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George H. W. Bush: un leal servidor público
Fiel escudero de Reagan, tuvo que esperar a 1988 para que llegase su momento político. Cuatro años más tarde Clinton lo derrotó, tras incumplir sus promesas electorales
La pasada madrugada fallecía a los 94 años en Houston (Texas) George H. W. Bush, el presidente número 41 de Estados Unidos. Será recordado por un mandato al frente de la Casa Blanca donde tuvo una agitada agenda internacional con la caída de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría y, cómo no, por la primera Guerra del Golfo tras la invasión de Kuwait por Sadam Hussein.
George H. W. Bush tuvo una trayectoria vital y profesional de manual. Se alistó en el ejército tras el ataque de Pearl Harbour y se convirtió en el piloto naval más joven de la Armada, participando activamente en 58 misiones de combate. Al acabar la Segunda Guerra Mundial se casó con Bárbara Bush, con la que tendría seis hijos, terminó sus estudios en la Universidad de Yale y se trasladó a Texas donde hizo fortuna en el sector del petróleo creando una gran compañía.
Tras consolidar su exitosa trayectoria profesional comenzó su vida política, primero como congresista en la Cámara de Representantes, embajador ante las Naciones Unidas, presidente del Comité Nacional Republicano y como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). En 1980 dio un paso al frente y se presentó a las primarias republicanas para aspirar a la presidencia, pero no pudo vencer a Ronald Reagan. No obstante, tras la victoria republicana en las urnas se convirtió en vicepresidente y en el fiel escudero durante ochos años de Reagan, aunque siempre eclipsado por el gran carisma del presidente.
Su momento llegaría en 1988. Enfrente tuvo al candidato demócrata Mike Dukakis, por entonces Gobernador de Massachussets. Esta campaña es recordada por ser una de las más agresivas. La maquinaria republicana fue capaz de destrozar las opciones de Dukakis, aunque este hizo grandes esfuerzos por perder las elecciones. De esta contienda destacan varios de los anuncios más letales de la historia de la comunicación política ("Revolving door", "Tank ride" o "Willie Horton"), en los que se presentaba a Dukakis como un candidato blando frente al crimen y como un pelele partidario de reducir la inversión en Defensa, un tema tabú por entonces.
Cuatro años más tarde, en 1992, Bush sería esclavo del incumplimiento de su gran promesa de no subir los impuestos. Además, enfrente tenía a un joven gobernador, Bill Clinton, que fue capaz de representar el contraste entre lo viejo y lo nuevo, esa dicotomía perpetua en tantas campañas. Fue el año en el que se acuñó el "¡Es la economía, estúpido!", no por Clinton sino por su consultor principal James Carville. Frente a un Bush centrado en los asuntos internacionales, los demócratas aprovecharon el descontento de los ciudadanos por la recesión económica que atravesaba el país.
George H. Bush también será recordado como padre de George H. W. Bush, primero gobernador de Texas y posteriormente el 43º presidente de Estados Unidos y, además, por ser el padre de Jeb Bush, gobernador de Florida y excandidato presidencial en 2016. El clan Bush, odiado y querido a partes iguales, ha protagonizado las últimas décadas de la vida política del país. Con el fallecimiento de George H. W. Bush se despide un presidente que, con sus luces y sus sombras, nadie puede negar que fue un leal servidor público.
La pasada madrugada fallecía a los 94 años en Houston (Texas) George H. W. Bush, el presidente número 41 de Estados Unidos. Será recordado por un mandato al frente de la Casa Blanca donde tuvo una agitada agenda internacional con la caída de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría y, cómo no, por la primera Guerra del Golfo tras la invasión de Kuwait por Sadam Hussein.