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El comienzo del fin de Angela Merkel
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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez

El comienzo del fin de Angela Merkel

Poco a poco, lenta pero indefectiblemente, la estrella Merkel está perdiendo su brillantez inicial. Conserva, por supuesto, una dosis notable de poder en Europa, pero ese

Poco a poco, lenta pero indefectiblemente, la estrella Merkel está perdiendo su brillantez inicial. Conserva, por supuesto, una dosis notable de poder en Europa, pero ese poder ya ha llegado a su límite máximo y ahora empieza la cuesta abajo. Y hay ya señales claras que están apuntando en esa dirección.

Para empezar, el método Merkel para dirigir Europa no está consiguiendo los resultados deseados. Lejos de eso, la sensación de crisis total inminente sigue estando muy viva, acompañada de sustos casi diarios en las bolsas, reproches constantes de líderes a la primera ministra alemana -acusada de dormirse demasiado en los laureles, de negarse a aceptar lo evidente y de aplazar en exceso decisiones importantes- y de esos goteos descalificadores de las agencias de rating que siguen campando a sus anchas, al igual que los agentes especuladores. A ninguno de los dos últimos les ha rozado siquiera el látigo de la canciller.

Desgraciadamente para Merkel, ya no hay marcha atrás. Seguirá cediendo a lo que le piden Hollande, Monti y otros socios. Habrá mutualización de la deuda europea, aunque ahora lo impidan los Tratados y la Ley Fundamental alemana

Y a ella se le reprocha desde muchos rincones de Europa su visión cortoplacista, indecisa y temerosa de decir las verdades del barquero a sus conciudadanos. O sea, que, les guste o no, tendrán que pagar por el resto de los socios. Además, que tendrán que votar una nueva Constitución -o Ley Fundamental, como se llama aquí- en la que quedará definitivamente sellada la cesión de la soberanía económica a Bruselas, la mutualización de la deuda, los eurobonos y el superministro europeo de Economía, entre otras cosas.

Por otra parte, los alemanes ven inquietos cómo la canciller ya no es la única e indiscutible prima donna en el concierto europeo, que han surgido varios ‘gallitos’ extranjeros que le están plantando cara y que éstos están presionando a conciencia poniendo en duda el futuro de los ahorros germanos a golpe de rescates. La dureza que antes veían en la canciller al defender sus posiciones se está empezando a resquebrajar, con el añadido además de que el Parlamento alemán está demandando también a la Bundeskanzlerin su parte alícuota de poder. Se la recuerda que ellos también tienen algo que decir sobre esas sumas inmensas de dinero, y los comentaristas apuntalan las contradicciones, concesiones y fracasos políticos de la primera ministra: Merkel dijo que ningún país de la UE se haría responsable de los errores y desmanes de otro, que no habría quita para Grecia, que no habría rescates, que no se cedería competencia financiera a Bruselas… y ya vemos lo que ha ocurrido.

La canciller seguirá cediendo

Desgraciadamente para Merkel, ya no hay marcha atrás. Seguirá cediendo a lo que le piden Hollande, Monti y otros socios. Habrá mutualización de la deuda europea, aunque ahora lo impidan los Tratados y la Ley Fundamental alemana. Las decisiones trascendentales sobre impuestos y presupuestos se tomarán fuera de Berlín. Los alemanes pagarán la parte del león en esta juerga europea, tendrán un referéndum -cosa insólita en la República Federal, donde existen pésimos recuerdos de algunas consultas populares- y, cuando lleguen las próximas elecciones generales, dentro de catorce meses, tal vez manden a Angela Merkel a casa o bien a Bruselas, a ver si se puede relajar, si es que para entonces la tormenta en Europa ha amainado. Merkel es probablemente muy consciente de que su destino personal está hoy más que nunca unido a Europa. Y, utilizando una de sus frases más manidas, si se hunde el euro, no sólo se hundirá Europa, también caerán Angela Merkel y su método de trabajo.

Poco a poco, lenta pero indefectiblemente, la estrella Merkel está perdiendo su brillantez inicial. Conserva, por supuesto, una dosis notable de poder en Europa, pero ese poder ya ha llegado a su límite máximo y ahora empieza la cuesta abajo. Y hay ya señales claras que están apuntando en esa dirección.

Angela Merkel