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Quería entender el fenómeno del populismo en Europa, así que le pregunté a Bono de U2
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Quería entender el fenómeno del populismo en Europa, así que le pregunté a Bono de U2

El cantante aportó algunas claves en una cumbre en Kiev, como que Europa necesita pasar de ser percibido como un proyecto técnico a convertirse en un sentimiento compartido

Foto: Bono llega a una rueda de prensa en el Vaticano, el 19 de septiembre de 2018. (Reuters)
Bono llega a una rueda de prensa en el Vaticano, el 19 de septiembre de 2018. (Reuters)

A la hora de hacer frente a un problema difícil, a veces es útil escuchar a alguien que lo ve desde un ángulo totalmente diferente. Es por eso por lo que me ha parecido fascinante hablar sobre el auge del populismo y el nativismo con Bono este fin de semana pasado durante una cumbre en Kiev. El cantante-activista-filántropo irlandés ve las mismas fuerzas que todos nosotros, particularmente en Europa, pero él parte de algo intangible pero esencial. La única forma de contrarrestar la fuerza oscura y pesimista que empujan los nacionalistas y los extremistas, dice Bono, es tener una visión positiva e inspiradora. Haciendo hincapié en los problemas en su zona del mundo, me dijo: “Europa necesita pasar de ser vista como un tostón, una burocracia, un proyecto técnico, a lo que realmente es: una idea enorme y estimulante”.

A tal fin, la banda de Bono, U2, ha estado eligiendo un momento durante sus conciertos para desplegar -atención- la bandera de la Unión Europea. “Europa es un pensamiento que necesita convertirse en un sentimiento”, escribió recientemente Bono en un artículo de opinión en el diario alemán Frankfurter Allgemeine. Está intentando dotar de significado a ese sentimiento. Para él, Europa tiene que ver con la capacidad de los países que antaño guerreaban entre sí para vivir en paz, para que la gente de muchas tierras e idiomas diferentes se junte. “Esa idea de Europa merece que se escriban canciones sobre ella, y que se enarbolen brillantes y enormes banderas azules”, escribió.

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Bono admite que “es difícil vender” Europa hoy. El continente está sacudido por el populismo. Estas fuerzas han tomado el control en Hungría, Polonia e Italia y ganan espacio en todos los demás sitios, incluyendo Alemania y Suecia. Parece que en todas partes el combustible es el mismo: la hostilidad hacia los extraños, los extranjeros, cualquiera que sea diferente. En abril, Joanna Kakissis de la Radio Nacional Pública de EEUU informó sobre un sociólogo húngaro, Endre Sik, que había hecho una encuesta entre los húngaros sobre permitir la llegada de solicitantes de asilo al país. Encontró una enorme resistencia a aceptar a grupos concretos como los romaníes, los chinos y los árabes, y entonces decidió preguntar sobre los 'pirezianos'. Los pirezianos son un grupo étnico ficticio creado por el propio Sik, pero aún así los húngaros rechazaron firmemente permitirles la entrada. Sik le dijo a la NPR: “La forma húngara de xenofobia es, digamos, la clásica: 'Son diferentes, no les conocemos, por lo tanto les odiamos'. Esa es la bestia dentro de nosotros”.

El mensaje de Bono me tocó la fibra porque había estado leyendo el nuevo libro de Francis Fukuyama, “Identidad: la demanda de dignidad y las políticas del resentimiento”. Fukuyama argumenta que la identidad emana de la necesidad psicológica, profundamente enraizada en los humanos, de ser reconocidos como seres con dignidad. En las últimas décadas, en una comprensible búsqueda de reconocimiento, grupos minoritarios perseguidos (negros, hispanos, gays) han celebrado sus identidades… y también lo han hecho los blancos de clase trabajadora, que ahora se sienten ignorados y olvidados. La respuesta, dice Fukuyama, no es rechazar las políticas identitarias sino construir identidades amplias que puedan incluir a otros y unir a diferentes grupos.

placeholder Protesta contra el primer ministro húngaro Víktor Orbán en Budapest. (Reuters)
Protesta contra el primer ministro húngaro Víktor Orbán en Budapest. (Reuters)

Los fundadores de la UE, argumenta, pasaron demasiado tiempo construyendo los aspectos técnicos del proyecto: leyes, reglas, aranceles. Dejaron de nutrir una verdadera identidad europea, algo en lo que la gente pueda creer no por motivos racionales sino por razones emocionales e idealistas. En el caso estadounidense, argumenta, las fuerzas antipopulistas tienen que crear una identidad amplia centrada en valores e ideas estadounidenses centrales antes que en estrechos conceptos étnicos, raciales o religiosos. Por lo tanto, necesitamos un foco mucho mayor en la asimilación, en la celebración de la identidad estadounidense, en las cosas que hacen que todos amemos América. Necesitamos conectar con las entrañas de la gente, no solo con sus cerebros.

El desafío europeo puede parecer mucho mayor que el estadounidense, pero de hecho, la desconfianza en los extranjeros no necesariamente significa un rechazo de Europa. Incluso en Polonia y Hungría, donde los sentimientos etnonacionalistas tienen mucha fuerza, el apoyo a la UE es bastante grande. De acuerdo con la última encuesta de la Comisión Europea, el 71% de los polacos dicen que se sienten vinculados a la UE, más que los alemanes o los españoles, así como el 61% de los húngaros, que superan a los franceses, suecos o belgas. El problema es que no es un vínculo profundo, emocional: tienen entre tres y cuatro veces más probabilidad de sentirse MUY apegados a su propia nación que a la UE.

Foto: Salvini almorzando en Génova (EFE)

De lo que la gente en Europa y EEUU debería sentirse orgullosa, lo que deberían celebrar, son los notables logros de la diversidad. “Me encantan nuestras diferencias”, escribió Bono, “nuestros dialectos, nuestras tradiciones, nuestras peculiaridades… Y creo que aún dejan espacio para lo que [Winston] Churchill llamó un 'patriotismo ampliado': lealtades plurales, identidades superpuestas, ser irlandés y europeo, alemán y europeo, no uno u otro. La palabra patriotismo nos ha sido robada por los nacionalistas y extremistas que exigen uniformidad. Pero los verdaderos patriotas buscan la unidad por encima de la homogeneidad. Reafirmar eso es, para mí, el verdadero proyecto europeo”.

Y, diría yo, también el proyecto estadounidense.

A la hora de hacer frente a un problema difícil, a veces es útil escuchar a alguien que lo ve desde un ángulo totalmente diferente. Es por eso por lo que me ha parecido fascinante hablar sobre el auge del populismo y el nativismo con Bono este fin de semana pasado durante una cumbre en Kiev. El cantante-activista-filántropo irlandés ve las mismas fuerzas que todos nosotros, particularmente en Europa, pero él parte de algo intangible pero esencial. La única forma de contrarrestar la fuerza oscura y pesimista que empujan los nacionalistas y los extremistas, dice Bono, es tener una visión positiva e inspiradora. Haciendo hincapié en los problemas en su zona del mundo, me dijo: “Europa necesita pasar de ser vista como un tostón, una burocracia, un proyecto técnico, a lo que realmente es: una idea enorme y estimulante”.

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