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ZP y el ‘pato cojo’ en la Cumbre de la OTAN
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Aurora Mínguez. Berlín

ZP y el ‘pato cojo’ en la Cumbre de la OTAN

24 horas. Ese es el tiempo que José Luis Rodríguez Zapatero va a dedicar a la cumbre de la OTAN. La formación del nuevo Gobierno es,

24 horas. Ese es el tiempo que José Luis Rodríguez Zapatero va a dedicar a la cumbre de la OTAN. La formación del nuevo Gobierno es, a día de hoy, la prioridad absoluta. Sólo algo excepcional, por ejemplo, un encuentro con el presidente de los Estados Unidos, podría hacer cambiar los planes del jefe del ejecutivo español.

Moncloa no quiere despertar falsas expectativas y descarta una reunión formal. Pero ni siquiera eso es seguro. Ni tan siquiera imprescindible. Bush llega a Bucarest como un lame duck, un pato cojo, a quien casi todo el mundo desearía ver ya jubilado en su rancho de Tejas. Para muchos dignatarios presentes en Bucarest, ésta será la última oportunidad de saludar y despedir al mismo tiempo al peor inquilino que jamás tuvo la Casa Blanca. Para Zapatero, pues, ya no es urgente ni insoslayable calentar una relación personal que no pasó del "¿qué tal, amigo?”, del pasado mes de septiembre, en una cena de la ONU en Nueva York, y de la llamada telefónica de hace tres semanas para felicitar a ZP por su victoria el 9 de marzo.

Bush, además, no está ya en condiciones de poner contra la pared a ningún dirigente mundial. Ha perdido prestigio internacional, ya nadie le toma demasiado en serio, y sólo su amigo Vladimir Putin -otro presidente saliente, pero con mucho futuro- le ha invitado a Sochi este fin de semana para recordar viejos tiempos y hablar de misiles y amenazas terroristas.

José Luis Rodríguez Zapatero debería estar presente en Bucarest cuando se hable de Afganistán, a partir de las tres y cuarto de la tarde de este jueves. Porque éste es el asunto clave de la Cumbre, y el símbolo de la encrucijada en la que se encuentra la Alianza Atlántica en este siglo XXI. Básicamente, se trata de una guerra.

De un lado, los talibán, más fuertes que nunca, y preparados para una nueva ofensiva tras el fin del invierno. Del otro, la OTAN. Pero la OTAN no combate por igual. Hay miembros de primera clase y de segunda clase. Unos, que combaten y mueren a diario en enfrentamientos con la guerrilla. Otros, que se dedican a labores civiles, de reconstrucción o de formación y entrenamiento de los futuros soldados y policías afganos.

Esta división de funciones está creando tensiones crecientes entre los miembros de la Alianza. Americanos (15.000 hombres), británicos (7.800), o canadienses (2.500) se quejan de que sólo ellos están haciendo el trabajo sucio y sólo ellos están desplegados en las zonas peligrosas, el sur y el este de Afganistán. Alemania -acusada de cobardía por el ministro de defensa canadiense- se ha puesto al frente de los países europeos que han dejado claro que no mandarán un hombre más y que evitarán las zonas más conflictivas. España, con sus 700 soldados, y con casi un centenar de bajas en tierras afganas, no va a desmarcarse de la línea de firmeza de la canciller Merkel.

Bush ya ha entendido que no habrá más cera que la que arde en estos momentos. Pero también va a tener su momento de alegría en Bucarest. Nicolas Sarkozy va a dar un paso al frente anunciando el envío de cientos de soldados más a Afganistán, ampliando así el contingente inicial galo de 1.900. Es el aperitivo del regreso de París a la estructura militar de la OTAN, repudiada por Charles de Gaulle. La Alianza Atlántica se podría así ver enriquecida y reforzada con el aporte francés, pero ¿dónde queda la política europea común en materia de defensa y seguridad si el atlantista Sarkozy nos da la espalda?

*Aurora Mínguez es corresponsal de Radio Nacional de España en Berlín y premio Salvador de Madariaga.

24 horas. Ese es el tiempo que José Luis Rodríguez Zapatero va a dedicar a la cumbre de la OTAN. La formación del nuevo Gobierno es, a día de hoy, la prioridad absoluta. Sólo algo excepcional, por ejemplo, un encuentro con el presidente de los Estados Unidos, podría hacer cambiar los planes del jefe del ejecutivo español.

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