Es noticia
Las mujeres de Joe Biden
  1. Mundo
  2. 540 Park Avenue
Luján Artola

540 Park Avenue

Por

Las mujeres de Joe Biden

Elegir a la vicepresidenta es hacer una talla humana por encargo, perfecta, pensando en cada una de sus facciones, antecedentes, impacto, recorrido, color, compatibilidad...

Foto: Joe Biden (Reuters)
Joe Biden (Reuters)

Faltan 100 días para las elecciones presidenciales. Y, en vez de vivir una campaña que muchos consideran aburrida, esto empieza a parecerse más a la Guerra Fría con la intensidad de la travesía del desierto del Mar Rojo. No hay Tierra Prometida porque, básicamente, no están los tiempos para promesas. No está Moisés, ni se le espera. Solo un mar embravecido que nadie va a conseguir calmar y la amenaza constante de perecer todos ahogados.

La vacuna no será un salvavidas hasta dentro de mucho tiempo y la crisis económica será una pesadilla en todos los rincones del mundo. Este horizonte (cruel) es en el que se mueven las encuestas, los analistas y los jefes de campaña. Y, en medio de este éxodo, el líder de 'solo es una gripe', por fin ha visto Texas, Arizona y Florida arder de miedo a golpe de respiradores. Y. por primera vez, se ha arrodillado, se ha puesto bien prietas las gomas de la mascarilla y ha entendido que su reelección pasa por tragarse el orgullo, carraspear los errores y asumir que le quedan por delante los días más complicados de su reinado. "Todo irá a peor antes de ir a mejor" ha exhalado. Esta frase, que estoy a punto de tatuarme con letras chinas a lo largo de la espina dorsal, ha sido lo más parecido a envainarse el sable y elegir estar de parte de la cordura o de las alarmas de los datos que maneja la familia real republicana.

Foto: Donald Trump. (EFE)

En frente, o de costado, sigue Joe Biden en la mecedora de su casa columpiándose con calma. Se deja abanicar por sus asesores mientras le susurran que es mejor no precipitarse, que siga a golpe de poleo menta hasta que lleguen al borde del mar los egipcios y se hayan matado entre ellos. Obama dirige desde la sombra esta carrera que empieza a ser la suya. Es quien organiza las tropas agazapadas y camufladas de esta guerra, porque su mandato, muy de revista 'Vogue', pero poco de país, fue responsable de estos últimos años americanos y, en cierta medida, a través del nuevo candidato, quiere enmendar su legado y borrar del mapa a Donald Trump.

Y en este punto en que él eligió a Biden como su compañero y vicepresidente —hombre blanco, mayor, elegante, pijo y con más experiencia— se encuentran buscando la pareja de baile del candidato demócrata. Aunque en Europa sea difícil de entender, en este país el candidato y su "segundo" lo son todo en la campaña. Es un matrimonio político y sagrado en el que se la juegan y mucho. La elección es como hacer una talla humana por encargo, de diseño, perfecta, pensando en cada una de sus facciones, gestos, antecedentes, impacto, recorrido, color, fisonomía, altura, género y compatibilidad. Y, salvo sorpresas, sabemos ya que será una mujer.

Ella tendrá que estar en la línea de las ideas de Biden, aún por definir en muchos campos, pero siendo una parte activa en la política diaria y no solo un decorado. Tiene que ser una mujer extremadamente preparada por si el nuevo presidente se pusiera enfermo y tuviera que asumir la presidencia. Recordemos que, aunque bien llevados, el candidato demócrata tiene 77 años y está a punto de cumplir 78. Y, en medio de una pandemia, los Estados Unidos tienen que estar listos para sucesiones dinásticas en tiempos de extrema incertidumbre.

placeholder (Reuters)
(Reuters)

Por ello, tendrá que ser más joven que él. Deberá ser "estratégica y, filosóficamente" hablando, simpática: tándem de complicidad entre colegas, que no parezca que es su hija, tampoco su mujer y sí la mano derecha e izquierda del presidente. Una mujer con carácter, pero dulce. No extremadamente guapa pero sí "bastante" guapa. Sencilla en el estilo, sin extravagancias, pero que despierte la simpatía del resto de féminas demócratas y posibles votantes, así como de las "desertoras" republicanas. Resumiendo, que no sea una redicha petarda que ahuyente, sino una vicepresidenta segura de sí misma, progresista, sin excesos y con carácter, que no parezca una mandona que haga sombra al presidente. Tremendo, pero real como la vida misma.

