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60 minutos con Bestinver: “Pocas veces ha habido tantas oportunidades como ahora”
Bestinver ha vuelto a la senda que tantos éxitos le dio en el pasado, si es que alguna vez se desvió de ella, que no es el caso. La pelota está ahora en el alero de los demás
Bestinver sigue vivo.
Más que eso, muy vivo.
No estaba muerto, estaba en la parranda de las tres etapas para su recuperación fijadas por sus nuevos gestores: proceso, rentabilidad y negocio. Y, fruto de esa dedicación, de ese no distraerse de lo esencial, pequeñas satisfacciones como la conocida hace un par de semanas: su fondo internacional ha logrado batir un 20% a su índice de referencia en apenas dos años.
Tomen nota los que habían enterrado a la sociedad de los Entrecanales.
La cita es en las oficinas de la gestora, en la parte noble de Madrid, calle Juan de Mena.
Por iniciativa mía.
Había conocido a Beltrán de la Lastra casi dos años antes, en una comida en el restaurante Alabaster. Entonces, básicamente, nos pidió árnica ante las múltiples informaciones que habíamos publicado en El Confidencial. Pero de la forma en que el nuevo presidente y director de Inversiones hace las cosas. Poniéndolo todo en positivo y transmitiendo confianza en la continuidad del modelo, pese a las dudas sobre su capacidad, la salida masiva de fondos de los clientes más nerviosos y la necesidad de calmar las aguas internas tras el revuelo generado por la ‘fuga’ de Paramés, Guzmán y compañía.
"Dadnos tiempo y, entonces, juzgad", fue su perentorio mensaje.
Dicho y hecho.
Veinticuatro meses más tarde, era momento de revisar lo hablado en aquella interesante velada.
En términos de percepción del mercado, Bestinver aún no es el que era, tiene trabajo por delante. No en vano, ha sido ahora cuando su patrimonio bajo gestión ha superado los niveles del inicio de su particular crisis, allá por 2014. Teniendo en cuenta que ese volumen incluye las revalorizaciones que se han producido en el periodo, no se puede decir que haya habido una recuperación ciega de la confianza por parte de los inversores.
“Pero no nos preocupa”, señala Beltrán, tan desaliñado como siempre, fleco de la camisa por fuera y cuello abierto.
“Hace dos años, fijamos una hoja de ruta en la que era menos importante el negocio que sentar las bases de un proyecto que gira alrededor de tres ejes: buscar compañías baratas, gestionarlas de manera ajustada al riesgo que quieren asumir los partícipes, y hacerlo con el dinero de inversores que comparten nuestra vocación a largo plazo. No hacemos predicciones, ni nos apuntamos a las modas. No queremos ser los gurús del mes. En ese sentido, ha habido poco cambio. La filosofía es la misma. Sí que hemos mejorado cuestiones como la gestión de la liquidez. Tratamos de asumir posiciones que podamos deshacer de manera ordenada en el peor escenario de mercado. Es en la ejecución, por tanto, donde ha podido haber más cambio. Si no nos apartamos de nuestra filosofía, con estos matices, el dinero volverá”.
Da la impresión, cuando uno escucha a Beltrán, de que algo de Gatopardo hay en su proyecto: todo ha cambiado para que, salvo matices, no cambie nada.
Pero es mentira.
Estamos ahora, y se encarga de remarcarlo varias veces, ante una estructura más coral, donde la estrella es el equipo.
Algo sustantivo que, por lo que comenta De la Lastra, surge más del convencimiento propio que de una imposición de los Entrecanales —“Si hubieran buscado una estrella, no habría venido”— y cuenta con dos dimensiones bien diferenciadas: la presente —“A día de hoy, seguimos invirtiendo en talento, y a este solo lo atraes si hay una propuesta de valor en la que sus capacidades tienen recorrido”— y la futura —“Cuando salí de J. P. Morgan, la persona que se quedó al frente de ‘mis’ fondos había entrado como júnior de mi mano. Me encantaría que nos convirtiéramos en el ‘employer of choice’ de aquellos estudiantes que se quieran dedicar al análisis y ofrecer lo que el mercado laboral no ofrece: carreras profesionales, que no meros trabajos”—.
Tomen nota los interesados.
Entra en ese momento Gustavo Trillo, responsable del desarrollo de negocio de la firma, y ahonda en las mismas ideas.
“No queremos ser multiproducto, ni multimánager, ni dedicarnos al asesoramiento. Nuestra identidad no ha cambiado. Preferimos un crecimiento lento pero seguro en el que los partícipes lo sean porque creen en el modelo, da igual si aportan 50.000 euros o 500 millones. Preferimos la estabilidad. Tenemos a día de hoy 40.000 clientes frente a los 8.000.000 de titulares de fondos de inversión que hay en España. Podríamos ser más agresivos. Pero no va con nuestra cultura que, por cierto, comparten los accionistas de referencia”.
¿Y los nuevos rivales?
“Todo lo que sea más análisis independiente de la mano de buenos gestores, bienvenido sea. Es verdad que la fragmentación de la oferta puede hacer que el cliente harto con su entidad tradicional se retraiga por no saber qué elegir. Pero es un mal menor”, afirma.
La pregunta de cierre es inevitable: ¿las bolsas?
Es Beltrán el que vuelve a la carga. “Con nuestra forma de entender la gestión, no estamos especialmente preocupados por los acontecimientos externos. De hecho, los sucesivos eventos están provocando distorsiones en el precio de determinados activos de renta variable que son oportunidades únicas, no vistas en décadas, y que sirven para concretar las horas de análisis que dedicamos a nuestro universo de compañías. Pueden transcurrir meses desde que identificamos una firma atractiva hasta que la entrada en esa se concreta. La volatilidad, bien controlada, nos viene de perlas. Lo defensivo está caro, lo cíclico barato, la gestión pasiva en su máximo apogeo, en un momento en el que las puertas de salida son cada vez más estrechas. Hay riesgo de cola de distribución, claro que sí. Pero también hemos aprendido a minimizarlo. Si nos mantenemos firmes en nuestros principios, no tenemos por qué estar preocupados (salvo hecatombe, claro está). Más bien al contrario”.
Vaya, una nota de tranquilidad entre tanto mal augurio imperante.
Menudo alivio.
Solo el tiempo da y quita razones. De momento, la impresión que da es que Bestinver ha vuelto a la senda que tantos éxitos le dio en el pasado, si es que en algún momento se desvió de ella, que no es el caso. La pelota está ahora en el alero de los demás. En su favor juegan la marca, el patrimonio y el ‘track record’ que debería disipar cualquier duda. Lo están haciendo bien.
Dentro de dos años, volvemos a hablar.
Bestinver sigue vivo.