Es noticia
La carta de Robert Redford
  1. Mundo
  2. 540 Park Avenue
Luján Artola

540 Park Avenue

Por

La carta de Robert Redford

Jimmy Carter aseguró en varias entrevistas que, si no hubiera sido por el actor, nunca habría llegado a la presidencia en 1976 derrotando a su predecesor, Gerald Ford

Foto: El actor y director Robert Redford en una foto de archivo. (EFE)
El actor y director Robert Redford en una foto de archivo. (EFE)

Fue un almuerzo improvisado. Hace unos cuantos años. Después de una reunión en la que me exigieron ser la más lista del planeta, aunque las preguntas vinieran de la ventanilla del tocino y la velocidad. Esos momentos en los que la paciencia y una sonrisa, son los únicos escudos para sobrevivir a tanto estereotipo de osadías que solo da el poder. Salí de aquella sala de reuniones fumando en pipa y enfadada con la vida. La resiliencia se me da mejor de día y con una copa de vino, y con esas intenciones, resultó que el destino se puso de mi parte en el restaurante Harry Cipriani de la Quinta Avenida.

Él estaba sentado en una las mesas cercanas al ventanal, ni muy expuesto a la calle ni muy metido en el salón. Maderas y cuero antiguo, manteles de hilo, muchos camareros perfectamente uniformados y con la belleza de la estética de empleados de siempre, atendiendo a neoyorquinos de toda la vida. Pura Italia en el corazón de una de las mejores vistas de la ciudad, mientras el prosecco levanta las tristes caras operadas y consigue amagos de sonrisas felices. Y fue ahí cuando levanté la mirada y él me miró. Me quedé tan quieta como Meryl Streep cuando le lavaba el pelo en plena selva africana y con la esperanza de que eso, lo que fuera que me estaba pasando, no fuera a acabar nunca. Pero ese momento fue tan breve e irrelevante para él como espectacular para mí. Es verdad que tenía la cara más tirando a pasa que a melocotón, pero da igual. Hay personas que trascienden a su presente por muy viejos que sean. Y otras, que no dejarían ninguna huella, aunque vivieran tres vidas.

Jimmy Carter aseguró en varias entrevistas que, si no hubiera sido por el actor, nunca habría llegado a la presidencia en 1976 derrotando a su predecesor, Gerald Ford: "Se pueden imaginar la sensación de un agricultor de Georgia que tiene programados tres debates televisados ​​con el actual presidente de los Estados Unidos. No sabía qué demonios iba a hacer. Y vino Robert Redford, se sentó en el suelo de la sala donde preparábamos las reuniones y estuvimos una y otra vez ensayando todos los temas”. Desde entonces, mucho tiempo, brillantes películas y una vida entera hasta la carta que hizo pública la semana pasada. No es la relación epistolar de San Pablo con los Corintios, pero sí las letras de un gran actor, poco dado a los ruidos, que no se ha puesto de perfil.

El mundo entero grita demasiadas cosas al mismo tiempo, pero hay una que aplasta y aterra más que el virus: la falta de liderazgo y confianza

Comienza con su infancia escuchando junto a sus padres los discursos del presidente Franklin D. Roosevelt en la radio: “Tengo muchos recuerdos de Los Ángeles en la década de 1940, pero hay uno en particular que vuelve a mí en estos tiempos difíciles. Recuerdo estar sentado con mis padres. En realidad, mis padres estaban sentados y yo estaba acostado en el suelo, como hacen los niños, escuchando al presidente. Por supuesto que estaba hablando a la nación, no solo a nosotros. Pero se sentía como si así fuera. Era personal e informal, como si estuviera en nuestra sala de estar. Era una voz de autoridad y, al mismo tiempo, cercana”.

Los estadounidenses se enfrentaban a un enemigo común, el fascismo, y Roosevelt les dio la sensación de que todos tenían su misión: “Incluso los niños como yo teníamos un papel que desempeñar: repartir periódicos, recolectar chatarra, hacer lo que pudiéramos hacer. Así era tener un presidente con una sólida brújula moral. “.

