la nueva infraestructura interfiere con las comunicaciones por satélite del país y, por ende, cancelado los permisos para su desarrollo. Harbinger Capital Partners perdió, a resultas de esta inversión, un 26,7% hasta febrero, a sumar al 47% de minusvalía en 2011. Por cada 100 dólares en su bolsillo a cierre de 2010, le quedan 38,8. De los 26.000 millones que gestionaba hace apenas cinco años, cuando apostó por el estallido de la burbuja inmobiliaria USA, solo le restan 4.000. De hambre no se va a morir pero… (Reuters, Falcone´s LightSquared files for Bankrupcy, 14-05-2012).

¿Estamos hablando de la apuesta por el capital riesgo que en su día hizo Ana Patricia?

Ha sido una semana trágica para la economía financiera. Aquella que, habiendo nacido como respaldo de la actividad productiva, cobró vida propia con el paso de los años. Esa que dijo adiós a la intermediación como razón única de su existencia, canalización del ahorro a la inversión y viceversa. Y que dio la bienvenida a la originación, la innovación bancaria, el apalancamiento frenético, la diversificación aparente del riesgo, el derivado del derivado del subyacente residual. Juego de piratas de suma cero, donde unos pierden para que otros ganen, no va más. Finanzas virtuales que multiplican con creces el tamaño de las reales hasta convertirlas apenas en un mal necesario, en la excusa para justificar ese universo de boyantes ganancias nacido de la nada; humo capaz de llevarse por delante naciones completas.