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Mi última cena con Shane Parrish: el exespía y gurú de Wall Street
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Luján Artola

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Mi última cena con Shane Parrish: el exespía y gurú de Wall Street

"Mi esperanza es que una generación de niños se inspire en los millones de doctores que trabajan las 24 horas en todo el mundo y se dediquen a la medicina"

Foto: Shane Parrish
Shane Parrish

Fue el pasado 12 de marzo. Las seis de la tarde. Demasiado temprano para esperar en la barra de un bar con un cóctel, pero me bebí el primero que vi en la carta de puro nervio. Las noticias de Italia y España eran cada día peores y me había hecho una prematura experta en algo que en Nueva York había empezado como unos brotes aislados. Fueron días en los que todos se hacían trampas con la esperanza de que el virus pasara de largo.

Shane Parrish, al que llaman el gurú de los grandes de Wall Street, es un exespía del servicio de inteligencia canadiense. Después de años de entrenamiento, trabajo y alguna que otra frustración, decidió dedicarse a ser experto en consejos, sentido común, rey de los 'podcast' y uno de los autores más vendidos. Sus dos volúmenes de 'Los Grandes Modelos Mentales' están siendo unos de los libros más vendidos en Estados Unidos. Desde su página web, Farnam Street, con más de 800.000 suscriptores y sin ninguna inversión en publicidad, explica el mundo, la ambición del ser humano, el éxito de los negocios, lo perdido y lo ganado… como si fuera un cruce entre Aristóteles y Steve Jobs. Solo ha concedido una entrevista, hace dos años al 'New York Times', y se nota que ni le gustan ni le importan, y que la fama le trae sin cuidado.

Quedamos en Gramercy Tavern, uno de los restaurantes preferidos de Hillary Clinton. Como en casi todos los lugares de esta ciudad, comes pegado al ajeno sin poder distinguir si lo que huele es tu plato o el del otro. Hoy, después de una vida entera que han pasado en estas cinco semanas, parece imposible e irreal. Estuvimos charlando alrededor de dos horas y media. Me habían advertido de que era un tipo extraño, raro y esquivo. Lo último lo confirmo, lo primero lo sustituyo por un hombre irónico, cercano, amable, en calma y divertido. Quedamos en hablar sin límite y que más adelante haríamos la entrevista. Y por eso, hoy les cuento en lo que el maldito coronavirus convirtió un segundo encuentro, uno virtual.

Desde su web explica el mundo, la ambición del ser humano, el éxito de los negocios… como si fuera un cruce entre Aristóteles y Steve Jobs

La verdad es que no sabía ni cómo empezar con las preguntas. Con todo lo que hemos devorado y empachada de información, le confesé mi absoluto bloqueo con todo lo que está pasando. A oscuras, sin saber por dónde salir... y me interrumpió diciéndome que ese es el problema, querer predecir y entender todo sin tener preparado nada. "Lo que nos trajo aquí es que creemos que podemos anticipar lo que sucederá después con un grado de confianza injustificado. En lugar de predecir, necesitamos prepararnos para tener buenos resultados cuando los necesitemos. Eso es más fácil de decir que de hacer. A corto plazo, significa que alguien que no se prepara parece que se está adelantando a ti. A largo plazo, las estrategias basadas en predicciones están sujetas a choques como el que estamos viendo. Es muy difícil hacer algo diferente a los demás, pero todo esto, nos va a hacer cambiar".

Pues no hagamos predicciones, pero ¿qué tenemos que hacer? "Mantener la calma. Lo superaremos y seremos más fuertes, pero no será fácil. Mi esperanza es que esto una al mundo y tengamos un objetivo común. La humanidad está en su mejor momento cuando abandona sus diferencias y se une en torno a una misma comunidad. Estamos en nuestro mejor momento cuando estamos juntos".

placeholder La portada del primero de los dos libros de Shane Parrish
La portada del primero de los dos libros de Shane Parrish

Después de esta respuesta, lo primero que pienso es en decirle si esos mundos de Yupi existen, pero me contengo, y añade, como leyéndome los ojos, que no va a meterse a hablar de política. "Mi esperanza es que una generación de niños se inspire en los millones de doctores que trabajan las 24 horas en todo el mundo y se dediquen a la medicina. Espero que el capital, humano y financiero, fluya hacia la atención médica. Espero que los gobiernos y las ciudades abran sus datos al público. Espero que esto nos recuerde lo importante que es la salud, nuestra familia, nuestros seres queridos, nuestra conexión con nuestra comunidad. Me mantengo fuera de la política. Ahora no es el momento de señalar con el dedo. Habrá mucho tiempo para eso más tarde. Pero espero que el que tenga ideas sobre cómo hacer mejor las cosas no se quede al margen y participe. Es fácil sentarse y decir que se debería estar haciendo esto o aquello. Si piensas de esa manera, salta al terreno de juego y hazlo mejor".

Sé que las conexiones de Shane Parrish con los grandes empresarios de este país, los grandes fondos de inversiones, sus amistades con los poderosos son muchas y buenas. No puedo resistirme y quiero saber más. Pero no hay manera de bajar a la arena. Me insiste en que si queremos ganar esta batalla debemos estar juntos: "Tenemos el talento, tenemos las habilidades. Ahora es el momento de dejar de lado nuestras diferencias, reunir nuestros recursos, liberar el potencial humano. Quizá el mayor reto sea resetear lo que significa la prosperidad. Estamos habituados a valorarlo en términos de riqueza y comparándonos con otras generaciones. Pretendemos tener más y más. Pero lo que importa de verdad sale a la luz. La familia importa. El amor importa. La generosidad importa. Las personas importan. Todas. El resto es solo ruido".

Fue mi última cena fuera de casa. Sigo en contacto con Shane y aunque no me ha dejado contar ni la mitad de la información que me dio, ahora tengo otro amigo. Quedamos en vernos la próxima vez en España. Porque ese día fue el último de la era normal antes de la era del coronavirus y a los dos se nos ha quedado grabado. Creo que es una de las personas más astutas que he conocido, y ha convertido su manera de pensar en una fortuna de la que ni siquiera presume. Su manera de enfrentarse al mundo no está en este artículo. Sus éxitos están en sus publicaciones. Lo mejor que pueden hacer es leerlas. Algunos de sus secretos sí están en mi cabeza.

Fue el pasado 12 de marzo. Las seis de la tarde. Demasiado temprano para esperar en la barra de un bar con un cóctel, pero me bebí el primero que vi en la carta de puro nervio. Las noticias de Italia y España eran cada día peores y me había hecho una prematura experta en algo que en Nueva York había empezado como unos brotes aislados. Fueron días en los que todos se hacían trampas con la esperanza de que el virus pasara de largo.

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