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Lecciones de los portazos de Bill Gross y Paco Paramés
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Alberto Artero

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Lecciones de los portazos de Bill Gross y Paco Paramés

Bill Gross ha dejado PIMCO en dirección a Janus Capital cuando estaban a punto de darle una patada en el culo los dueños de la compañía.

Foto: Bill Gross, cofundador de PIMCO (Reuters)
Bill Gross, cofundador de PIMCO (Reuters)

Bill Gross ha dejado PIMCO en dirección a Janus Capital cuando estaban a punto de darle una patada en el culo los dueños de la compañía. Francisco García Paramés, por su parte, ha salido abruptamente de Bestinver en el momento en que algo similar se cocía en el seno de su casa, si nos atenemos a la rapidez con la que se ha designado un sustituto procedente de J.P. Morgan. Un fichaje así no se improvisa.

Ambos son referencia en la industria de gestión de fondos nacional e internacional.

El americano en el ámbito de la renta fija, capaz como ha sido de situar su Total Return Fund en niveles de patrimonio inimaginables para cualquier competidor y, pese a ello, ofrecer rentabilidades más que razonables a los partícipes durante décadas. El español en el campo de las acciones value, siguiendo la estela marcada en Estados Unidos por inversores de la talla de Benjamin Graham o Warren Buffett. Su track record excepcional tanto en términos de captación de dinero como de retorno le avala.

En los dos casos, las respectivas marcas estaban asociadas de manera indefectible a sus primeros espadas. PIMCO no se entendía sin Bill Gross y sus cartas mensuales, en las que acuñó terminologías posteriormente tan extendidas como ‘the New Normal’. Algo parecido sucedía en Bestinver, donde la sombra de la estrella eclipsaba todo lo demás, incluidos sus compañeros de mesa de negociación. La confusión entre empleador y empleado llegó a un punto en el que los segundos se creyeron los dueños del chiringuito, tanto más en la medida en que crecía su concentración financiera en el mismo, actuando de manera despótica el primero, y queriendo acaparar toda la estrategia el segundo, por encima incluso de los intereses comerciales de los propietarios.

La ruptura era inevitable.

Se trata un fenómeno no circunscrito exclusivamente al ámbito financiero. No en vano, surge de manera recurrente en todos aquellos negocios en los que la configuración del producto está íntimamente ligada a la personalidad de una de las piezas del engranaje que lo hace posible. Hemos tenido un ejemplo muy reciente con la salida de Pedro J. Ramírez de la dirección editorial de El Mundo, que no de Unidad Editorial. Son frecuentes también los casos en el mundo anglosajón con la particularidad de que allí también es común el caso inverso: que los fundadores decidan retirarse a un segundo plano cuando se consideran prescindibles (caso de Starbucks, viaje de ida y vuelta, y la misma semana pasada de Oracle).

Sea como fuere, la lección en términos de gestión empresarial está ahí. Y pasa por decisiones tan básicas como no hacer depender el futuro de la compañía de una sola persona o grupo de personas, crear un marco coral de trabajo en el que la marca esté por encima del individuo, impedir la acumulación de poder en manos de unos pocos, establecer ya de inicio barreras entre las distintas áreas del negocio, no alimentar innecesariamente egos ni pensar que el dinero es capaz de domeñarlos, evitar la verticalización y fomentar la horizontalidad en los procesos de decisión y así sucesivamente. En definitiva, hacer ver al león que hay un domador por muy fiero que se ponga.

Está por ver cómo PIMCO y Bestinver quedan tras la salida de sus gestores estrella. Aun siendo verdad que el dinero es por naturaleza perezoso, la impronta que Gross y Paramés habían dado a su modelo de gestión será difícilmente replicable por sus sucesores por más que en el caso de la española sigan formando parte (todavía) del equipo decisor sus dos colaboradores más estrechos, Guzman y Bernad. Lo normal es que a una etapa de sufrimiento inicial en términos de patrimonio bajo gestión siga otra de estabilización a la espera de resultados. Será entonces cuando el tiempo dé o quite razones. El problema, precisamente, es haber llegado a ese punto.

Bill Gross ha dejado PIMCO en dirección a Janus Capital cuando estaban a punto de darle una patada en el culo los dueños de la compañía. Francisco García Paramés, por su parte, ha salido abruptamente de Bestinver en el momento en que algo similar se cocía en el seno de su casa, si nos atenemos a la rapidez con la que se ha designado un sustituto procedente de J.P. Morgan. Un fichaje así no se improvisa.

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