Es noticia
Industria automovilística europea: la agonía ha empezado
  1. Mundo
  2. Europa Europa
Aurora Mínguez

Europa Europa

Por
Aurora Mínguez. Berlín

Industria automovilística europea: la agonía ha empezado

No ha habido sorpresas. Se veía venir y es lógico. No se venden coches en ningún país de Europa y las fábricas están empezando a tener

No ha habido sorpresas. Se veía venir y es lógico. No se venden coches en ningún país de Europa y las fábricas están empezando a tener serias dificultades para hallar espacio para tantos automóviles a la espera de un comprador. Aquí, en Alemania, varias de los grandes firmas ya han dado la voz de alarma: en Opel hace semanas que no se trabaja a pleno rendimiento. La fábrica de la BMW de Leipzig va permanecer cerrada cuatro días. Daimler, la empresa de los Mercedes, está considerando parar la producción durante cuatro semanas o bien adelantar las vacaciones de Navidad, prolongándolas más allá de Año Nuevo. Para mayor inri, las acciones de Daimler están perdiendo en valor de una manera tan evidente que empieza a considerarse una fusión con la rival BMW.

 

En Alemania hay 763.000 personas que se ganan la vida en el sector del automóvil, que es clave en el PIB nacional. Uno cada siete puestos de trabajo está vinculado, directa o indirectamente, con dicho sector. Pues bien, como consecuencia de la crisis actual, los expertos creen que uno de cada diez puestos de trabajo en la industria de las cuatro ruedas está en serio peligro. Algunos analistas hablan ya de 50.000 parados en los próximos meses. Y lo peor podría estar por llegar. En todo el planeta se ha vendido un 5%de coches menos de lo habitual, apunta el semanario Der Spiegel. Desde 1948, según la misma revista, sólo se había producido un retroceso similar, en 1993, cuando hubo un retroceso en el consumo en la mayoría los países occidentales.

Ayudas por valor de 40.000 millones de euros

Ante semejante situación, ayer se celebraba en Bruselas una reunión del comisario europeo de Industria, Günter Verheugen, con la patronal europea de fabricantes de automóvil, ACEA, con directivos de varias de las principales empresas (Volvo, Citröen, Fiat, Daimler) y con representantes de varios gobiernos y sindicatos de países comunitarios, entre los que se encontraba España. Bruselas en principio se niega a hablar de subvencionar al sector en su conjunto, aún siendo consciente de que atraviesa un momento dramático. Por eso Verheugen ha propuesto abrir una línea de créditos especiales por valor de 40.000 millones de euros, que deberían ser avalados por el Banco Europeo de Inversiones. Se pretende estimular la compra de coches nuevos a través de incentivos fiscales, que beneficiarían especialmente a aquellos que adquieran modelos poco contaminantes y a los que se apunten a nuevos ‘planes renove’.

Lo que se pretende hacer en Europa ya está en marcha en los Estados Unidos, donde el gobierno ya ha liberado 25.000 millones de dólares en créditos blandos para los principales fabricantes de automóviles (General Motors, Ford y Chrysler).También en Francia y en Italia se están preparando planes de ayuda nacionales para Renault y Fiat.

El problema, además de la crisis, es que la industria automovilística europea se ha dormido en los laureles. Por una parte, no ha tenido demasiado en cuenta que los mercados mundiales están ya saturados de coches y que la demanda procedente de Asia y de Europa del Este se ha estancado. Y, en segundo lugar, porque no se ha puesto las pilas a la hora de desarrollar modelos poco contaminantes, como demandaba Bruselas. Pero lo cierto es que desde allí  tampoco llegaban unas órdenes contundentes. Alemania, por ejemplo, ha bloqueado todo lo que ha podido y más la directiva europea que exigía una reducción del Co2 en los coches nuevos de 160 a 130 gramos por kilómetro, precisamente porque dañaba los intereses de los productores de los potentísimos coches alemanes. Ahora lo que piden los fabricantes es que no les aprieten aún más las tuercas con exigencias medioambientales imposibles de llevar a cabo en las actuales circunstancias.

Veremos quién gana en el pulso, porque la Unión Europea pretende aprobar un paquete de medidas medioambientales  de calado en la cumbre de diciembre que pondrá fin a la presidencia francesa. El objetivo es reducir de aquí al año 2020 en un quinto las emisiones de gases contaminantes en todo el continente. O sea, que todos los coches europeos deberían arrojar a la atmósfera sólo 120 gramos de Co2 por kilómetro para esa fecha. Los propietarios y fabricantes de los automóviles sucios serían castigados fiscalmente. Este es el gran reto de la industria automovilística que no quiso asumir en años de bonanza y que ahora le parece un objetivo aún más irrealizable. Pero lo que nadie entendería es que los créditos estatales, caso de que se aprueben, se empleen para seguir fabricando los mismos productos. No vaya a ser que, al final, Greenpeace y los ecologistas tengan razón cuando afirman que las grandes firmas del automóvil van a recibir dinero público para seguir contaminando tanto o más que antes y sin ningún tipo de escrúpulo.

No ha habido sorpresas. Se veía venir y es lógico. No se venden coches en ningún país de Europa y las fábricas están empezando a tener serias dificultades para hallar espacio para tantos automóviles a la espera de un comprador. Aquí, en Alemania, varias de los grandes firmas ya han dado la voz de alarma: en Opel hace semanas que no se trabaja a pleno rendimiento. La fábrica de la BMW de Leipzig va permanecer cerrada cuatro días. Daimler, la empresa de los Mercedes, está considerando parar la producción durante cuatro semanas o bien adelantar las vacaciones de Navidad, prolongándolas más allá de Año Nuevo. Para mayor inri, las acciones de Daimler están perdiendo en valor de una manera tan evidente que empieza a considerarse una fusión con la rival BMW.