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Singapur, un sueño asiático que puede tornarse pesadilla
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Alberto Artero

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Singapur, un sueño asiático que puede tornarse pesadilla

Brutal pero mal rematado. Así es el reportaje que la revista Forbes ha publicado esta semana sobre el futuro de uno de los hubs financieros principales

Brutal, pero mal rematado. Así es el reportaje que la revista Forbes ha publicado esta semana sobre el futuro de uno de los hubs financieros principales del sudeste asiático, Singapur. Para su colaborador Jesse Colombo, la ciudad-estado se enfrenta a unos problemas similares a los que provocaron el auge y la posterior caída de Islandia, considerada durante años como el mejor lugar para vivirde acuerdo con la ONU. A lo largo de 15 páginas trufadas de datos hace una descripción demoledora de la realidad económica del país sólo para concluir que su destino no puede ser otro que un crash similar al que convirtió en 2008 la ensoñación de placidez que disfrutaba la nación nórdica en auténtica pesadilla de la que aún no ha logrado despertar del todo (Forbes, "Why Singapore’s economy is heading for an Iceland-style meltdown", 31-01-2014, y Der Spiegel, Out of the abyss: looking for lessons in Iceland's recovery, 10-01-2014).

Su argumentario es variado y parte de una realidad: la llamada ‘Suiza de Asia’ se ha convertido en la envidia del mundo desarrollado. Todo es de color de rosa. Un paro de apenas el 1,8% de la población activa; continuo flujo de capital –que ha provocado la apreciación de su moneda un 22% frente al dólar en los últimos cinco años– y mano de obra a su territorio, tanto de cuello blanco como azul para el servicio doméstico y la construcción –los extranjeros suponen ya el 40% de la población–; auge inmobiliario sin precedentes con su correspondiente efecto riqueza e impacto sobre el consumo, sobre todo de bienes de lujo; la mayor ratio de millonarios per capita del planeta; bajísimos costes de financiación soberana por más que se hayan duplicado desde que la FED anunció que podía retirar los estímulos a finales de 2013 (ver gráfico); y así sucesivamente.

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Sin embargo, prosigue, el lado tenebroso de esa realidad, lo que la convierte en ‘ilusoria’ de acuerdo con el autor, es la formación simultánea de una burbuja de crédito que está en la base de todas las grandes catástrofes financieras que en el mundo mundial ha habido. El hecho de que su tipo interbancario de referencia (SIBOR o Singapore Interbank Offered Rate) esté ligado al estadounidense, cuando la realidad económica de la primera potencia del mundo es radicalmente distinta, ha deprimido los tipos de interés crediticios ofertados por los bancos hasta un nivel en el que no endeudarse resulta ineficiente en términos estrictamente financieros. Fruto de esa política ha sido un crecimiento de la deuda privada del 133% en tres años, de 2010 al ejercicio que acaba de concluir. Muy por encima del incremento nominal de su economía. La deuda de los hogares ha crecido un 41% en el mismo periodo frente al 25% que lo han hecho sus ingresos.

El dinero, como era previsible, ha tenido el mismo destinatario de siempre: la vivienda, cuyo precio ha multiplicado por dos desde 2004 y ha aumentado un 60% en los últimos cinco años para situarse entre 6.500 y 8.000 euros el metro cuadrado en las casas de nueva construcción. En las dos medidas usadas tradicionalmente para identificar una sobrevaloración inmobiliaria price to rent y price to income ratio, el mercado de Singapur da señales alarmantes. Un 57% de exceso respecto a la media histórica en la primera y seis veces más de lo conveniente en el caso de la segunda –25’38frente a los 4 en las que se encuentra la ‘normalidad’–. Hoy en día, es una de las diez ciudades más caras del mundo. Se empieza a aventurar un serio problema de exceso de oferta a partir de 2015.

Miren en este gráfico el impacto de la construcción en términos de PIB. ¿Les suena?

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Por si faltara alguna señal de que la locura se ha impuesto en el diminuto estado y que las cosas no pueden terminar bien, Colombo hace una dilatada enumeración de los innecesarios y faraónicos proyectos públicos a los que se ha lanzado el Gobierno local y que han llevado la deuda pública sobre PIB al 110%, por encima de naciones como… España. Al calor de tanta abundancia, han proliferado lasinstituciones que prestan servicios financieros en su territorio, hasta el punto de multiplicar eltamaño por 1,63 veces en apenas cuatro años, los peores de la crisis, para situar sus activos en un volumen equivalente a seis veces el tamaño de la economía. Eso sí, casi el 50% de la financiación que tienen concedida está ligada, de un modo u otro, a la evolución del sector promotor/constructor. Vaya, vaya… en todas partes cuecen fideos.

¿Cómo va a acabar esto? Pues bien, he de confesarles que esta es la parte más decepcionante de todo el texto. En su opinión, la exposición al resto de los emergentes regionales y su sensibilidad a los tipos de interés serán el detonante en el caso de que los primeros se enfríen –y haya repatriación de fondos de sus ciudadanos– y los segundos se disparen –y multipliquen el gasto en intereses del sector privado–, cosa que, como ha quedado demostrado, puede ocurrir de manera simultánea. Siendo así, la industria bancaria sufrirá, el inmobiliario sufrirá (o viceversa), el crecimiento sufrirá, los inmigrantes sufrirán, las cuentas públicas sufrirán, sus fondos soberanos sufrirán y el conjunto de la ciudad-estado se despeñará por el precipicio financiero. Un final demasiado sucinto para una historia bien construida. Decepcionante.

Sea como fuere, avisados quedan. Los ecos del desastre islandés pueden oirse antes o después en la ensoñación de Singapur.

Brutal, pero mal rematado. Así es el reportaje que la revista Forbes ha publicado esta semana sobre el futuro de uno de los hubs financieros principales del sudeste asiático, Singapur. Para su colaborador Jesse Colombo, la ciudad-estado se enfrenta a unos problemas similares a los que provocaron el auge y la posterior caída de Islandia, considerada durante años como el mejor lugar para vivirde acuerdo con la ONU. A lo largo de 15 páginas trufadas de datos hace una descripción demoledora de la realidad económica del país sólo para concluir que su destino no puede ser otro que un crash similar al que convirtió en 2008 la ensoñación de placidez que disfrutaba la nación nórdica en auténtica pesadilla de la que aún no ha logrado despertar del todo (Forbes, "Why Singapore’s economy is heading for an Iceland-style meltdown", 31-01-2014, y Der Spiegel, Out of the abyss: looking for lessons in Iceland's recovery, 10-01-2014).

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