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África despierta: la noticia más importante de ayer ha pasado desapercibida
Un caso paradigmático es la cobertura del Pacto de Libre Comercio que 44 naciones africanas sellaron ayer en Kigali. Ni una sola mención en medios de habla hispana
Los medios de comunicación nos lo tenemos que hacer mirar.
Hablando de mi negociado, el digital, ya les conté el martes los riesgos de poner el foco en la distribución y no en la calidad del contenido, de banalizar la oferta relajando el rigor y la solvencia y devaluando la marca a fin de aumentar unos clics que, paradójicamente, obtenidos por esa vía son menos monetizables.
Pues nada, cada uno tiene derecho a suicidarse corporativamente como quiere.
Este viaje hacia ninguna parte tiene como una de sus consecuencias más indeseadas la relegación de temas sustantivos, informativamente hablando, en favor de piezas más ligeras y del gusto de una ciudadanía que se está acostumbrando, por inmediatez y comodidad, a navegar por la superficie de los acontecimientos, sin que los medios les aportemos tampoco el criterio necesario para distinguir lo urgente de lo importante.
'Nostra' culpa.
Un caso paradigmático es la cobertura del Pacto de Libre Comercio que 44 naciones africanas sellaron ayer en Kigali, la capital de Ruanda. Ni una sola mención en medios de habla hispana. Inexistente en el buscador de Google. África puede que no interese —lo que no debería ser el caso, especialmente para España—, pero es que estamos ante un acuerdo que, de plasmarse en los términos acordados, puede suponer un cambio de paradigma en una zona geográfica que ha visto su desarrollo limitado, amén de otros factores como la climatología, la corrupción o la financiación, por las disputas territoriales y la falta de cooperación intrarregional.
La ciudadanía se está acostumbrando, por inmediatez y comodidad, a navegar por la superficie de los acontecimientos
Estamos hablando de un convenio que supone facilitar la libre circulación de personas entre una parte significativa de los firmantes, eliminar los aranceles entre ellos, mejorar las infraestructuras entre estados o reforzar los mecanismos de seguridad conjuntos. Dejar de mirar hacia fuera para reforzar los lazos interiores y, de este modo, reducir la dependencia de terceros y potenciar el florecimiento de negocios que vayan más allá de las materias primas para entrar en los siguientes eslabones de la cadena productiva.
Según comenta FT, que tampoco es que le haya dado mucho aire al tema en la portada de su edición digital, las cosas como son, la ONU calcula que a resultas de este acuerdo el comercio entre los países que se han adherido al pacto crecerá un 50% en los próximos cinco años. En la actualidad, supone el 15% del total, frente al 67% de la Europa comunitaria o el 58% de Asia. El movimiento tiene, pues, una trascendencia similar a la de acuerdos fundacionales de otras realidades supranacionales como la propia Unión Europea.
¿Cuál es el problema entonces?, ¿por qué este grado tan elevado de indiferencia?
Por una parte, la mitad de los estados que lo han suscrito tiene aún que someterlo a la aprobación de sus respectivos parlamentos nacionales, algo que se prevé que ocurra antes de final de año pero que puede deparar sorpresas por el camino. Por otra, es innegable la existencia entre los analistas de una cierta dosis de escepticismo al calor de esas diferencias étnicas que están en la base de conflictos seculares, a duras penas aplacados en muchos de ellos y que convierten cualquier intento de ampliar sus fronteras en un ejercicio más voluntarista que materializable. Eso, por no hablar de las personalidades que dominan la política en estos estados o de las dificultades propias de la falta de estructuras que garanticen su aplicabilidad.
Aun así, el hito está ahí.
Y la oportunidad, de concretarse, también.
Dejemos espacio a la esperanza.
Y no dejemos de hacer noticia de lo que lo es.
Los medios de comunicación nos lo tenemos que hacer mirar.