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¿Quién teme a los debates electorales? A diferencia de España, en EEUU son esenciales
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Daniel Ureña

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¿Quién teme a los debates electorales? A diferencia de España, en EEUU son esenciales

En EEUU, debatir en televisión no se plantea como una estratagema, sino que es un elemento central y necesario de la actividad política

Foto: Bernie Sanders, Joe Biden, Elizabeth Warren y Kamala Harris en un debate televisado en la carrera electoral demócrata. (Reuters)
Bernie Sanders, Joe Biden, Elizabeth Warren y Kamala Harris en un debate televisado en la carrera electoral demócrata. (Reuters)

España se encamina sin remedio a las cuartas elecciones generales en cuatro años, un fracaso más de la clase política que saldrá muy caro a los españoles y extiende varios meses más la situación de bloqueo que paraliza a todo el país. Dentro de lo que se nos viene encima en las próximas semanas, el debate sobre los debates protagonizará la agenda política y mediática.

La democracia española tiene todavía alguna tarea pendiente por resolver, como por ejemplo el uso que los gobiernos de turno hacen de las cadenas públicas, pero también el miedo a debatir en televisión por parte de muchos dirigentes políticos. Los debates deberían formar parte de la normalidad en todo proceso electoral. Por el contrario, los partidos juegan al tacticismo para tratar de no arriesgar más de lo necesario y no exponer a sus candidatos a situaciones de riesgo, pero hoy en día, con una cultura de transparencia creciente, es difícil explicar a los ciudadanos por qué un candidato no quiere debatir.

Foto:  Daniel Markovits, en una imagen de archivo. (Stephanie Anestis)

¿Cómo funciona en Estados Unidos?, ¿de qué manera se organizan los debates en una de las democracias más antiguas? Los debates en televisión forman parte de la cultura política norteamericana.

Todos hemos leído sobre su importancia en la campaña de 1960 que enfrentó a John F. Kennedy y Richard Nixon. Más allá de los mitos generados en torno a estos cara a cara, los cuatro debates que hubo ese año marcaron un antes y un después en la política contemporánea. Tras ellos y, al igual que sucedió en España, durante 16 años no se celebró ningún debate, pero se recuperaron en 1976 con Jimmy Carter frente a Gerald Ford y tuvieron un papel decisivo en las elecciones de 1980, 1984, 1992 y 2000, entre otras.

Los partidos tratan de no arriesgar más de lo necesario, pero hoy día es difícil explicar por qué un candidato no quiere debatir

Sería en 1987 cuando se creó la Comisión de Debates Presidenciales, una organización sin ánimo de lucro e impulsada por los dos principales partidos (Demócrata y Republicano) que es la responsable de la organización de los debates presidenciales desde hace más de 30 años. El pasado 10 de septiembre, tanto George W. Bush como Barack Obama se incorporaron a esta comisión en calidad de "copresidentes honorarios".

Desde el año 2000 se ha impuesto la costumbre de que durante las últimas semanas de campaña se celebren tres debates entre los candidatos a presidente y uno entre los aspirantes a vicepresidente y así es de esperar que ocurra en 2020.

El pasado 2 de enero finalizó el plazo para todas aquellas instituciones que quisieran postularse como candidatas para albergar uno de los debates de 2020, que durante días centrarán la atención de millones de personas de todo el mundo y generarán un importante desplazamiento de periodistas, analistas y curiosos. Ya sabemos que entre las aspirantes se encuentran entidades como la Universidad de Utah, la Universidad de Notre Dame (Indiana), la Universidad de Michigan o la Universidad de Belmont (Tennesse), entre otras. Pronto se anunciará cuáles serán las finalmente seleccionadas, que tendrán que responsabilizarse de conseguir la financiación de toda la organización del evento– normalmente a través de patrocinios privados- y de ofrecer todas las condiciones técnicas necesarias.

Doce debates

Lo que sí podemos saber ya es cómo se están desenvolviendo los diferentes candidatos demócratas a conseguir la nominación de su partido en los debates que ya habido. Están previstos un total de doce (seis durante 2019 y seis durante 2020), de los que ya se han celebrado tres y el próximo tendrá lugar el 15 de octubre en Ohio.

En este caso, al igual que sucede en España, las cadenas de televisión suelen ser las responsables de su organización y el Comité Central Demócrata (DNC), el órgano central del partido, se encarga de establecer los criterios para decidir qué nombres pueden participar. Así, por ejemplo, de cara al próximo del 15 de octubre solo podrán concurrir aquellos candidatos que hayan logrado 130.000 donantes, con un mínimo de 400 donantes por estado en al menos 20 estados de todo el país. Pero, además, deben contar con al menos un 2% de apoyo en cuatro encuestas nacionales publicadas entre el 28 de julio y el 28 de agosto. De los 23 candidatos que hace unas semanas comenzaron las primarias demócratas, por ahora solo 12 han logrado ser incluidos en este próximo debate, que a final de cuentas cumple también una importante función de filtro.

En EEUU, debatir en televisión no se plantea como una estratagema, sino que es un elemento central y necesario de la actividad política

Son evidentes las diferencias entre los sistemas electorales de España y Estados Unidos, pero muchos vemos con cierta envidia cómo allí el debatir en televisión no se plantea como unaestratagema con la que negociar, sino que es un elemento central y necesario de la actividad política. A final de cuentas, los ciudadanos son los responsables de elegir a sus representantes y no hay mejor entorno que un candidato respondiendo en directo a preguntas y explicando sus propuestas ante millones de personas.

España se encamina sin remedio a las cuartas elecciones generales en cuatro años, un fracaso más de la clase política que saldrá muy caro a los españoles y extiende varios meses más la situación de bloqueo que paraliza a todo el país. Dentro de lo que se nos viene encima en las próximas semanas, el debate sobre los debates protagonizará la agenda política y mediática.

Barack Obama