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Romney, en la rampa de lanzamiento a la Casa Blanca
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Cristina Fernández

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Romney, en la rampa de lanzamiento a la Casa Blanca

1.144 era el número mínimo de delegados que aspiraban aconseguir los candidatos republicanos cuando el pasado mes de enero iniciaron la carrera de primarias, para obtener

1.144 era el número mínimo de delegados que aspiraban aconseguir los candidatos republicanos cuando el pasado mes de enero iniciaron la carrera de primarias, para obtener la nominación de su partido, queteóricamente finaliza el próximo mes de agosto en Florida. Y Mitt Romney los ha logrado, yampliamente superado, tras las celebradas el pasado martes en Tejas. Los escasos noventa días hasta la convención de Tampa, en el ámbito de las primarias,serán equivalentes a los minutos de labasura en las contiendas deportivas; la capacidad decisoria de los cinco estados–Montana, Dakota del Sur, California, Nuevo Méjico, Nueva Jersey- quecelebraran las suyas a comienzo de junio hasta concluir en Utah a fin de mes esnula. Sin embargo las repercusiones mediáticas en nada se parecerán a la incertidumbre que se generó tras las celebradas en Iowa o Georgia. Ahora Romney ya no tiene nada que perder y todo hace presagiar –con el permiso de RonPaul- que su imagen saldrá fortalecida. No se derive de tal apreciación queahora le espera a Romney un camino de rosas, pues  desde la perspectiva de las presidenciales sepreconiza un verano más tórrido que caluroso.

Será a partir de ahora cuando comenzarán a perfilarse los auténticospresupuestos que guiarán la campaña electoral de Romney y, en este sentido, resultará revelador conocer el nombre de su compañero de viaje para alcanzar la presidencia. Durante estos cinco meses de primarias Romney ha sabido adaptarse al dictado de la más pura ortodoxia electoral evitando deslices inoportunos como los que pudo cometer durante su fallida lucha con John McCain hacecuatro años, y, sobre todo, dejando que sus dos contrincantes más directos, Rick Santorum y Newt Gingrich, pugnaran entre ellos, dividiendo y diluyendo el voto conservador más radical que bien hubiera podido ponerle en un serio aprieto de haberse unificado y concentrado en un único candidato.

En honor a la verdad -no ya desde la perspectiva, o la seguridad de los resultados- la certera nominación de Romney en Tampa no peligró en ningún momento; y, lo que a largo plazo puede resultar másimportante, el peaje que ha tenido que pagar para ello tampoco ha sido excesivamente comprometido para la verdadera campaña que tiene –y tal vezsiempre tuvo- como fecha clave el 6 de noviembre y no el 27 de agosto.

Si acaso tendrá que suavizar –y sin duda así lo hará- sus radicales declaraciones contra la emigración ilegal y a favor de las deportaciones incluso en situaciones tan extremas como las planteadas en Arizona o Alabama. Las últimas encuestas cifran en un 27% el porcentaje de voto hispano que obtendría Romney, 6 puntos por debajo del 33% que obtuvo McCain, y muy alejado del 40% en que se sitúa la meta considerada indispensable para ganar las elecciones y que fue el porcentaje que obtuvo Bush en su última campaña electoral.

Pero si olvidamos, de momento, el voto hispano donde le queda un arduo trabajo que realizar pocos pensaban, pensábamos, hace tan solo un par de meses, que en el mes de mayo la diferencia entre Obama y Romney sería prácticamente inexistente, hasta el punto de poder hablar de un empate técnico -las ultimísimas encuestas de Gallup conceden a Obama un margen de dos puntos por encima del republicano (apenas hace diez días el empate entre ambos era tan real como literal)-. Apostar a estas alturas por la reelección del presidente, algo que parecía incuestionable hace cuatro días, es un ejercicio tan arriesgado comoimprudente. A priori el principalbeneficiado de esta situación es el candidato.

La fidelidad de las bases del electorado de Obama son incuestionables, pero precisamente la seguridad de contar con el voto mayoritario de afroamericanos o jóvenes, por mencionar dos de los grupos donde es más popular- le resta capacidad de incrementar su nómina de votantes. ¿Serácapaz Obama de movilizar el mismo número de votantes que hace cuatro años? Talvez en la respuesta a este interrogante se encuentren algunas de las clavesfundamentales de su hipotética reelección.

Mitt Romney, por el contrario, todavía tiene un margen más que considerable para seguir incrementando su caudal de votos. Además delpropio voto hispano al que hacía referencia hace unas líneas; Romney también puede conseguir el de aquellos conservadores más radicales que en una situación de clara ventaja para Obama optarían por quedarse en casa, pero que indudablemente se movilizarán en masa si atisban el mínimo indicio de una victoria republicana. Una vez más la llave la tendrán los indecisos,  que bien pudieran decantarse por un Romneymoderado. Como en muchas elecciones previsiblemente serán ellos quienes decidanel resultado final.

1.144 era el número mínimo de delegados que aspiraban aconseguir los candidatos republicanos cuando el pasado mes de enero iniciaron la carrera de primarias, para obtener la nominación de su partido, queteóricamente finaliza el próximo mes de agosto en Florida. Y Mitt Romney los ha logrado, yampliamente superado, tras las celebradas el pasado martes en Tejas. Los escasos noventa días hasta la convención de Tampa, en el ámbito de las primarias,serán equivalentes a los minutos de labasura en las contiendas deportivas; la capacidad decisoria de los cinco estados–Montana, Dakota del Sur, California, Nuevo Méjico, Nueva Jersey- quecelebraran las suyas a comienzo de junio hasta concluir en Utah a fin de mes esnula. Sin embargo las repercusiones mediáticas en nada se parecerán a la incertidumbre que se generó tras las celebradas en Iowa o Georgia. Ahora Romney ya no tiene nada que perder y todo hace presagiar –con el permiso de RonPaul- que su imagen saldrá fortalecida. No se derive de tal apreciación queahora le espera a Romney un camino de rosas, pues  desde la perspectiva de las presidenciales sepreconiza un verano más tórrido que caluroso.