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Es posible, el Sardex como guía para una moneda propia catalana
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Alberto Artero

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Es posible, el Sardex como guía para una moneda propia catalana

Es el engaño por norma, la afirmación falaz de que el día siguiente a la independencia será mejor gracias a ejemplos que distan mucho de poder ser mínimamente aplicables a un país

Foto: Manifestación por al Diada de Cataluña. (EFE)
Manifestación por al Diada de Cataluña. (EFE)

No hay capacidad de razonamiento lógico alguno. Ya no. Por más que desde las cuatro esquinas del mundo se haya advertido a los independentistas catalanes que su Arcadia económica es imposible, ahí siguen erre que erre, ignorando que el bolsillo y el placer son los que mueven el mundo y que el segundo, sin el primero, pierde gran parte de su interés, qué se le va a hacer.

Este fin de semana, al comentar con mentes preclaras proclives a la ruptura de España el problema de la divisa y la financiación –si Europa quiere ser creíble, debería cumplir sus amenazas provocando un efecto en cascada de imprevisibles consecuencias para la región-, mis interlocutores me han remitido a un interesante artículo publicado el pasado viernes en Financial Times sobre un experimento monetario que ha tenido lugar en Cerdeña y que probaría, en su opinión, que la aventura soberanista es factible y los malos augurios centralistas infundados.

En ‘The Sardex factor’, Edward Posnett explica el origen y posterior evolución del Sardex, moneda creada por un grupo de amigos sin apenas experiencia financiera en 2009, como forma de autoempleo en un lugar devastado por la crisis. Ante la falta de recursos que asfixiaban la actividad industrial y de servicios de su área de influencia –algo similar a lo que puede sucederle a los catalanes- decidieron volver a los orígenes. ‘Puesto que el valor del dinero fiduciario se basa en la confianza y aquí todos nos conocemos, inventemos una unidad de cuenta y método de cambio propios’, se dijeron los cinco fundadores.

Dicho y hecho.

Seis años más tarde, el Sardex se ha convertido “en un símbolo de poder local, habiéndose extendido su alcance a miles de negocios en la isla”. Hasta 3.000 sin ir más lejos. De ahí la euforia catalanista.

Sin embargo, no se trata de dinero de uso corriente, no hay Sardex circulando por la calle, sino que estamos ante un sistema de pagos electrónicos limitado a aquellos ciudadanos y empresas que tengan bienes o servicios que vender o comprar. Esa es su principal restricción. En el fondo, no se trataría sino del respaldo financiero a una operativa más que inventada, la del trueque, a la que se reviste de un cierto barniz de sofisticación –pues permite, entre otras ventajas, algo de crédito comercial-. Además, el hecho de que su uso en exclusiva –es decir, sin intervención del euro- se limite a operaciones de menos de 1.000 euros ha reducido igualmente su campo de acción. Este año el volumen de transacciones en Sardex rondará los 40 millones de euros. Una gota en el océano.

El Sardex se ha convertido 'en un símbolo de poder local, habiéndose extendido su alcance a miles de negocios en la isla'. De ahí la euforia catalanista

De ahí la imposibilidad de una réplica a gran escala salvo para un régimen autárquico que es, a lo mejor, a lo que aspiran los separatistas de Catalunya, esos que no dudan en aludir a la pronta expansión del experimento a las finanzas públicas de Cerdeña como argumento que reforzaría la posibilidad de implantación en su territorio.

Se equivocan.

El éxito del Sardex descansa más en su consideración de ‘complementary currency’ que en una posibilidad de reemplazo de la moneda única que ni siquiera es contemplada por sus creadores, los que más ambición habrían de mostrar. El realismo al poder. Entre otras cosas porque su valor está referenciado al euro, en este caso a la par, regla que no aplicaría en un supuesto de independencia, devaluación, inflación y estrangulamiento como el que le espera a Mas y sus chicos en el minuto uno de la independencia.

Lo cual nos lleva, de nuevo, al principio de esta entrada. Está bien el anhelo de fronteras propias, aspiración tergiversada pero legítima. Huele peor la unilateralidad, sin duda, y la renuncia a la memoria histórica de lo que ha supuesto España para Catalunya. Pero lo que no es de recibo bajo ninguna circunstancia es el engaño por norma, la afirmación falaz de que el día siguiente será mejor que cualquiera en el pasado -cuando supuestamente el yugo español asfixiaba a la región- y no dudar en recurrir para ello a ejemplos que distan mucho de poder ser mínimamente aplicables a un país en su totalidad.

El Sardex es un ejemplo entre tanto otros.

No saben los votantes del 'Sí' en aquellas tierras los que les espera. Ni se lo imaginan.

Buena semana a todos.

No hay capacidad de razonamiento lógico alguno. Ya no. Por más que desde las cuatro esquinas del mundo se haya advertido a los independentistas catalanes que su Arcadia económica es imposible, ahí siguen erre que erre, ignorando que el bolsillo y el placer son los que mueven el mundo y que el segundo, sin el primero, pierde gran parte de su interés, qué se le va a hacer.

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