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Lech Walesa, un espía comunista o cómo hubiera resuelto Hitler la crisis del petróleo
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez. Berlín

Lech Walesa, un espía comunista o cómo hubiera resuelto Hitler la crisis del petróleo

El Muro de Berlín empezó a caer en Budapest y en Varsovia en el verano de 1989 ...y ahora, cuando se aproxima el vigésimo aniversario de

El Muro de Berlín empezó a caer en Budapest y en Varsovia en el verano de 1989 ...y ahora, cuando se aproxima el vigésimo aniversario de aquel acontecimiento, resurgen los fantasmas que pretenden reescribir la historia. Lech Walesa, antiguo electricista, fundador del sindicato Solidaridad, primer Presidente democrático de Polonia, Premio Nobel de la Paz, está siendo acusado de haber colaborado con la policía secreta polaca en los años 70. En Budapest, la Guardia Magiar, extremistas de derecha que utilizan las prohibidas Flechas Cruzadas nazis como símbolo, desfilan de nuevo por las calles de la ciudad con el silencio cómplice de la oposición conservadora y de la Iglesia. Igual que hace sesenta y cinco años, hacen responsables de los males del país al capitalismo, a los judíos y a los gitanos. Y este verano, los turistas que se acerquen a Munich, en el sur de Alemania, podrán apuntarse a un tour del Tercer Reich siguiendo la pista de Adolf Hitler en su ciudad favorita.

Polonia: a la caza de una figura histórica

El lunes se puso a la venta en Polonia el libro Los servicios secretos y Walesa, en el que se acusa al mítico sindicalista de haber colaborado con los comunistas entre los años 1970 y 1976. Usaba el pseudónimo de ‘Bolek’, denunciaba a compañeros suyos de los astilleros de Gdansk, y cobró -al parecer- 13.000 zlotys (una cifra considerable en aquella época) por sus servicios. Además, Walesa podría haber hecho eliminar buena parte de esas pruebas inculpatorias cuando se convirtió en 1990 en el Jefe del Estado.

Los autores del libro son dos historiadores del Instituto para la Memoria Nacional. El director de este organismo pasa por ser íntimo de los famosos gemelos Kaczynski, ex colaboradores de Walesa hasta principios de los años 90. Lech Kaczynski, por cierto, sigue siendo el presidente de Polonia y no sólo no ha salido en defensa de su antecesor, sino que ha dicho que cree que, en efecto, Walesa fue ‘Bolek’ en los años setenta. Los Kaczynski se dieron a conocer como estrechos colaboradores de Walesa en el sindicato Solidaridad pero acabaron tarifando con él. Le acusaron entonces de haber traicionado sus principios, gobernando con los post-comunistas e ignorando el sufrimiento del pueblo bajo la dictadura. Hoy esos odios permanecen vivos y Walesa, que se está aún recuperando de una operación de corazón, afirma que este libro no es más que una nueva conjura de sus enemigos contra él.

La ciudadanía está dividida al respecto, pero el 40% de los polacos cree posible que Walesa colaborara en un primer momento con los servicios secretos de su país. No es la primera vez que surgen estas acusaciones. Ya en 1982 el Comité del Premio Nobel se vió enfrentado con unos documentos inculpatorios aportados a la embajada noruega en Varsovia que se demostraron luego falsos. Pero si hubo contactos con los servicios secretos, y registro de ellos, lo cierto es que el contacto se cerró en el 76, y luego en los años 80 Walesa protagonizó una lucha frontal contra el régimen que le llevó a la cárcel y al ostracismo... Lo demás es ya sabido.

Por qué esta obsesión por reabrir el pasado? Es honesta la labor de estos dos historiadores o es una venganza final de los enemigos de Walesa? Y, sobre todo, qué aporta con vistas al futuro del país? No será tal vez que en tiempos de crisis resurgen de nuevo los mesías?

Hungría: nostalgia del totalitarismo

En Centroeuropa algunos mesías sacan de los armarios los viejos uniformes militares. Y en Budapest, ya se han visto en la Plaza de los Héroes y en la Plaza del Castillo desfiles de personajes vestidos de negro que prometen luchar contra las consecuencias de la globalización y “contra quienes han robado su territorio a los palestinos”. El gobierno de Ferencz Gyurcsany es, para estos Guardianes Húngaros el objetivo a eliminar, ya que este primer ministro millonario está vendiendo el país a “extranjeros”. Estos ataques y la retórica populista encuentran eco fácil en el ciudadano de a pie. Un 20% se confiesa próximo a esas ideas de ultraderecha y un 30% claramente antisemita.

En estas sociedades, que hace apenas veinte años sufrían aún la tiranía comunista, se mezcla todo: la incertidumbre económica, las consecuencias de las privatizaciones, la desilusión ante los políticos liberales, corruptos o simplemente incapaces, y la búsqueda de culpables. En este caso, judíos y gitanos. Y se mira al pasado como un tiempo en que cada cosa estaba en su sitio. En los mítines de la extrema derecha húngara se venden vídeos y música de la Segunda Guerra Mundial y postales y libros de Hitler. En menos de una hora de avión, estos húngaros desorientados podrían sentarse en la misma cervecería de Munich, la Hofbräuhaus, en la que el agitador austríaco dio sus primeros mítines y fundó el partido nacionalsocialista, y tratar de imaginar qué solución habría tenido el Führer para la subida imparable de los precios del petróleo y el peligro de recesión mundial.

El Muro de Berlín empezó a caer en Budapest y en Varsovia en el verano de 1989 ...y ahora, cuando se aproxima el vigésimo aniversario de aquel acontecimiento, resurgen los fantasmas que pretenden reescribir la historia. Lech Walesa, antiguo electricista, fundador del sindicato Solidaridad, primer Presidente democrático de Polonia, Premio Nobel de la Paz, está siendo acusado de haber colaborado con la policía secreta polaca en los años 70. En Budapest, la Guardia Magiar, extremistas de derecha que utilizan las prohibidas Flechas Cruzadas nazis como símbolo, desfilan de nuevo por las calles de la ciudad con el silencio cómplice de la oposición conservadora y de la Iglesia. Igual que hace sesenta y cinco años, hacen responsables de los males del país al capitalismo, a los judíos y a los gitanos. Y este verano, los turistas que se acerquen a Munich, en el sur de Alemania, podrán apuntarse a un tour del Tercer Reich siguiendo la pista de Adolf Hitler en su ciudad favorita.

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