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¡Existe! Este hombre perdió 16.250 millones en tres meses
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Alberto Artero

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¡Existe! Este hombre perdió 16.250 millones en tres meses

Los acontecimientos de las últimas semanas en Brasil, centrados en la celebración de la Copa Confederaciones, por una parte, y las movilizaciones populares contra el Gobierno

Los acontecimientos de las últimas semanas en Brasil, centrados en la celebración de la Copa Confederaciones, por una parte, y las movilizaciones populares contra el Gobierno de Dilma Rousseff, por otra, han dejado en segundo plano lo que amenaza con convertirse en uno de los episodios de ruina individual más fulgurantes que se han producido a lo largo y ancho del planeta. El de Eike Batista, magnate de las materias primas, que ha visto como su imperio ha perdido el 75% de su valor en los últimos tres meses (86,4% en los últimos doce): se le han esfumado 16.250 millones de euros, grosso modo (de 19.850 a 3.600). Ahí es na.

Ávido de grandeza, Batista construyó un conglomerado empresarial, al que bautizó como EBX atendiendo a sus iniciales, alrededor de dos grandes compañías: una, la dedicada a la explotación y producción de petróleo y gas, llamada OGX, y otra centrada en la generación eléctrica, denominada MPX. Junto a ellas, otras sociedades como la firma proveedora de buques y plataformas OSX (creada en 2010) o las dedicadas a la explotación de recursos naturales a lo largo y ancho del Cono Sur, desde el carbón al polvo de hierro pasando por el oro. Se rodeó de numerosos expolíticos y conseguidores, los mismos que ahora abandonan precipitadamente su barco acechados por la presión de la calle y la ‘ruina’ de su empleador.

No tardó en acometer proyectos megalómanos como esa terminal de carga de commodities a 300 quilómetros al norte de Río de Janeiro en mitad de una marisma (vía Reuters). Una inversión de 1.520 millones de euros para la que no dudó en dragar cientos de metros de dunas y rieras, pero que ahora sufre por falta de recursos para pagar a proveedores (Acciona entre otros) y asegurar su finalización. Nada se podía interponer en su camino. Sobre la base de unas proyecciones de ventas y generación de caja que el tiempo ha probado irreales, logró obtener un patrimonio que le situaba, en la lista Forbes del año pasado, como octava fortuna del mundo, una posición con la que se mostraba claramente insatisfecho… por defecto.

Hasta que vino la cruda, nunca mejor dicho, realidad. Donde esperaba obtener 50.000 barriles diarios de oro negro, no había ni para el depósito de un coche (vía Bloomberg) mientras que sus estimaciones en MPX también que se quedaban lejos de lo previsto. La liquidez se agotaba, pero los compromisos de capital e inversión seguían ahí. El colapso de sus participadas era inevitable. De hecho, OGX ha caído en la bolsa brasileña un 87% desde el inicio de año, mientras que la eléctrica acumula un palme del 91% y OSX del 74% interanuales. Poco han ayudado a la mejora en la percepción de los inversores la falta de transparencia en operaciones cruzadas con la patrimonial del magnate, Centennial Investments, de la que, por cierto, colocó a un fondo soberano de Abu Dabi un 5,63% en marzo del año pasado.

No es el único que se ha quedado compuesto y sin en el retorno, o incluso el principal, esperado. A lo largo de los últimos años, Batista ha embarcado financieramente en su proyecto a inversores tanto de renta fija como de renta variable, a través de sucesivas colocaciones de acciones (por un importe cercano a los 5.500 millones de euros) y emisiones de deuda corporativa. Si el resultado para los minoritarios que no supieron anticipar lo que se avecinaba ha sido ruinoso, no han salido mejor librados los acreedores de sus bonos: en el caso de la petrolera, se negocian a un nivel (19% sobre valor nominal) que sugiere un inminente default. Eso por no hablar de los agujeros que puede dejar en su cuantiosa financiación bancaria.

Al calor de las últimas noticias sobre la viabilidad del grupo en su conjunto, BTG ha decidido incumplir su compromiso de acudir a una ampliación de capital en MPX, inyección necesaria para poder completar infraestructuras pendientes y participar en las subastas de nueva capacidad en Brasil. Todo queda al albur de lo que decida E.ON, pues la alemana ya es titular del 36,2% de su accionariado. Sin embargo, cualquier decisión que le obligue a consolidar una sociedad tan endeudada como esta cuestionaría la viabilidad del conjunto de su balance. No es mejor la situación en las distintas empresas del grupo, salvo OSX, cuya base de clientes está más diversificada y se beneficia de su condición de proveedor. Mala pinta tiene el muerto.

Resulta curioso cómo la historia se sigue repitiendo de manera inexorable. Aparece un visionario, capaz de construir un sueño apenas sustentado por pilares de barro, de atraer a todo tipo de personajes a su nido bajo la incierta promesa de rentabilidades ingentes, de camelar a inversores grandes y pequeños con la aquiescencia de los supervisores bursátiles, de consolidar una fortuna virtual que se lleva el viento a las primeras de cambio y de resurgir de sus cenizas una y otra vez. Recuerdo cómo cuando Repsol negoció con los chinos la entrada en sus campos brasileños, algún accionista español defendió una OPV a la estela de lo sucedido con la OGX de Batista. El mismo socio que ahora se asocia, por cierto, con Enrique Bañuelos para un nuevo y fantasioso proyecto.

¿Bañuelos?, ¿por qué me habrá venido ahora este hombre a la cabeza? Oh wait…

Los acontecimientos de las últimas semanas en Brasil, centrados en la celebración de la Copa Confederaciones, por una parte, y las movilizaciones populares contra el Gobierno de Dilma Rousseff, por otra, han dejado en segundo plano lo que amenaza con convertirse en uno de los episodios de ruina individual más fulgurantes que se han producido a lo largo y ancho del planeta. El de Eike Batista, magnate de las materias primas, que ha visto como su imperio ha perdido el 75% de su valor en los últimos tres meses (86,4% en los últimos doce): se le han esfumado 16.250 millones de euros, grosso modo (de 19.850 a 3.600). Ahí es na.