Es noticia
“Más Europa” significa menos Madrid, París o Berlín
  1. Mundo
  2. Europa Europa
Aurora Mínguez

Europa Europa

Por
Aurora Mínguez

“Más Europa” significa menos Madrid, París o Berlín

No será ésta la Cumbre definitiva, la histórica, la que marcará un antes y un después en la vida de la Europa del euro, pero sí

No será ésta la Cumbre definitiva, la histórica, la que marcará un antes y un después en la vida de la Europa del euro, pero sí una en la que los dirigentes políticos tendrán que retratarse de verdad y decir hasta qué punto están dispuestos a ceder poder real a Bruselas. Porque nos estamos perdiendo en esas fórmulas ya manidas del “más Europa”, una “Unión Monetaria que debe de completarse con una Unión Fiscal y una Unión Bancaria que nos llevarán hacia una Unión Política”. Conceptos que la gente no entiende y que los políticos tampoco explican demasiado. Por eso tal vez habría que recordar que todas esas ideas fuerza se traducen en el fin de lo intergubernamental, en un Estado Federal, en el que los poderes nacionales en Madrid, París, Roma o Berlín se diluirán cada vez más frente a una todopoderosa Bruselas.

Esto es lo que está explicando y pidiendo Merkel y esto es algo que gusta muy poco a París y a los socialistas que se han hecho con todo el poder allí. Y ésta es, hoy, la clave del Consejo Europeo que se abre en Bruselas. No ya lo que exige la canciller (ayuda y solidaridad con los socios más atormentados a cambio de control político, es decir, a cambio de que esos países cedan una parte muy importante de su soberanía a Bruselas), sino la tradicional negativa francesa a transferir poderes fuera del Hexágono, y muy especialmente aquellos que tienen que ver con la gestión de sus presupuestos.

Es cierto que la canciller no ha cerrado la puerta a los eurobonos al cien por cien: los ve posible sólo una vez que se haya cerrado la Unión Económica y Financiera de Europa, con la creación de un Tesoro Común y de un Superministro de Economía

Merkel y Hollande pueden diferir en muchas cosas, pero no se ven como enemigos. Fuentes diplomáticas alemanas aseguran que se está trabajando con el Elíseo y el Quai d´Orsay al mismo ritmo que siempre, con agentes de enlace que hablan como mínimo tres veces al día y que se informan mutuamente de cualquier iniciativa o cambio de orientación. En la cena de esta noche entre los dos líderes habrán intentado limar de nuevo esas diferencias que existen y que habrá que ir solventando, pero no precisamente entre hoy y mañana. Y ya hay avances en esa dirección. Hollande ya admite que los eurobonos como tales tendrán que esperar  varios años.

Es una concesión que ha hecho a cambio de que Merkel se apunte a ese Pacto por el Crecimiento Europeo que se presentó en sociedad el pasado viernes en la mini-cumbre de Roma, que este jueves se va a sellar y que pondrá en circulación 130.000 millones de euros (el 1% del PIB europeo) para proyectos de empleo juvenil e infraestructuras. Pero también es cierto que la canciller no ha cerrado la puerta a los eurobonos al cien por cien: los ve posible sólo una vez que se haya cerrado la Unión Económica y Financiera de Europa, con la creación de un Tesoro Común y de un Superministro de Economía. Es decir, nada inmediato como reclaman Van Rompuy, Monti, Soros o Christine Lagarde.

El problema es que ese proyecto final que se ha denominado como “más Europa”, del que hablan constantemente Merkel, Schäuble y también Rajoy, significa “menos Madrid”, “menos París” y “menos Berlín” y que esto tal vez no guste a muchos. Y, además, se trata de  un proyecto de diez años, y ya se sabe que los mercados no tienen nada de paciencia y los ciudadanos de los países en crisis tampoco pueden esperar. La única posibilidad de salvar la situación dramática que vive España y otros países en crisis es que Berlín permita al Banco Central Europeo actuar de nuevo comprando deuda, convirtiéndose en la salvaguarda real del euro y de los socios más débiles. Sobre este asunto, Merkel ha permanecido muy silenciosa en estos últimos días… y tal vez hay buenas razones para ello. El BCE como la clave para lograr esa Unión de la Estabilidad que debería llegar más pronto que tarde. Antes que todas las demás Uniones, antes que esa todavía lejana “más Europa”.