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Helmut Berger, la miseria del hombre "más bello del Universo"
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Helmut Berger, la miseria del hombre "más bello del Universo"

Poco, por no decir nada, queda del personaje al que la revista Vogue definió como “el hombre más bello del Universo”. Helmut Berger, 68 años de

Poco, por no decir nada, queda del personaje al que la revista Vogue definió como “el hombre más bello del Universo”. Helmut Berger, 68 años de edad, es hoy un anciano físicamente muy deteriorado después de haber abusado durante años del alcohol y la cocaína, de las fiestas salvajes y de su reconocida bisexualidad. Hinchado, con aspecto abotargado, con el pelo teñido, a veces de rubio, a veces de castaño, intenta como puede redondear su escasa jubilación de 450 euros mensuales que le alcanza sólo para vivir modestamente en el pequeño apartamento que ha heredado de su madre, situado en un triste bloque de pisos a las afueras de Salzburgo.

 

Si me hubiera dedicado a ser una estrella del cine porno sería ahora millonario -decía recientemente en Berlín-. Pero me dediqué al cine de calidad, y ahora vivo casi en la miseria”. Sus vecinos se quejan de que bebe mucho y hace demasiado ruido. Nadie parece recordar su pasado.

La exestrella intenta redondear su escasa jubilación de 450 euros mensuales, que le alcanza sólo para vivir modestamente en el pequeño apartamento heredado de su madre, situado en un triste bloque de pisos a las afueras de SalzburgoBerger volvió a primer plano de la actualidad cuando presentó el mes pasado en la capital alemana un libro-álbum de fotos con toda su trayectoria privada y profesional: Helmut Berger: una vida en imágenes. Hay fotos desconocidas de su infancia y su juventud,  pero sobre todo muchas de su faceta como actor favorito de Luchino Visconti; otras de sus famosos desnudos y de diferentes aspectos de su vida pública como playboy, dandy y modelo. Poco queda de aquel sofisticado y elegante actor cuando uno observa las entrevistas que le han realizado en las televisiones de lengua alemana en los últimos años y en las que se ha mostrado borracho, bastante ignorante e insolente. Él intenta siempre justificarse diciendo que tras la muerte de Visconti en 1976 su vida entró en una espiral de autodestrucción y excesos. 

Ciertamente, intentó quitarse la vida un año después del funeral de su amante italiano, e incluso se casó con su colega, también italiana, Francesca Guidato en 1994, aparentemente con el fin de reconducir su desorientada existencia, aunque muchos piensan que fue sólo un matrimonio de conveniencia para evadir el pago de impuestos. Intentó volver al cine, participó en la tercera parte de la película El padrino, en la serie Denver y también aceptó pequeños papeles con jóvenes directores alemanes y austríacos. Pero ya nada fue igual que antes. Decía que odiaba Hollywood y los realizadores se quejaban de que era imprevisible e impuntual.

Su necesidad apremiante de dinero y, tal vez, de popularidad, le llevó a aceptar una invitación de la televisión privada RTL para participar en el programa ‘El campamento en la jungla’ a cambio, según el diario Bild, de 100.000 euros. Pero, tras dos días en el calor insoportable de Australia, el viejo actor ha tenido que regresar a casa esta semana por recomendación médica. Decía, en una de sus últimas declaraciones, que se había llevado hasta allí su propio asiento de WC porque había quedado algo traumatizado con lo que le ocurrió en 1971 en una fiesta de la Cruz Roja en Montecarlo. Una anécdota que está también recogida en sus memorias (Yo): el consumo abusivo de la cocaína en aquellos años había provocado que el actor no pudiera controlar bien sus esfínteres e intestinos. Cuando el baile empezó, Berger se dio cuenta de que no podría moverse sin que se notara la mancha marrón que oscurecía la parte trasera de su smoking blanco. Así que se pasó la noche sin salir a bailar, en el lugar que le había sido asignado: “Estuve hasta las cuatro de la mañana sentado sobre mi propia mierda”. Del glamour a la vulgaridad puede haber muy pocos pasos. Helmut Berger, el inolvidable Luis II de Baviera, el mejor Dorian Gray, es un buen ejemplo de ello.

Poco, por no decir nada, queda del personaje al que la revista Vogue definió como “el hombre más bello del Universo”. Helmut Berger, 68 años de edad, es hoy un anciano físicamente muy deteriorado después de haber abusado durante años del alcohol y la cocaína, de las fiestas salvajes y de su reconocida bisexualidad. Hinchado, con aspecto abotargado, con el pelo teñido, a veces de rubio, a veces de castaño, intenta como puede redondear su escasa jubilación de 450 euros mensuales que le alcanza sólo para vivir modestamente en el pequeño apartamento que ha heredado de su madre, situado en un triste bloque de pisos a las afueras de Salzburgo.