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Los peligros de que Obama envíe más soldados a Siria
Resulta difícil encontrar alguien en la Administración Obama que crea que desplegar 50 soldados de operaciones especiales en Siria supondrá alguna diferencia en la guerra civil. La estrategia tiene peligro
Resulta difícil encontrar a alguien en la Administración Obama que crea que desplegar 50 soldados de operaciones especiales sobre el terreno en Siria supondrá alguna diferencia en la atroz guerra civil. Sin embargo, el presidente ha autorizado esta expansión de la intervención militar estadounidense por las mismas razones por las que ha aprobado aumentos graduales en el último año y medio. Obama cree que debe hacer ALGO.
Pero lo que está haciendo no funcionará. Dentro de unos pocos meses, Estados Unidos se enfrentará al desafío una vez más: retirarse o duplicar sus tropas. Hasta ahora, el presidente ha respondido siempre aumentando la intervención.
La participación militar estadounidense contra el Estado Islámico comenzó en junio de 2014 con el despliegue limitado de 275 soldados para proteger a la embajada de Estados Unidos en Bagdad. Dos meses más tarde, la cifra había aumentado hasta un personal militar de más de 1.000, en parte para apoyar a los yazidíes en orden de batalla. En noviembre de 2014, Washington había decidido enviar 1.500 efectivos más para “entrenar, aconsejar y asistir” a los kurdos y al ejército iraquí.
En un certero artículo para la revista 'Foreign Policy', Micah Zenko ofrece una línea de tiempo de este aumento. Señala que “lo que comenzó el 8 de agosto de 2014 con 25 ataques aéreos en la primera semana y el lanzamiento aéreo de comida y agua para salvar a los yazidíes amenazados, se ha transformado y expandido al lanzamiento de 600 bombas por semana y más de 100 paquetes de municiones para una facción sin nombre de 5.000 rebeldes sirios”. Y esto sucedió antes de que las fuerzas especiales fueran enviadas a Siria.
No obstante, la fortaleza del Estado Islámico no parece haber disminuido tanto. Algo que no debería sorprendernos. La lucha en Siria es compleja y feroz, con varias potencias exteriores -Arabia Saudí, Turquía, Irán, ahora Rusia- ayudando a varios grupos diferentes, con supuestos aliados, casi siempre con objetivos contradictorios entre sí. Es difícil creer que una intervención estadounidense modesta cambiará este panorama.
El mejor libro sobre la guerra de Vietnam sigue siendo 'La ironía de Vietnam: el sistema funcionó', escrito por Leslie Gelb y Richard Betts. Los autores explican que las administraciones de Kennedy y Johnson nunca creyeron que sus intervenciones triunfarían. “Cada vez que aumentaron la intensificación otro grado no creyeron que el incremento terminaría en una victoria en el sentido clásico de una derrota definitiva del enemigo. En el mejor de los casos, deseaban tener suerte, pero tampoco esperaban tenerla”. Ambos gobiernos realizaron un incremento de tropas porque creían que tenían que hacer ALGO. Entonces, Estados Unidos pasó de tener varios cientos de consejeros en Vietnam del Sur (1960) a más de medio millón de efectivos (1968).
En 1967, el historiador Arthur Schlesinger Jr, quien trabajaba en la Administración Kennedy, escribió: “En retrospectiva, Vietnam es un triunfo de las políticas de omisión. Hemos alcanzado nuestro actual enredo, no después de una consideración debida y deliberada, sino a través de una serie de pequeñas decisiones”.
La analogía de Vietnam es cruda e imperfecta por varias razones. Sin embargo, la lógica básica de la intervención gradual estadounidense es de una familiaridad inolvidable. Uno opta por el refuerzo de tropas, esperando tener suerte.
He apoyado la reticencia de Obama de involucrarse con mayor profundidad con la guerra civil siria. No veo cómo la intervención estadounidense puede resolver las cosas desde un punto de vista militar o mejorar la situación humanitaria en el país. Si Asad cae, Damasco colapsa y el ejército sirio funciona de forma clandestina y lucha como una insurgencia, ¿acaso mejorarán los derechos humanos?
No obstante, se está tornando difícil describir la política de Estados Unidos como moderada, cuando actualmente involucra a alrededor de 3.500 efectivos estadounidenses que están altamente comprometidos con Irak y Siria, en violación de varias de las políticas declaradas por la Administración:
- No se suponía que las tropas estadounidenses estuviesen en Irak, ya que el Parlamento iraquí rechazó la promulgación de una ley para suministrarles inmunidad (ninguna ley de este tipo existe hoy en día).
- La 'autorización' legal para esta gran intervención multimillonaria contra el Estado Islámico es tenebrosa: se apoya básicamente en un voto del Congreso para luchar contra Al Qaeda 14 años atrás, cuando el Estado Islámico no existía.
- Estados Unidos no iba a desplegar soldados sobre el terreno de Siria.
Finalmente, a pesar de las inconsistencias y vacilaciones, creo que Obama mantendrá una intervención en Siria modesta y limitada. Pero dejará a su sucesor un dilema terrible, muy similar al que dejó la Administración Kennedy a Lyndon Johnson.
El próximo presidente de EEUU se enfrentará a la difícil realidad de que la intervención estadounidense en Siria no ha resuelto los problemas. Pero el Gobierno estadounidense habrá realizado compromisos, enviado tropas, invertido millones y perdido vidas en ese conflicto. Llegados a ese punto, ¿podrá el presidente estadounidense retirarse, o tendrá que duplicar sus tropas con la esperanza de tener suerte?
La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.
© 2015, The Washington Post Writers Group
Resulta difícil encontrar a alguien en la Administración Obama que crea que desplegar 50 soldados de operaciones especiales sobre el terreno en Siria supondrá alguna diferencia en la atroz guerra civil. Sin embargo, el presidente ha autorizado esta expansión de la intervención militar estadounidense por las mismas razones por las que ha aprobado aumentos graduales en el último año y medio. Obama cree que debe hacer ALGO.