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La peor cara de la campaña electoral

Hay anuncios con rótulos baratos, producidos quizás por un aprendiz de editor de vídeo convencido de que el protagonista merece ser senador en Florida. Hay anuncios

Hay anuncios con rótulos baratos, producidos quizás por un aprendiz de editor de vídeo convencido de que el protagonista merece ser senador en Florida. Hay anuncios con los hijos de los candidatos sentados frente a la cámara, sin saber todavía que si sus carteles electorales modalidad infantil convencen a unos cuantos votantes, su padre acabará mudándose a Washington para jugar a la política.

Y si después de ver a la madre del candidato viajando en carretilla los votantes pensaban que lo habían visto todo, lo mejor aún quedaba por llegar. Hay más anuncios. Como el ataque de Carly Fiorina, candidata al Senado por California, que ha disfrazado a su contrincante de oveja diabólica. Una vuelta de tuerca al truco del lobo disfrazado de oveja cuya efectividad puede no ir más allá de unas cuantas risas en cuanto el vídeo empezó a circular por la red.

Y anuncios como la entrevista con Abraham Lincoln en la que compara el nuevo sistema sanitario con la esclavitud o la candidata republicana que presenta su programa mientras enseña a su hijo a utilizar un rifle. Y anuncios como éste.

"Esto es un avión", afirma el candidato en un hangar. "Y esto es un terrorista". Es el anuncio de Dan Fanelli: "Envíame a Washington y mandaré a estos terroristas a donde pertenecen. Y no precisamente a un tribunal".

La campaña de elecciones legislativas de este otoño ha traído toda clase de vídeos, mensajes, ataques y reacciones. Muchos de ellos han circulado por las redes sociales haciendo una campaña aparte, no sabemos si con el resultado que buscaba el candidato o no. Pero los analistas políticos, acostumbrados a hablar de legislación, impuestos y o las últimas encuestas, han terminado hablando de viagra, brujería y masturbación.

Los candidatos a uno de los 37 puestos de senador, 435 de congresista y otros 37 gobernadores que están en juego el próximo 2 de noviembre han invertido hasta 2.000 millones de dólares en sus campañas. Una inversión que también acaba financiando anuncios de ovejas diabólicas. O el pequeño vídeo de la carismática Christine O'Donnell que, después de afirmar que había coqueteado con la brujería, emitió un mensaje muy sencillo. Les dijo a los votantes de Delaware: "Soy Tú".

 

Según Alex Wagner, analista político para la cadena MSNBC, se trata de movimientos a la defensiva: "Cada vez que convierten la campaña sobre el candidato, menos veces tienen que hablar de asuntos verdaderamente importantes".

En una de las coincidencias de la campaña, más allá de la negatividad de los mensajes, está la de 29 anuncios dedicados a denunciar los favores de algunos aspirantes con China. Protestan por la externalización de algunos servicios y cómo las empresas han eliminado puestos de trabajo en Estados Unidos para crearlos después en China. El New York Times destacó que candidatos de ambos partidos están aprovechando la preocupación de muchos estadounidenses por la pérdida de influencia económica del país con respecto a China para vender sus políticas laborales.

Otra estrategia básica es decirle a los ciudadanos quién es el otro candidato, sin mencionar quién eres tú. El premio en esta campaña se lo llevan el demócrata Harry Reid y su contrincante, Sharron Angle, una republicana respaldada por el Tea Party y que derrotó a miembros del partido con mucha más experiencia para enfrentarse a Reid, senador desde hace más de 23 años.

Angle acusa Reid de ser el mejor amigo de acosadores sexuales, pederastas e inmigrantes ilegales. "¿Qué más necesitas saber de Harry Reid?" Pregunta. Reid contesta. "Sustituirme por Angle sería un desastre". Después de acusarle de "temeraria, extremista y maníaca".

Y en esta obsesión por arruinar la imagen del otro, sin explicar exactamente cómo van a solucionar los problemas del estado más afectado por la crisis económica.

"Todo esto sería una broma si algunos de los protagonistas no estuvieran a un palmo de convertirse en senadores de Estados Unidos", lamentaba Wagner.

Hay anuncios con rótulos baratos, producidos quizás por un aprendiz de editor de vídeo convencido de que el protagonista merece ser senador en Florida. Hay anuncios con los hijos de los candidatos sentados frente a la cámara, sin saber todavía que si sus carteles electorales modalidad infantil convencen a unos cuantos votantes, su padre acabará mudándose a Washington para jugar a la política.

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