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Juneteenth: de Lincoln a Trump
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Luján Artola

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Juneteenth: de Lincoln a Trump

Este país necesita con urgencia más discursos de altura que unan y no separen. Menos barro y más estatuas que no se derriben

Foto:  La proclamación de la abolición de la esclavitud. (iStock)
La proclamación de la abolición de la esclavitud. (iStock)

La noche del 14 de abril de 1865 el presidente Lincoln asistió a una representación en el teatro Ford, en Washington. La obra era 'Our American Cousin', una comedia musical de Tom Taylor. Cuando Lincoln se sentó en el palco, John Wilkes Booth, un actor de Maryland, residente en Virginia y simpatizante del Sur, apareció por detrás y disparó a la cabeza del presidente, tras lo cual gritó: "¡Sic semper tyrannis!" (expresión latina "así siempre a los tiranos").

Después de dar por acabada su misión y tras librarse del forcejeo con el invitado del presidente, Henry Rathbone (a quién consiguió herir), Booth saltó desde el balcón al escenario; el público creyó que al incorporarse estaba haciendo una reverencia, pero la verdad es que se había roto una pierna. Huyó, aunque finalmente fue capturado y ahorcado.

Ver recular al equipo de la Casa Blanca es directamente proporcional a hacerse una ligera idea de cómo y cuán revuelto está el patio

Dos meses después, el 19 de junio de 1865, los soldados de la Unión, con el general Gordon Granger al mando, desembarcaron en Galveston, Texas, con la proclamación de la abolición de la esclavitud. Por eso, hoy, un año más, 45 estados celebran la festividad Juneteenth, nombre acuñado por la unión de las palabras inglesas "June" (junio) y "nineteenth" decimonoveno, en referencia a la fecha.

Foto: Este hombre vio el asesinato de Lincoln (y lo cuenta en Youtube)

No es una fiesta nacional, pero Trump ha estado a punto de convertir un día que para muchos americanos pasa desapercibido en una conmemoración planetaria. Aprovechando que las protestas por la muerte de George Floyd siguen, me imagino que de la típica reunión de staff a alguien se le ocurrió el rescate de esta fecha y comenzar hoy los famosos “rally” o actos electorales, en Tulsa, el lugar donde en 1921 se perpetró una de las peores masacres de personas negras en la historia de EEUU.

Tras varios días con broncas de todos y tras un destello de sensatez, han decidido posponerlo en medio de las críticas. Ver recular al equipo de la Casa Blanca es directamente proporcional a hacerse una ligera idea de cómo y cuán revuelto está el patio.

Este país ha sufrido algo tan inhumano como ser dueño de otras almas, y convertir a personas en cosas esclavas

Y es que hoy, sin duda, el famoso discurso de Lincoln en Gettysburg y sus palabras, resuenan como truenos en medio de las calles de un país dividido: “Ahora nos encontramos enfrentados en una gran guerra civil, poniendo a prueba si esa nación, o cualquiera así concebida y dedicada, puede perdurar mucho tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Pero no podemos dedicar – no podemos consagrar – no podemos santificar – este terreno. Los hombres valientes, vivos y muertos, que aquí lucharon, lo han consagrado, mucho más allá de nuestro humilde poder de añadir o quitar. El mundo apenas notará, ni por mucho tiempo recordará, lo que nosotros decimos aquí, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí.”

Y saltando 155 años, no hay una guerra, pero si uno es capaz de escarbar entre los ruidos políticos siempre hay alguien que, con ojos honestos, recuerda que este país ha sufrido algo tan inhumano como ser dueño de otras almas, y convertir a personas en cosas esclavas. Y aunque veamos que ha pasado mucho tiempo…no tanto. Leía hace poco, tras una reciente investigación que una mujer llamada Rodisha, a la que su amo le puso el nombre de Sally Smith, fue la última esclava africana. En 1932 fue entrevistada por el periódico 'The Montgomery Advertaiser' y allí explicó su lugar de origen, África. Murió en 1937.

Y justo en ese momento, porque ya no se ven tan lejos como los campos de algodón y por muchas otras razones, se entiende la legitimidad de un lema como #BlackLivesMatter. Porque no solo es contra la brutalidad policial, las intrigas políticas, la guerra entre demócratas y republicanos, el covid-19, las mascarillas, la pandemia, la economía, China, la tasa Google o las venganzas en formas de libros.

Los datos de desempleo mejoran, pero el miedo a la inestabilidad crece como una segunda pandemia

Es que cuando un lado del país se enfrenta a los virajes bruscos de un gobierno impredecible y una oposición que no es capaz de crear opciones reales, todo se convierte en un barco ingobernable que se llena de agua sin remedio. Saltamos de las vacunas a los gritos y los carteles en menos de un segundo y para colmo de males, si es que no era bastante, el doctor Fauci ha anunciado sin anestesia que es muy poco probable que la liga nacional de fútbol dispute la temporada de 2020-21. Así que este nuevo varapalo, ha convertido en realidad otra pesadilla. Yo no entiendo de este deporte, pero tal y como ha sonado en las noticias y las redes sociales, el asunto es muy tremendo.

Juneteenth, un día desconocido para la mayoría, coincide como si fuera una suerte de eclipse de esos que pasan cada cien años, en un viernes negro, pero no por la raza, sino por la ausencia de algo a lo que agarrarse. Los datos de desempleo mejoran, pero el miedo a la inestabilidad crece como una segunda pandemia. Nueva York, parece que empieza a respirar a partir de este lunes y abrirá comercios, peluquerías e Iglesias, pero nadie se fía de nada. Todo funciona con el “de momento” instalado en una pesada incertidumbre ante la vida.

No hay ni optimismo ni sueño americano. Solo silencio y cansancio. Y las cadenas de aquellos esclavos y de tanto látigo hoy son invisibles, pero también golpean sin piedad. De hecho, vuelven a matar a disparos. Este país necesita con urgencia más discursos de altura que unan y no separen. Menos barro y más estatuas que no se derriben. Y mientras veamos a Lincoln, sentado y mirando a los americanos sin reconocerlos, hoy será otra hoja inútil del calendario.

La noche del 14 de abril de 1865 el presidente Lincoln asistió a una representación en el teatro Ford, en Washington. La obra era 'Our American Cousin', una comedia musical de Tom Taylor. Cuando Lincoln se sentó en el palco, John Wilkes Booth, un actor de Maryland, residente en Virginia y simpatizante del Sur, apareció por detrás y disparó a la cabeza del presidente, tras lo cual gritó: "¡Sic semper tyrannis!" (expresión latina "así siempre a los tiranos").

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