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Boris vs. Cummings: reputación y venganza sobre una pila de cuerpos
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Celia Maza (La Isla)

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Boris vs. Cummings: reputación y venganza sobre una pila de cuerpos

En la guerra abierta entre el 'premier' y su antiguo asesor, varios testigos aseguran que Johnson llegó a decir durante la gestión de la pandemia: “No más jodidos confinamientos, dejemos que los cuerpos se apilen por miles”

Foto: El asesor Dominic Cummings, cuando tuvo que abandonar el Número 10 de Downing Street. (Reuters)
El asesor Dominic Cummings, cuando tuvo que abandonar el Número 10 de Downing Street. (Reuters)

La política es igual que la comedia. Todo depende de calibrar los tiempos. Una broma tarde te arruina el chiste. Sin importar lo bueno que sea. Y una filtración calculada, te arruina la reputación. Eso es lo que le está pasando a Boris Johnson. De nada sirve la exitosa campaña de vacunación y la apertura de terrazas con la desescalada. Si el 'premier' realmente llegó a pronunciar la frase: “No más jodidos confinamientos, dejemos que los cuerpos se apilen por miles”, se le desmantela todo. Para la ciudadanía, una cosa son las filtraciones sobre corrupción; al fin y al cabo, 'una más'. Y otra muy distinta es conocer cómo el Gobierno gestiona, de puertas para dentro, una pandemia que ha dejado ya más de 127.000 muertos en el país.

Downing Street ha negado categóricamente la información publicada el lunes por el rotativo 'The Daily Mail', que revelaba con todo lujo de detalles la reunión que Johnson mantuvo el 30 de octubre de 2020 con sus asesores para valorar un tercer encierro, que finalmente llegó en enero de este año. Sin embargo, tanto la BBC como ITV aseguran que diferentes fuentes les han corroborado noticia y la controvertida frase en cuestión. De momento, todas son fuentes anónimas, aunque el reputado periodista Robert Peston advierte que uno de los testigos estaría dispuesto a hablar públicamente.

Foto: Dominic Cummings, en el 10 de Downing Street. (Reuters)

Apenas queda una semana para el superjueves electoral del 6 de mayo, donde no solo están en juego las elecciones locales en Inglaterra y la alcaldía de Londres, sino también los comicios al Parlamento de Edimburgo (con la promesa de un nuevo referéndum por parte de los independentistas del SNP). Al Número 10 le gustaría que se estuviera hablando de la recuperación ante el coronavirus. Pero el foco de atención está de nuevo en los errores que se cometieron al inicio de la pandemia y en escándalos de todo tipo que implican ahora al líder 'tory' en supuestos casos de corrupción y amiguismo.

Y es aquí cuando sale a escena la figura del siempre oscuro y despiadado Dominic Cummings. El que en su día fuera el todopoderoso estratega de Downing Street (despedido el pasado mes de noviembre) estaría ahora, según el Gobierno, detrás de todas las filtraciones que buscan tumbar al primer ministro.

Cummings lo niega. Asegura que él no ha pasado a la prensa los mensajes de texto intercambiados entre Johnson y el magnate James Dyson (al frente del imperio de las aspiradoras y generoso donante del Partido Conservador) que llevaron a relajar los impuestos para los no residentes. También niega estar detrás de la filtración que reveló cómo el 'premier' atendió una petición del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, en relación con una oferta que este último hizo para comprar el equipo inglés de fútbol del Newcastle United.

Eso sí, el texto de 1.000 palabras que Cummings ha escrito ahora en su blog, soltando toda ira con su antiguo jefe, no tiene desperdicio. Entre otros, alega que el líder 'tory' detuvo una investigación sobre la filtración de los planes del segundo confinamiento al enterarse, supuestamente, de que la “chatting rat” ('rata charlatana') era en realidad el asesor Henry Newman, amigo íntimo de su prometida, Carrie Symonds.

Foto: Boris Johnson sale de Downing Street acompañado de su jefe de Comunicación, Lee Cain, que acaba de dimitir. (EFE)

Cummings y Symonds nunca se soportaron. De ahí que el exasesor de Johnson se explaye ahora en la polémica reforma que el primer ministro y su novia llevaron a cabo en su piso oficial en Downing Street, acusándolos incluso de haber actuado “de manera ilegal”. “Es triste ver cómo la oficina del Primer Ministro ha caído muy por debajo de los estándares de competencia e integridad que merece el país”, escribe el mismo hombre que se saltó las reglas del confinamiento a su capricho.