Es curioso porque el actor se disculpa por la nostalgia con la que se expresa, pero es algo que en estos momentos atraviesa a demasiadas generaciones lejanas a la guerra. El mundo entero grita demasiadas cosas al mismo tiempo, pero detrás de todas, hay algo que aplasta y aterra más que el virus: la falta de liderazgo y la falta de confianza.

"En lugar de una brújula moral en la Oficina Oval, hay un vacío moral", dice Redford en su misiva

Estoy demasiado centrado en el futuro -continúa Redford- como para sentarme a suspirar por los viejos tiempos: “Para mí, el poder del ejemplo de Roosevelt es lo que dice sobre el tipo de liderazgo que Estados Unidos necesita y puede tener, nuevamente, si lo elegimos. Pero una cosa está clara: en lugar de una brújula moral en la Oficina Oval, hay un vacío moral. En lugar de un presidente que dice que estamos todos juntos, tenemos un presidente que actúa por sí mismo. En lugar de palabras que elevan y unen, escuchamos palabras que exacerban y dividen. Cuando convierte una mascarilla que salva vidas en un arma de guerra cultural, cuando ordena a la policía y a los militares que lancen gases lacrimógenos a los manifestantes pacíficos para mostrarse con una Biblia frente a las cámaras, sacrifica, una y otra vez, cualquier pretensión de autoridad moral”.

El actor no acostumbra a anunciar su voto. De hecho, no he encontrado testimonios anteriores. Pero esta vez, supongo que, como muchos, siente el apremio de ver a Biden en la Casa Blanca. Al actor, a punto de cumplir los 84 años, no creo que le despierte épicos recuerdos, pero la realidad es que se ha convertido en una suerte de dirigente- flotador que puede trasladar calma, en medio de esta tormenta mundial.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (EFE)

Continúa sus palabras, atacando al americano negacionista, que sigue cerrando los ojos ante las evidencias: “El presidente Donald Trump no creó todas nuestras divisiones como estadounidenses. Pero encontró todas nuestras grietas y las abrió de par. Estamos peligrosamente a la deriva. Cuatro años más acelerarían nuestra caída hacia la autocracia. Se tomaría una licencia gratuita para castigar a los llamados “traidores” y llevar a cabo pequeñas venganzas”.

La carta publicada por CNN termina apelando a las virtudes del candidato demócrata: “Biden lidera con su corazón. No me refiero a eso de una manera suave y sentimental. Estoy hablando de una feroz compasión, que lo impulsa a luchar contra la injusticia racial y económica y que no lo dejará descansar, mientras la gente está luchando. Como mostró Roosevelt, la empatía y la ética no son signos de debilidad. Son signos de fuerza. Veo que gran parte del país comienza a unirse nuevamente, como lo hizo cuando era un niño. Estos actos de compasión y amabilidad fortalecen a nuestro país.”

No comparto el elogio a Biden. No creo en los dirigentes al modo budista. Pero sin duda algo empieza a estar en el aire, a parte del coronavirus y es tan pesado como invisible y peligroso. El odio y los bandos están secuestrando y robándonos la vida. Como si viviéramos en 'Dos Hombres y un Destino', hoy, 50 años después, mira a su gran amigo Paul Newman y repite aquella genial y profética frase “Amigo, yo veo muy claro, pero el mundo está ciego”.

Fue un almuerzo improvisado. Hace unos cuantos años. Después de una reunión en la que me exigieron ser la más lista del planeta, aunque las preguntas vinieran de la ventanilla del tocino y la velocidad. Esos momentos en los que la paciencia y una sonrisa, son los únicos escudos para sobrevivir a tanto estereotipo de osadías que solo da el poder. Salí de aquella sala de reuniones fumando en pipa y enfadada con la vida. La resiliencia se me da mejor de día y con una copa de vino, y con esas intenciones, resultó que el destino se puso de mi parte en el restaurante Harry Cipriani de la Quinta Avenida.