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Corrupción en Siemens: los ex directivos deberán indemnizar a la empresa
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez. Berlín

Corrupción en Siemens: los ex directivos deberán indemnizar a la empresa

¿En cuántas empresas se exige a un ex presidente una indemnización de decenas de millones de euros por haber tolerado, ignorado u ocultado corrupciones y sobornos

¿En cuántas empresas se exige a un ex presidente una indemnización de decenas de millones de euros por haber tolerado, ignorado u ocultado corrupciones y sobornos hipermillonarios? ¿Y en cuántas empresas se practicó durante décadas un sistema de untos, cohechos, fugas de capital y lavados de dinero tan elaborado y tan consentido por las alturas? En ninguna salvo en Siemens. 1.300 millones de euros fueron utilizados en este tipo de transacciones irregulares, lo que constituye el mayor caso de corrupción empresarial hasta ahora descubierto en la historia de la República Federal Alemana.

El escándalo no ha parado de crecer en los últimos años. Pero esta semana ha alcanzado un hito histórico. Se ha roto un tabú y el actual gremio de vigilancia de la compañía ha anunciado que pedirá a los dos últimos presidentes, Heinrich von Pierer y Klaus Kleinfeld, y a otros nueve antiguos miembros de la dirección, indemnizaciones millonarias por los daños que han causado a esta multinacional y que podrían alcanzar los 1.900 millones de euros. Indemnizaciones que deberán pagar de sus propios bolsillos, porque la compañía aseguradora de Siemens se desentiende de estos antiguos directivos. El proceso se presenta largo y los abogados de von Pierer-ex asesor de la canciller Merkel- y de Kleinfeld ya han contraatacado subrayando que la compañía se benefició de algunos de estos negocios turbios. Especialmente en el pago de sobornos para lograr contratos en países del Tercer Mundo o del ámbito no occidental. Hasta el año 1998, por cierto, la legislación alemana no sólo no penaba ese tipo de pagos realizados en el extranjero, sino que se podían deducir fiscalmente.

No es sólo un imperativo moral

Cuánto sabían y desde cuándo de este lado oscuro financiero quienes llegaron a posiciones tan elevadas en Siemens va a ser difícil de averiguar. Pero lo cierto es que la compañía con sede central en Munich se ve obligada a ello no sólo por una cuestión de moral, sino por otras dos razones de peso. Una, porque la actual dirección y el consejo de vigilancia de Siemens podrían a su vez ser llevados a tribunales por los propios accionistas, si éstos consideraran que no está actuando con firmeza para aclarar el escándalo y evitar que se repita. Dos, porque el SEC, el Consejo Regulador de la Bolsa norteamericana también ha exigido a Siemens aclarar cuanto antes sus cuentas y su pasado si es que quiere seguir cotizando y operando en los Estados Unidos.

Hasta el momento la empresa se ha gastado 770 millones de euros en abogados y no se puede decir que los resultados de las investigaciones hayan sido espléndidos. Nadie parecía saber nada de esas cajas B que realizaban pagos irregulares y menos que nadie von Pierer, quien presidió la empresa entre los años más corruptos, de 1992 a 2005. El único procesado y condenado hasta el momento ha sido un directivo de segundo nivel, Reinhard Siekaczek, a quien le han caído dos años de prisión provisional y una multa de 108.000 euros, y ello porque ha colaborado con la justicia, desvelando las claves de la red de corrupción y pagos ilegales. El juez, al anunciar el fallo, ha definido lo ocurrido en Siemens como “un sistema de irresponsabilidad organizada, con guiños de ojos aprobatorios” entre los diferentes ejecutivos de la firma.

Corrupción en el 50 % de las empresas alemanas

¿Qué pasará al final? ¿Ocurrirá, como en tantas ocasiones, que acabarán en la cárcel sólo las ruedas más pequeñas del sistema? Está en juego la credibilidad de una justicia que, al menos en Alemania, pretende imponerse como una autoridad indiscutible también en delitos de altas finanzas. El caso Siemens no es el único, pero sí el más relevante. Este tipo de criminalidad se produce, según un estudio realizado por la consultora Pricewaterhouse Coopers, en una de cada dos compañías germanas. Ni la mitad de los casos de corrupción o fraude acaba ante los tribunales. Las irregularidades se producen especialmente en las empresas establecidas en el land de Hessen-donde se encuentra la capital financiera de este país, Frankfurt-, y también en los muy ricos länder de Baviera y Baden-Würtemberg.

Es decir, trabajo para los fiscales alemanes hay más que de sobra. Otra cosa es lo que las compañías estén dispuestas a colaborar. Sólo una minoría han puesto en marcha sistemas internos de lucha contra la corrupción. Nadie, hasta ahora, ha llegado a los extremos de Siemens en cuanto a asuntos sucios, ni ninguna empresa se ha visto enfrentada de manera tan irremediable a la necesidad urgente de lavarlos ante luz y taquígrafos.

¿En cuántas empresas se exige a un ex presidente una indemnización de decenas de millones de euros por haber tolerado, ignorado u ocultado corrupciones y sobornos hipermillonarios? ¿Y en cuántas empresas se practicó durante décadas un sistema de untos, cohechos, fugas de capital y lavados de dinero tan elaborado y tan consentido por las alturas? En ninguna salvo en Siemens. 1.300 millones de euros fueron utilizados en este tipo de transacciones irregulares, lo que constituye el mayor caso de corrupción empresarial hasta ahora descubierto en la historia de la República Federal Alemana.

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