Valor Añadido
Por
Extraños cambalaches de Indra, Felipe González y su hijo 2.0
Si no fuera porque ha sido la propia Indra la que se ha encargado de publicitarlo, servidor habría pasado de puntillas por una transacción menor: la absorción
Si no fuera porque ha sido la propia Indra la que se ha encargado de publicitarlo, servidor habría pasado de puntillas por una transacción menor: la absorción de G-Nubila Technology, S.L. por parte de Indra Sistemas. Sin embargo, la visión del anuncio me trajo a la memoria el hecho de que en la adquirida desempeña sus servicios profesionales Pablo González Romero, que no es sino hijo del que fuera primer presidente socialista del Gobierno de España, consideración que prima sobre cualesquiera otros méritos curriculares.
Han bastado unas pocas pesquisas para saber que ya en 2011 Indra entró de manera indirecta en el capital de la ahora comprada. Lo hizo a través de la toma de una participación en Oyauri Investment, S.L. compañía presidida por el que fuera máximo responsable de IBM y Meta4 en España, Joaquín Moya Angeler, y titular del 100% de las acciones de G-Nubila. Se hizo inicialmente con un tercio del capital, porcentaje que posteriormente amplió a cerca del 50%. La inversión se justificaba con el boom del cloud computing y todo el desarrollo empresarial asociado al mismo.
Sin embargo, donde puso el ojo Javier Monzón, no puso la bala. Tras presentar cerca de 100 proyectos relacionados con esa materia, no consiguió adjudicarse ninguno, para asombro del conjunto del sector. Indra se había convertido prácticamente en su único cliente y utilizaba la participada para trabajos internos. Sin embargo, lejos de dar el millón y medio puesto en sucesivas aportaciones por perdido, a la vista de los resultados obtenidos, la multinacional española decidió el pasado mes de marzo reforzar su posición, haciéndose con la totalidad del capital de G-Nubila por un euro y asumiendo el pasivo de la misma.
Lo curioso viene a continuación.
Dentro de las deudas de la vendedora, Oyauri, destacaba, al día de la firma de la compraventa de acciones, un misterioso préstamo superior al millón de euros cuya titularidad última correspondía, agárrense los machos, a Felipe González Márquez, que prefirió financiar el proyecto directamente en lugar de a través de su fracasado fondo Tagua Capital, por aquello de que la mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino parecerlo, y con el hijo dentro como que sonaría mal al conjunto de sus inversores. Su liquidación y pago a los diez días de rematarse la transacción ha llevado a afirmar a algunos en la propia Indra que este acuerdo es un ‘rescate’ en interés del bolsillo de FG, probablemente con ribetes de futuros trabajos del ‘pte’ como lobista en beneficio de Indra en su área de influencia: el Cono Sur americano.
En todo este teatrillo un nombre suena de música de fondo: Francisco Castañares, con un fuerte ascendente sobre el presidente de Indra e infausto recuerdo en alguna concesionaria municipal del sur de Madrid. Amigo de Felipe de toda la vida, sería él el que habría empujado para completar la transacción, urgiendo a las partes de su conveniencia. Y como confirmación de la intención de contentar al político y alinearle para su causa, la sorprendente contratación con blindaje incluido, de cinco ceros en ambos casos, tanto de Alfonso Ríos como de Pablo González Romero, los mismos que fueron incapaces de poner en valor la aportación de Indra en G-Nubila o de abrir, como primeros ejecutivos de la firma, el mercado para una plataforma tecnológica que, sin clientes, no vale nada.
Por si les quedaba alguna duda, blanco y en botella. Qué cosas tan curiosas siguen haciendo las cotizadas españolas…
Si no fuera porque ha sido la propia Indra la que se ha encargado de publicitarlo, servidor habría pasado de puntillas por una transacción menor: la absorción de G-Nubila Technology, S.L. por parte de Indra Sistemas. Sin embargo, la visión del anuncio me trajo a la memoria el hecho de que en la adquirida desempeña sus servicios profesionales Pablo González Romero, que no es sino hijo del que fuera primer presidente socialista del Gobierno de España, consideración que prima sobre cualesquiera otros méritos curriculares.