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Mitt Romney necesita un cambio urgente de estrategia
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José Antonio Gurpegui

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Mitt Romney necesita un cambio urgente de estrategia

  Parecía haber quedado atrás el inoportuno y precipitado comunicado de Romney, emitido tras el asalto al consulado de los Estados

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Parecía haber quedado atrás el inoportuno y precipitado comunicado de Romney, emitido tras el asalto al consulado de los Estados Unidos en Bengasi, cuando lo que se entiende como una nueva metedura de pata ha saltado a los medios de comunicación esta semana.  El pasado mes de abril, durante un acto más de su campaña electoral para conseguir fondos, Mitt Romney se dirigía distendido a uno de los asistentes expresando su opinión sobre los votantes de Obama, o, para ser más precisos, sobre el 47% del electorado norteamericano. Alguien grabó  sus palabras, de forma más o menos clandestina, en un vídeo que saltó a la luz la pasada semana -según parece gracias a la mediación de un nieto de Jimmy Carter-.

En él revela el candidato su particular visión de algo similar a lo que aquí se denominó “voto cautivo”. En el mencionado vídeo, ya conocido como el del “47 por ciento”, aseguraba que este es el porcentaje de americanos que no pagan impuestos y viven de subvenciones estatales. Afirmaba que se veían como “víctimas”, que no eran capaces de valerse por sí mismos y consideraba responsabilidad del gobierno procurarles gratuitamente servicios como la sanidad, la alimentación y la vivienda. En definitiva, que votarían por Obama “no matter what” (“de cualquier forma”). Tales declaraciones son, en sí mismas, erróneas, pues olvidaba los impuestos locales y estatales, pero aunque no lo fueran resultan cuando menos peligrosas por parte de alguien que aspira a ganar unas presidenciales.

Sin embargo, todavía más grave fue su exposición de intenciones: “No es mi trabajo preocuparme de esa gente. Nunca lograré convencerles de que asuman su responsabilidad personal y cuiden de sus propias vidas.” Una vez más, el candidato a vicepresidente Paul Ryan se ha visto obligado, como la pasada semana tras el comunicado sobre Bengasi, a matizar lo afirmado por su jefe; no sobre el planteamiento en sí mismo, sino por cómo lo estructuró: “Obviously inarticulate in making this point”. A fin de cuentas, él vino a decir algo similar durante su discurso en la convención republicana, lo que ha pasado prácticamente inadvertido.

Los despropósitos de Romney comienzan a resultar preocupantes para buena parte del electorado republicano y también para influyentes partidarios de su candidatura. La percepción unánime es que la campaña está siendo un verdadero desastre, que se materializará el 6 de noviembre, a no ser que el candidato la redirija de forma radical. Si las elecciones, el resultado final, se están jugando en once estados (los denominados “Swing States”), Romney pierde (de forma más o menos clara según del sondeo que analicemos) en los fundamentales Florida (29 v.e.), Ohio (18 v.e.) y Michigan (16 v.e.); tan solo se adjudica Carolina del Norte (15 v.e.). Obama conseguiría 332 representantes frente a los 206 del candidato republicano. Ante tal panorama las luces de alarma se han encendido entre sus filas.

Más allá del propio discurrir de la campaña, el equipo de Romney no puede hacer oídos sordos a las censuras que están llegando desde las propias filas republicanas cuestionando la estrategia de la campaña, la capacidad del equipo, y su director. En las páginas del New York Times, el moderado e influyente David Brooks terminaba su columna preguntándose “¿cuándo terminará la incompetencia?”, tras asegurar que el referido vídeo “refuerza la negativa percepción que la gente tiene de Romney”. 

Los despropósitos de Romney comienzan a resultar preocupantes para buena parte del electorado republicano y también para influyentes partidarios de su candidatura. La percepción unánime es que la campaña está siendo un verdadero desastre, que se materializará el 6 de noviembre a no ser que el aspirante la redirija de forma radical

Menos dudoso en cuanto a su posicionamiento político es Ed Rogers, coautor del referencial The Insiders en el Washington Post, quien también terminaba su columna asegurando que “si Romney no mejora perderá”. E incluso se dirigía al candidato recomendando que “mucha gente cuenta contigo, gobernador, olvida estas últimas distracciones y haz bien tu trabajo”. Por su parte, el antiguo colaborador de Bush, el declarado conservador Mark Mckinnon comenzaba su colaboración en The Daily Beast con una frase contundente y taxativa: “A Mitt Romney se le acaba el tiempo y a votantes como yo se nos está acabando la paciencia”.

Especialmente crítica y mordaz ha sido Peggy Noonan, quien formó parte del equipo de Ronald Reagan y es una reconocida columnista del Wall Street Journal, reclamando un nuevo director de campaña para Romney; afirmaba que en su blog había utilizado el calificativo “incompetente”, al referirse a la campaña, por educación, pues lo más adecuado y acertado hubiera sido el adjetivo “calamitoso”. En similares términos se han expresado influyentes comunicadores de tendencia conservadora como Joshua Green en el Business Week, William Kristol, editor del Weekly Standard (incluso llega a apuntar un futuro ticket republicano en caso de derrota formado por Ryan-Rubio), etc...

A los republicanos les queda la esperanza de los debates televisivos que se iniciarán el próximo 3 de octubre. En las primarias de su partido, Romney se mostró como un excelente comunicador y salió claramente victorioso frente a los Santorum, Perry, Gingrich... Quienes confían en su candidatura esperan que en los debates se muestre tan impulsivo y duro como lo fue contra sus compañeros de partido. Pero, de forma muy especial, que sea capaz de reconducir el debate electoral al único ámbito en el que parece tener cierta ventaja sobre Obama: el terreno económico.

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Parecía haber quedado atrás el inoportuno y precipitado comunicado de Romney, emitido tras el asalto al consulado de los Estados Unidos en Bengasi, cuando lo que se entiende como una nueva metedura de pata ha saltado a los medios de comunicación esta semana.  El pasado mes de abril, durante un acto más de su campaña electoral para conseguir fondos, Mitt Romney se dirigía distendido a uno de los asistentes expresando su opinión sobre los votantes de Obama, o, para ser más precisos, sobre el 47% del electorado norteamericano. Alguien grabó  sus palabras, de forma más o menos clandestina, en un vídeo que saltó a la luz la pasada semana -según parece gracias a la mediación de un nieto de Jimmy Carter-.