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Cumbre Sarkozy-Bush en Camp David: ¿Un nuevo G-8 con España?
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Aurora Mínguez. Berlín

Cumbre Sarkozy-Bush en Camp David: ¿Un nuevo G-8 con España?

Ayer el diario francés Le Figaro lo decía entre signos de exclamación: “¡Tres cumbres del presidente Sarkozy en 24 horas!”. Las dos primeras sin mucho interés:

Ayer el diario francés Le Figaro lo decía entre signos de exclamación: “¡Tres cumbres del presidente Sarkozy en 24 horas!”. Las dos primeras sin mucho interés: cumbre UE-Canadá y de la Organización Internacional de la Francofonía, celebradas estas últimas horas en Québec. Pero la tercera sí tiene su relevancia. Tendrá lugar esta noche, en la madrugada del sábado al domingo, y se trata de la reunión en Camp David con George Bush (y José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea) para empezar a poner las bases de un nuevo sistema monetario internacional. Algo que algunos ya definen como un Bretton Woods II, y que no rechaza, por ejemplo, el actual director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Kahn, “siempre que haya algo más detrás”, como declaraba ayer al Financial Times.

 

Nicolas Sarkozy está cumpliendo con su papel como presidente europeo en estos momentos de alta incertidumbre. Lo piensa el 60% de los franceses, según el último sondeo de OpinionWay, y lo piensa también la mayoría de los comentaristas europeos, quienes han alabado su rápida gestión durante esta semana de hiperactividad, algo nada nuevo para él. “La UE ha actuado en esta crisis muy bien -decía ayer el Frankfurter Allgemeine Zeitung-. Esto es también un mérito de su presidente Sarkozy, quien ha canalizado su exceso de energía primero en la crisis de Georgia y luego en la crisis financiera. Lo que en un principio se le reprochó como falta de criterio, ahora bautizado como pragmatismo, ha sido sumamente útil al respecto”.

Sarkozy llega a Camp David sabiendo que su ocupante, George Bush, es ya políticamente un cero a la izquierda. Pero se trata de convencerle para que la administración norteamericana se sume a esta refundación del sistema financiero internacional y también para que dé el visto bueno a la necesaria reforma del G-8, en el que ni están todos los que son ni son todos los que están. Sarkozy pretende –a ser posible a finales de noviembre, cuando ya sepamos quién ha ganado las elecciones USA- matar dos pájaros de un tiro: celebrar en Nueva York una cumbre que ponga las bases del Bretón Woods II y crear un nuevo G-8 ampliado –que tendría ya otra cifra superior-, en el que tal vez podría estar España y al que serían integrados también economías emergentes como China, India, Brasil, Australia, Corea o Indonesia.

Al mismo tiempo, Sarkozy llega a Camp David para poner sobre la mesa la eliminación de una vez por todas de los hedge funds y los paraísos fiscales y, además, con una propuesta concreta del premier británico, Gordon Brown: que se cree un sistema internacional coordinado de alerta temprana, con su correspondiente consejo de vigilancia.

A los europeos nos conviene que estos planes de Sarkozy salgan bien. Y, sin embargo, en el meollo de la cuestión hay también motivos de pelea intereuropea. A saber: ¿Qué socios deben salir y cuáles entrar en el nuevo G8? ¿Cuenta España con suficientes apoyos? ¿Va a seguir hablando Sarkozy de este gobierno económico europeo que no gusta nada a los alemanes? La gestión de la crisis actual da la razón parcialmente al presidente francés: no ha sido la Comisión Europea, no ha sido el Ecofin, no han sido las capitales las que han tejido los planes de rescate. Ha sido el Eurogrupo el que ha funcionado como un gobierno económico de los países del euro, como el brazo ejecutor de las medidas anticrisis, donde el Banco Central Europeo no ha llevado la voz cantante. La canciller Merkel ha dicho que esta actuación ha sido y será única, pegada al momento concreto, pero Sarkozy discrepa, y piensa seguir adelante con su antigua idea: son los gobiernos de la UE, y no el Banco Central Europeo, quienes tienen que decidir sobre los niveles de déficit, deuda pública e inflación.

Ayer el diario francés Le Figaro lo decía entre signos de exclamación: “¡Tres cumbres del presidente Sarkozy en 24 horas!”. Las dos primeras sin mucho interés: cumbre UE-Canadá y de la Organización Internacional de la Francofonía, celebradas estas últimas horas en Québec. Pero la tercera sí tiene su relevancia. Tendrá lugar esta noche, en la madrugada del sábado al domingo, y se trata de la reunión en Camp David con George Bush (y José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea) para empezar a poner las bases de un nuevo sistema monetario internacional. Algo que algunos ya definen como un Bretton Woods II, y que no rechaza, por ejemplo, el actual director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Kahn, “siempre que haya algo más detrás”, como declaraba ayer al Financial Times.

George W. Bush