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La industria brasileña no puede con China
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Juan Valencia

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La industria brasileña no puede con China

 La industria brasileña está resfriada. El fuerte crecimiento de las importaciones, principalmente de China -cuyos productos llegan a costar hasta un 30% menos- la falta de

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La industria brasileña está resfriada. El fuerte crecimiento de las importaciones, principalmente de China -cuyos productos llegan a costar hasta un 30% menos- la falta de inversiones, la deficiente infraestructura, la brutal carga tributaria, un dólar estable controlado por el Gobierno y salarios con fuerte crecimiento dejó su desempeño en 2012 en un -0,8%.

El PIB de Brasil marcó en 2012 el peor resultado en tres años, con un raquítico crecimiento del 0,9%, el más flojo  entre los BRICS, el grupo de los cinco países emergentes. El asunto preocupa y mucho: nadie quiere pasar del resfriado a una gripe fuerte.

¿Sabían que el precio del flete de una carga entre los puertos de Salvador y Río de Janeiro (a 1.600 kilómetros de distancia) es mayor que entre las ciudades de Shanghai y la misma ciudad brasileña? Los comerciantes chinos, aplicando el mismo método de trabajo que en algunos países de Europa y Estados Unidos, buscan dar salida a la masiva producción de sus fábricas. Y saben que los brasileños son un pueblo consumista. Desde hace un lustro, China es el principal socio comercial de Brasil desbancando a Estados Unidos.

La industria, uno de los principales motores de la economía brasileña, siente que parte del problema viene de Asia. Ya en el inicio del año se detectó que los resultados industriales no eran los deseados, especialmente en la tradicional, que produce bienes de consumo.

Algunos economistas consideran que los malos resultados están directamente ligados a la política económica del Gobierno de Dilma Rousseff más que a la crisis internacional y la invasión de productos asiáticos. Según algunas voces, en los últimos tiempos se ha estimulado mucho más el consumo que la inversión y Brasil necesita invertir para crecer de manera sostenible.

El índice de inversión en 2012 fue de un -4%, según datos del IBGE. No obstante, en los dos primeros meses del año las cosas van un poco mejor y los empresarios han optado por comprar equipos y máquinas para ser más competitivos, mientras se aprecia un cierto repunte en el sector del automóvil.     

El economista y exdirector del Banco Central, Alexandre Schwartsman, confía en una recuperación de la industria para 2013. Piensa que el Gobierno es demasiado optimista: "Con la baja productividad y los salarios creciendo será muy difícil recuperarse". Muchos esperan que la privatización de puertos, aeropuertos y carreteras ayuden a mejorar los resultados de la industria, aunque eso será a medio y largo plazo.

El año pasado no fue sólo un año difícil para la industria, la agricultura sufrió mucho, aunque las razones hay que buscarlas en la sequía que afecta a muchos estados de Brasil, principalmente del Nordeste. Lo que está claro es que el sector que tira del país es el de los servicios, es el motor del crecimiento del gigante sudamericano: como la renta de las familias aumentó también gastaron más. La expansión fue sostenida por el consumo familiar. En definitiva, en PIB fue idéntico al de Alemania, que también sufre por la crisis internacional. Los datos de exportaciones superaron a los de las importaciones.

Pero la realidad es que el batacazo ha sido importante para Brasil en 2012. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, había vaticinado un crecimiento del 5%, muy por encima del real 0,9%. Como siempre la culpa es de la crisis, un asunto recurrente en los últimos tiempos para justificarlo todo. Es cierto, que Brasil registró buenos datos de empleo, pero la crisis internacional también afecta a Chile, que creció más que Brasil. Mantega es optimista para este año: su previsión un crecimiento entre el 3 y el 4%. Veremos dentro de un año.

De momento la balanza comercial está tocada. En febrero Brasil ha registrado el peor resultado de la historia. Desde enero las exportaciones se han hundido un 5,5%, mientras que las importaciones avanzan un 12%, lideradas por el comercio con China.

Sube el salario mínimo un 9%: 261 euros

A pesar de todo, la presidenta Dilma Rousseff es optimista. "Brasil está cambiando. No enfermamos de neumonía, únicamente tuvimos un catarro por la crisis mundial. Aumentaron las oportunidades de trabajo, redujimos el desempleo, corregimos el salario mínimo y tenemos 378 billones de reales en la reserva". El salario mínimo subió este año un 9% hasta fijarse en 678 reales (261 euros). Cuando hace una década Lula llegó al poder el salario mínimo estaba en 180 reales (70 euros). Y millones de brasileños trabajan por un salario mínimo.

Mientras tanto, la carga tributaria es de las más altas del mundo equiparable, por ejemplo, a la de Holanda. Se sitúa en 36,27% y la inflación superó el 5% el año pasado. Por el momento, el Banco Central no ha subido los tipos de interés para tratar de contener la inflación. Hoy, Brasil tiene una tasa del 7,25%, la más baja de la historia del gigante sudamericano. Los especialistas piensan que este año podría subir un cuarto o medio punto. Todo dependerá del resultado trimestral del país. El dólar seguirá contenido a 2 reales y, según los expertos, la proyección de inversión de extranjeros en el país rondará los 60 billones de dólares para este año.

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La industria brasileña está resfriada. El fuerte crecimiento de las importaciones, principalmente de China -cuyos productos llegan a costar hasta un 30% menos- la falta de inversiones, la deficiente infraestructura, la brutal carga tributaria, un dólar estable controlado por el Gobierno y salarios con fuerte crecimiento dejó su desempeño en 2012 en un -0,8%.

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