Es noticia
La 'Obamanía' llega a Europa y divide a los europeos
  1. Mundo
  2. Europa Europa
Aurora Mínguez

Europa Europa

Por
Aurora Mínguez. Berlín

La 'Obamanía' llega a Europa y divide a los europeos

Barack Obama quería hablar en la Puerta de Brandemburgo, como hicieron Ronald Reagan o Bill Clinton, pero la canciller Merkel no le ha dejado. Demasiado simbólica

Barack Obama quería hablar en la Puerta de Brandemburgo, como hicieron Ronald Reagan o Bill Clinton, pero la canciller Merkel no le ha dejado. Demasiado simbólica para alguien que oficialmente es sólo, por ahora, senador por Illinois. El protocolo de Berlín ha ofrecido como alternativa la plaza y los alrededores de la Columna de la Victoria, en pleno Tiergarten, apenas a dos kilómetros de la famosa Puerta y en medio de una gran avenida, la del 17 de junio, que fue escenario de desfiles nazis y que ha acogido también varios años la Love Parade, la gran fiesta tecnoy y las concentraciones de los hinchas de la selección nacional de fútbol. Para quien recuerde la película de Wim Wenders El cielo sobre Berlín, en lo alto de esa columna -erigida para conmemorar los triunfos de Prusia sobre Napoleón- está la estatua femenina dorada en cuyos brazos se sentaban Bruno Ganz y Otto Sanders, los dos “ángeles guardianes”de la ciudad.

La visita de Obama no es de Estado y ha sido un quebradero de cabeza para los servicios de protocolo y de seguridad germanos, poco acostumbrados a improvisar en el último momento un despliegue de esta envergadura. La democristiana Angela Merkel –en teoría más cercana a John McCain- recibe al demócrata Barack Obama a las once de la mañana, y luego será el turno del ministro de Exteriores Steinmeier y de otros políticos interesados en hacerse la foto con quien hoy por hoy es sólo una gran promesa. Habrá tiempo después para un paseo por la ciudad y sus monumentos más representativos y luego el esperado discurso sobre las relaciones transatlánticas en torno a las siete de la tarde.

Recelos en Londres y París

El discurso de Obama en Berlín ha creado problemas antes incluso de ser pronunciado. Randy Scheunemann, consejero para asuntos internacionales de su rival, el senador McCain, ha declarado que trata de una operación de relaciones públicas, un acto de campaña electoral en el exterior que coloca al Gobierno alemán en una situación incómoda. Pero no sólo en el círculo de McCain hay malestar. También hay recelos en las próximas capitales de la gira, Londres y París, porque se ven como un segundo plato en el menú europeo de Obama. Sí que están previstos encuentros el viernes con Gordon Brown y con Nicolas Sarkozy, pero lo cierto es que el baño de multitudes y el gran mensaje a los europeos van a tener lugar en Berlín, que celebra en estos días el 60 aniversario del puente aéreo norteamericano que salvó a la ciudad del hambre y el aislamiento total impuesto por los soviéticos.

Repartir cargas con Europa

¿Por qué viene un candidato presidencial a Europa en plena campaña electoral norteamericana? Es un hecho insólito, pero a la vez indicador del gran cambio que se puede producir en la política exterior de la Casa Blanca si este hombre mestizo consigue el poder. Podría volver el multilateralismo, la retórica de la cooperación transatlántica, la gestión conjunta de crisis. Pero esto supone también el reparto de cargas y responsabilidades a partes iguales.

Obama es consciente de que el peligro terrorista, de cara al futuro, ya no está tanto en Iraq como en Afganistán y Pakistán. Tanto él como McCain han prometido mandar más tropas allí, pero no quieren luchar solos. Pretenden que los europeos y la OTAN se mojen de verdad. Obama concretamente desea aumentar en 10.000 hombres el dispositivo allí desplegado, que suma 32.000 efectivos. Pero aspira a que los aliados hagan lo propio.

Y ahí es donde pueden surgir problemas, especialmente para el Gobierno de Angela Merkel. Los asesores de Obama creen que Europa debe dejar de ver a Afganistán como un proyecto de ayuda humanitaria, y considerarlo como un conflicto que debe ser ganado con firmeza. Se necesitan allí soldados, personal civil y, por supuesto, dinero y todo eso es lo que el senador norteamericano va a pedir a sus aliados de Berlín, París y Londres. La respuesta de cada uno de estos gobiernos y de la Alianza Atlántica no va a ser inmediata. Primero tiene que llegar el 4 de noviembre, día de las elecciones en los Estados Unidos, y luego deberá tomar posesión el sucesor de Bush en Washington, ya en enero. Pero algo sí está claro. Ni Obama ni McCain tendrán mucha consideración por el concepto de “poder blando” que tanto complace a los europeos. Se trata de ganar una guerra contra el terrorismo, dicen los dos contendientes, y aquí nos debemos mojar todos sin excepción. La única duda que los aspirantes a la Casa Blanca no incluyen en sus argumentos es hasta qué punto las agotadas economías europeas podrán plantearse un esfuerzo bélico y humano que no sale precisamente gratis.

Barack Obama quería hablar en la Puerta de Brandemburgo, como hicieron Ronald Reagan o Bill Clinton, pero la canciller Merkel no le ha dejado. Demasiado simbólica para alguien que oficialmente es sólo, por ahora, senador por Illinois. El protocolo de Berlín ha ofrecido como alternativa la plaza y los alrededores de la Columna de la Victoria, en pleno Tiergarten, apenas a dos kilómetros de la famosa Puerta y en medio de una gran avenida, la del 17 de junio, que fue escenario de desfiles nazis y que ha acogido también varios años la Love Parade, la gran fiesta tecnoy y las concentraciones de los hinchas de la selección nacional de fútbol. Para quien recuerde la película de Wim Wenders El cielo sobre Berlín, en lo alto de esa columna -erigida para conmemorar los triunfos de Prusia sobre Napoleón- está la estatua femenina dorada en cuyos brazos se sentaban Bruno Ganz y Otto Sanders, los dos “ángeles guardianes”de la ciudad.

Bill Clinton