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Rapapolvo de los lectores al 'New York Times'

Los pilares de prestigio del New York Times se tambalearon la semana pasada después de las bofetadas que el diario recibió de miles de lectores y

Los pilares de prestigio del New York Times se tambalearon la semana pasada después de las bofetadas que el diario recibió de miles de lectores y del propio gremio periodístico tras publicar una noticia en la que el diario cuestionaba la integridad del candidato republicano a la presidencia John McCain.

El jueves de la semana pasada, el New York Times publicó en portada un acusatorio y extenso artículo titulado “For McCain, Self-Confidence on Ethics Poses Its Own Risk” (Para McCain, su autoconfianza en la ética tiene su propio riesgo). Escrito por cuatro periodistas de prestigio, el artículo hace un repaso detallado de la trayectoria política de McCain, poniendo un fuerte énfasis en la dudosa ética del Senador por sus relaciones con lobbies y otros grupos de interés.

En concreto, el periódico, citando fuentes anónimas, caracteriza de amorosa la estrecha relación que McCain mantuvo con la lobista Vicki Iseman en el 2000 y también resucita el escándalo que casi acaba con la carrera política del senador en 1990, al destaparse su relación con el fraude del banquero Charles Keating jr., patrocinador principal de las campañas políticas de McCain.

Como era de esperar, el artículo suscitó un gran revuelo en los días siguientes a su publicación. Las televisiones de todo el país mostraban sin cesar las imágenes de Iseman, enfundada en un elegante vestido de noche, mientras hacían alusión a idilios pasados como el mantenido entre Monica Lewinsky y Bill Clinton.

Irónicamente, la élite intelectual del país pronto comenzó a centrarse, no tanto en la ética de McCain, sino en la propia ética del New York Times, poniendo de manifiesto la seriedad que los norteamericanos exigen a los periodistas de alto nivel en su tratamiento de la información.

“Me siento decepcionado y consternado por la falta de juicio y profesionalidad que ha demostrado el New York Times al publicar este artículo,” comentó un lector. “Soy un partidario fiel de Obama, pero hasta yo tengo que hacerle al New York Times las preguntas del viejo Watergate: ‘¿qué sabías?’ y ‘¿cómo lo supiste?’ y una nueva pregunta, ‘¿por qué ahora?’,” escribió otro.

La pregunta sobre el momento elegido por el New York Times para publicar este artículo es la que más quebraderos de cabeza dio a su editor jefe, Bill Keller, quien se vio obligado el mismo jueves a responder en la página web del periódico: “Nuestra política es publicar los artículos cuando están listos para publicación,” dijo Keller. Estar ‘listo’ para ser publicado “significa que los hechos se han concretado satisfactoriamente, los sujetos han tenido la oportunidad de contestar, y la cobertura se ha realizado en el contexto y con la prudencia adecuada.”

También se cuestionó el uso de fuentes anónimas. “No acusas a alguien de infidelidad marital citando a dos fuentes anónimas,” dijo a El Confidencial John Dinges, co-director del Centro de Investigación e Información Periodística de Chile, CIPER, y profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. Para Dinges, este artículo perjudica más al New York Times que a McCain.

El Poynter Institute, una reconocida escuela de periodistas con sede en Florida, envió a sus miembros varios correos electrónicos advirtiéndoles del peligro de seguir la historia de McCain si no se respetaban los principios básicos de ética periodística. “Los editores, directores y redactores de noticias tienen que cuestionarse constantemente si están cumpliendo con los principios de precisión, imparcialidad y contextualización,” dijo Bob Steele, profesor de ética periodística de Poynter.

No solo en Estados Unidos deberían aplicarse estos principios periodísticos. Según Karen Sanders, catedrática de periodismo de la Universidad San Pablo CEU, en España, todavía no existe un consenso sobre lo que es una buena o mala práctica periodística cuando se trata de evaluar la cobertura informativa de nuestros políticos. “Esto es una pena por dos razones,” dijo Sanders a este diario. “La primera es que, al no existir un escrutinio adecuado e imparcial de los cargos públicos, la opinión pública española está mal servida. La segunda es que, dada la falta de respeto en España por aquello que conocemos como autonomía periodística, los periodistas (aceptando que no son meras marionetas políticas, sino que son voces legítimas en el debate democrático) no cuentan con el apoyo y la confianza suficientes para luchar por sus artículos.”

El debate que se abrió la semana pasada entre el New York Times y sus lectores, quienes optaron por profundizar en la verdad de los hechos, dejando a un lado su propio prisma político, supone un ejemplo de lucha por la imparcialidad informativa. La salud de cualquier democracia está en juego.

Los pilares de prestigio del New York Times se tambalearon la semana pasada después de las bofetadas que el diario recibió de miles de lectores y del propio gremio periodístico tras publicar una noticia en la que el diario cuestionaba la integridad del candidato republicano a la presidencia John McCain.