Tiene que asustar bastante leer esto en los informes que le pasan sus asesores, porque es un aviso de que no está la cosa para bromas; tú no estás para muchos trotes, el coronavirus está haciendo estragos en la población masculina, necesitamos tener preparado un remplazo. Y, por si fuera poco, ambos tienen que estar preparados para domar a los cuatro nuevos jinetes del apocalipsis: China, la economía, el covid-19 y las tensiones raciales.

Este último aspecto, más que nunca, es en el que se la juegan los demócratas: la raza de la futura candidata. Porque cuando parece que el sexo ya se sabe, en esta suerte de ecografía electoral, no se distingue todavía el color. La primera en las encuestas es Kamala Harris: de madre india y padre jamaicano. Ha sido senadora por California y fue candidata en las primarias. Esta semana, lo único que ha sido noticia por todos lados es si se había inyectado más Botox (cuánto y dónde exactamente).

placeholder Kamala Harris. (Reuters)
Kamala Harris. (Reuters)

Las discusiones han sido tan profundas como la curva de sus cejas, comparativas con fotografías de hace un año y con preguntas tipo busque usted las cinco diferencias. Ahí acabó el debate. Que lleve en campaña un año, que haya sido fiscal general de California… eso no le importa a nadie.

Le sigue muy de cerca en el listado de las escogidas la congresista por Florida, Val Demings. Madre de tres hijos ha sido la primera mujer en ser jefe del departamento de policía de Orlando. Afroamericana, es la que mejor está considerada y menos "odios" despierta. Después de ella, ocupa el tercer puesto la antigua teniente coronel del ejército, Tammy Duckworth. Nacida en Tailandia es la primera mujer asiática elegida con discapacidad por el Congreso. Perdió sus dos piernas y parte de un brazo en una emboscada en Irak. Su historia es la de una heroína.

placeholder Val Demings. (Reuters)
Val Demings. (Reuters)

Elizabeth Warren ocupa el cuarto puesto. Tras perder en las primarias sigue intentando ser la elegida del bando femenino. Le siguen muchas más: Tammy Baldwing, Susan Rice o Gretchen Whitmer entre otras, según las encuestas o las filtraciones para tantear a la opinión pública americana. Estas son "algunas" de las mujeres de Biden, pero solo con una de ellas subirá de la mano al escenario.

La nueva vicepresidenta, más que nunca, decidirá el rumbo y el mandato del presidente que menos ilusiones ha despertado en una campaña. Quizá por eso, detrás de este hombre, tendrá que haber una gran mujer. Biden está, hoy, más cerca que nunca de la Casa Blanca. Ella será por primera vez la mujer con más poder de Estados Unidos. Y juntos tendrán que evitar que el barco se hunda en medio de la tempestad. Porque no habrá mar en calma. No habrá Tierra Prometida y sobrevivir será la mayor de las hazañas.

Faltan 100 días para las elecciones presidenciales. Y, en vez de vivir una campaña que muchos consideran aburrida, esto empieza a parecerse más a la Guerra Fría con la intensidad de la travesía del desierto del Mar Rojo. No hay Tierra Prometida porque, básicamente, no están los tiempos para promesas. No está Moisés, ni se le espera. Solo un mar embravecido que nadie va a conseguir calmar y la amenaza constante de perecer todos ahogados.

Joe Biden Crisis Barack Obama
El redactor recomienda