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Ni pensiones públicas ni planes privados, la jubilación pinta muy negra
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Alberto Artero

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Ni pensiones públicas ni planes privados, la jubilación pinta muy negra

Afortunados aquellos que están disfrutando de lo que han cotizado durante años. Dentro de poco no será más que un bonito recuerdo

Foto: Hombres jugando al ajedrez. (Corbis)
Hombres jugando al ajedrez. (Corbis)

Ya se pueden preparar para su no jubilación.

No en términos de condición formal sino de prestación.

La cosa pinta muy pero que muy mal.

Ya sabemos cómo el problema demográfico afecta a las pensiones públicas en aquellos países, caso de España, que tienen un sistema de reparto y no de capitalización, las que entran por las que salen. El paro estructural y el aumento de ciudadanos dependientes convierten la sostenibilidad del sistema en una quimera. El modelo no es viable, ni se intuye qué puede hacer que lo sea. Un esquema Ponzi en el que la pregunta clave no es si reventará, que lo hará, sino cuándo sucederá.

El modelo no es viable. Un esquema Ponzi en el que la pregunta clave no es si reventará, que lo hará, sino cuándo sucederá

Afortunados aquellos que están disfrutando de lo que han cotizado durante años. Dentro de poco no será más que un bonito recuerdo.

No están mejor las cosas en las naciones que han optado por el modelo de aportaciones periódicas en nombre de los trabajadores con unos objetivos de rendimiento que, mediante los correspondientes cálculos actuariales, debieran permitir, al menos en teoría, que cada uno de ellos termine recibiendo una cuantía económica que les permita defenderse en el momento de su jubilación. La represión financiera de los bancos centrales ha hundido la rentabilidad de los activos sin riesgo y fruto de ello es que la desviación entre lo prometido sobre el papel y la rentabilidad real es tal que resulta poco probable que no haya, antes o después, una quiebra también de esta alternativa. De donde no hay, no hay y no se puede sacar.

La represión financiera de los bancos centrales ha hundido la rentabilidad de los activos sin riesgo

No en vano, nos recordaba el 'Financial Times' en su edición del pasado lunes que el ‘funding gap’ de las pensiones públicas en Estados Unidos alcanza ya los 3,4 billones de dólares, tres veces más de lo que la estadística oficial señala, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Stanford. Un desequilibrio cuya corrección pasaría bien por un aumento de las contribuciones de la Administración del 7,5% de sus ingresos actual a cerca del 20%, sacrificando otros desembolsos, bien mediante subidas masivas de impuestos.

En cualquier caso, el paganini no dejaría de ser ese ciudadano cuyo bienestar se pretende defender.

Ocurre algo similar con las pensiones privadas, tanto las que tienen una garantía de rentabilidad, para las que resulta aplicable el segundo de los supuestos hasta el punto de que pueden llevar a la ruina a sus promotores, como las que no, en los que la ausencia de un complemento estatal puede convertir sus derechos consolidados, para el que ha tenido el lujo de haber podido hacer aportaciones, en insuficientes para cubrir las necesidades básicas futuras de los beneficiarios. Eso siempre,que antes no se conviertan, a la argentina, en un elemento más de confiscación fiscal.

Por tanto, nos encontramos con una situación de lo más preocupante, que es la suma de insuficiencia en las arcas del Estado para hacer frente a las obligaciones contraídas con sus residentes, por una parte, y de los bajos retornos obtenidos por estos productos de ahorro a largo plazo, por otra. Una caldera a punto de estallar a la que los Yellen, Draghi y compañía se empeñan en echar más leña a través de una política monetaria que aumenta aún más las desigualdades, y la demanda asistencial de la población, y establece una ecuación rentabilidad-riesgo en que ambos han dejado de correlacionar inversamente.

Se han vuelto locos hasta el punto de jugar con el futuro de generaciones.

Lo más sorprendente de todo es que no faltan palmeros que les aplaudan.

En fin…

Ya se pueden preparar para su no jubilación.

Rentabilidad Bancos centrales Financial Times