Volviendo a Boris. La cuestión es que para afrontar los enormes costes, Johnson planteó una organización benéfica para que los donantes del Partido Conservador pudieran realizar su aportación. También hay que entender al “pobre”. Como diputado, llegó a cobrar 500.000 libras anuales con sus columnas en el 'The Daily Telegraph' y la publicación de diferentes libros. Pero, como jefe de Gobierno, solo se lleva 161.401 libras anuales y parece que eso se queda un poco justo para los diseños inspirados en la decoradora ecológica Lulu Lytle.

Aunque líder 'tory' habría devuelto el donativo de unas 58.000 libras, la Comisión Electoral, la agencia independiente que controla la financiación de los partidos, abrió el miércoles una investigación para determinar el origen de los fondos sobre la polémica reforma. Un portavoz de la comisión dijo que existen "motivos razonables para sospechar que ha habido una o más infracciones" del reglamento. El 'premier', que el martes celebró una reunión con su gabinete de crisis, ha vuelto a negar el miércoles las acusaciones que le ha lanzado el líder laborista de la oposición, Keir Starmer, quien a modo de fiscal le ha recordado a Johnson que mentir a la Cámara de los Comunes es motivo de dimisión.

Artillería pesada

La gran pregunta es: ¿por qué Johnson ha entrado al trapo? ¿Por qué ha decidido hacer pública su guerra con el que en su día fue su mano derecha? Al fin y al cabo, el 'premier' es el que tiene todas las de perder. En su día, Cummings se convirtió en la persona más odiada del país al saltarse las reglas del confinamiento mientras el resto de ciudadanos no podían ver a sus familiares. Pero, tras su salida del Gobierno, ya no es una figura pública.

En este sentido, para entender la estrategia hay que tener en mente una fecha: el próximo 26 de mayo. Ese día, Cummings comparecerá ante la sesión del Comité de Ciencia y Salud del Parlamento que analiza la gestión de la pandemia. Amenaza con sacar toda la artillería pesada y desvelar todas las interioridades de la crisis.

En el Número 10 hay nervios. “No me sorprendería que hiciera un montón de afirmaciones extravagantes, obligara al Gobierno a negarlas y luego publicara todas las pruebas”, revelaba un excolega desde el anonimato a 'The Spectator'. Por lo tanto, lo que Johnson intenta ahora es desacreditarlo, aunque en su círculo más cercano creen que en realidad se ha pegado un tiro en el pie.

De momento, Johnson cuenta con el apoyo de sus filas. Si bien los titulares actuales están lejos de ser ideales, lo más importante es que los parlamentarios no creen que esta disputa afecte las elecciones de mayo. Los conservadores siguen disfrutando de una cómoda ventaja en las encuestas. Pero ya se sabe que, en política, una semana es un mundo. Y como en comedia, todo depende de calibrar los tiempos.

En una ocasión, Johnson citó los múltiples asesinatos por represalia al final de 'El Padrino' como una de sus escenas favoritas del cine. Pero es una frase de la secuela la que mejor explica los eventos que se están desarrollando ahora en Dowing Street: “Nunca odies a tus enemigos. Afecta a tu juicio”.

La política es igual que la comedia. Todo depende de calibrar los tiempos. Una broma tarde te arruina el chiste. Sin importar lo bueno que sea. Y una filtración calculada, te arruina la reputación. Eso es lo que le está pasando a Boris Johnson. De nada sirve la exitosa campaña de vacunación y la apertura de terrazas con la desescalada. Si el 'premier' realmente llegó a pronunciar la frase: “No más jodidos confinamientos, dejemos que los cuerpos se apilen por miles”, se le desmantela todo. Para la ciudadanía, una cosa son las filtraciones sobre corrupción; al fin y al cabo, 'una más'. Y otra muy distinta es conocer cómo el Gobierno gestiona, de puertas para dentro, una pandemia que ha dejado ya más de 127.000 muertos en el país.

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