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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez. Berlín

Sinvergüenzas y bonus millonarios

Es el adjetivo más suave que se está aplicando estos días a los grandes banqueros, y no sólo a los alemanes. Es el título de portada

Es el adjetivo más suave que se está aplicando estos días a los grandes banqueros, y no sólo a los alemanes. Es el título de portada en la revista Der Spiegel de esta semana, y es también el sentir del gobierno alemán. La canciller Merkel se considera, como poco, estafada por este gremio y ha dicho que le resulta “incomprensible que los bancos que están recibiendo ayudas estatales paguen en muchos casos enormes bonificaciones a sus ejecutivos”. Pero su ministra de Justicia, la socialdemócrata Brigitte Zypries, ha ido más allá, denunciando que esas bonificaciones formen parte del salario fijo acordado y que se garantice su pago independientemente de la marcha de la compañía.

 

Se está hablando de inmoralidad empresarial, de absoluta falta de responsabilidad, de haber perdido el contacto con la realidad. Y es que hay casos realmente increíbles. Del más llamativo  se hacía  eco el Frankfurter Allgemeine Zeitung en su portada del martes: Stefan Jentzsch, ex jefe del Banco de Inversiones del Dresdner Bank, con sede en Londres, exige el pago de 400 millones de euros por los servicios prestados y amenaza con ir a tribunales si no los ve en su cuenta bancaria pronto. Insiste en que esa gratificación estaba en su contrato y que hay que cumplirlo. Todo bien... si no fuera porque el Dresdner ha sido uno de los primeros bancos alemanes que entró en crisis y que ha tenido que aceptar la OPA lanzada por el Commerzbank, el número dos en Alemania. El Estado se ha visto obligado a  ‘regalar’ al Commerzbank 18.000 millones de euros para salir del paso y facilitar la fusión de estas dos entidades, apoyada por los ministerios de Finanzas y Economía. Pues bien, si el señor Jentzsch gana el proceso, y parece probable, ya que él firmó el contrato antes de la crisis bancaria, 4oo millones de los contribuyentes alemanes irán a su bolsillo.

Primas sin control

Esto es lo que está enervando a los ciudadanos, a uno y otro lado del Atlántico. En los Estados Unidos se han seguido pagando primas, hasta un total de 18.000 millones de dólares, a pesar de la crisis. Obama ha dicho que esto no puede seguir así. En Europa se piensa parecido pero nadie hasta ahora se había atrevido a cuestionar ese sistema de gratificaciones sin control. No es que se quiera eliminar de raíz los llamados “boni”, pero sí, al menos, someterlos a reválida en función de los resultados obtenidos. Ya que los Estados se están convirtiendo en accionistas de los grandes bancos tocados por la crisis, parece lógico que también intervengan en la toma de decisiones y en el reparto de beneficios, en caso de que los haya.

...Y salarios de lujo revisables

En Alemania la gran coalición ha alcanzado un acuerdo sobre los sueldos millonarios de los ejecutivos de las empresas y bancos intervenidos por el Estado. A partir de ya, las acciones que reciban por su calidad de tales sólo podrán venderlas al cabo de al menos cuatro años, y no de dos, como es ahora el caso. El Consejo de Administración de las grandes empresas podrá reducir el sueldo de sus directivos y altos cargos e incluso penalizarlos si cometen errores de gestión. Además, en el caso de los bancos que han recibido ya ayudas estatales, los salarios máximos no deberán superar a partir de ahora los 500.000 euros. La medida, no obstante, no tiene efectos retroactivos.

En Gran Bretaña el debate también está sobre la mesa. El líder de la oposición, David Cameron, ha propuesto que los directivos de los bancos que reciban ayudas estatales vean limitadas sus gratificaciones extra a sólo dos mil libras. Una cantidad que contrasta con las bonificaciones que dos de los bancos parcialmente estatalizados, Lloyds Banking Group y Royal Bank of Scotland, van a pagar a sus ejecutivos. Según los medios británicos, el Lloyds  va a soltar 120 millones de libras (134 millones de euros) en primas a pesar de sus pérdidas de más de 10.000 millones de libras. Todo un ejemplo de moral empresarial.

Este asunto, entre otros, va a estar muy presente en la reunión que este domingo reunirá en Berlín a los jefes de estado y de gobierno de los países europeos del G-20, con Angela Merkel como anfitriona y con José Luis Rodríguez Zapatero entre los invitados. Una reunión preparatoria de la cumbre del G20 en Londres de primeros de abril y en la que no estaría mal que los líderes tomaran bien la temperatura a sus opiniones públicas, porque esto parece una olla a punto de estallar, y Francia va a ser en estos días un primer escenario de este gran malestar europeo.

Es el adjetivo más suave que se está aplicando estos días a los grandes banqueros, y no sólo a los alemanes. Es el título de portada en la revista Der Spiegel de esta semana, y es también el sentir del gobierno alemán. La canciller Merkel se considera, como poco, estafada por este gremio y ha dicho que le resulta “incomprensible que los bancos que están recibiendo ayudas estatales paguen en muchos casos enormes bonificaciones a sus ejecutivos”. Pero su ministra de Justicia, la socialdemócrata Brigitte Zypries, ha ido más allá, denunciando que esas bonificaciones formen parte del salario fijo acordado y que se garantice su pago independientemente de la marcha de la compañía.

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